miércoles, 2 de noviembre de 2011
Mi Dulce Locura Cap. 18
La noche perduraba en el tiempo, y ambos fingían como si estuviesen durmiendo, sin embargo, la realidad era otra. Los grandes ojos verdes de Avril estaban cerrados pero desconcertados. Ella sabía que era lo que pasaría dentro de dos días, y sabía que sería el peor error de su vida, pero ella no podía interferir con el destino, si este quería que estuviese separada de Jesse.
Por otro lado, Jesse tenía sus ojos marrón abiertos, aún acariciando la desnuda espalda de Avril... sabiendo que algo habían cambiado entre ellos. No el amor, de hecho había aumentado, al fin, Avril Parker era suya, había perdido su virginidad con él, y era lo mejor que le pudo haber pasado. Aún sonreía reanudando cada parte de interminable momento intimo, ¿volvería a repetirse? Nadie lo sabía, y estaba asustado; asustado de que otro usurpara su lugar, no sabría si podría soportarlo. Ella lo era todo o nada en su vida, ella era quien le entregaba fuerzas para seguir...
Sus padres se odiaban, en realidad no... pero el padre de Avril estaba condenado a estar preso por su propio padre. ¡Que Dios lo salve! El padre de su novia lo odiaría para siempre... prefería ser hijo del más pobre que ser hijo de tal hombre vil y despiadado. No esperaba nada más que temor de su novia, era entendible.
Avril pensaba en cómo sería la vida sin su amado, Jesse. Casi un año y ya se había acostumbrado a molestarse entre sí, odiar y al mismo tiempo amar a tal persona asquerosamente sexy que siempre la sacaba de sus cabales. Era hora de despertar...
-Mi padre está apunto de llegar- comenzó a hablar ella, en un tono frío y cruel para él -Debes irte.
-Está bien.- tomó sus cosas y se vistió rápidamente si vestirse en la parte superior, dejando al descubierto sus frondosos músculos dorados. -Necesito un beso para soporta el día de mañana.- dijo dulcemente.
-Está bien, si eso quieres- el cuerpo desnudo de Avril se había acercado más hasta él y sus labios rojos había contactado la mejilla derecha de Jesse. Jesse, enojado por tal acto, de inmediato sostuvo su cintura e impregnó sus frustrados labios sobre los hermosos labios de Avril.
Ella había respondido con tal amor y pasión, que hasta el mismo Jesse, quien había sido besado por ella unas miles de veces, estaba impresionado. Ella estaba "amarrada" a su cuerpo y a toda la esencia de Jesse, no había fuerza o poción alguna existente que pudiese separar tales cuerpos, se amaban.
A los minutos después, ambos se miraron con una mirada triste, como queriendo deducir lo que ocurriría sin siquiera saber lo que pasaba. Jesse escapó de la casa de Avril como un lobo en aprietos, dejando a Avril sin aliento. ¿Cómo era posible que ese hombre la enamorase cada vez más? Intentaba hallar alguna respuesta, pero todo lo que recibía eran más dudas. Sonreía sin querer al recordar tal escena de amor entre Jesse y ella, dejándola sin aliento... no sabía qué hacer, se sentía perturbada sin saber qué hacer para quitar tal horrible sensación. Sin querer pensar, ya no más, se lanzó sobre su cama, dirigiendo la mirada hasta una esquina de su cuarto, que traía varias fotos familiares. Era tiempo de visitar a su madre al hospital.
Mientras tanto, el matrimonio Bush se encontraba felizmente la gran pantalla plasma de su TV en su living. La atmósfera era normal hasta que cierta persona aparece sin mas ni menos que en pijama.
-¿Qué está sucediendo? No recuerdo nada- musitó ella.
-Yo te lo puedo explicar querida- contestó de inmediato Leticia, intentado relajar a su hija -Escapaste de tu casa y me socorriste, bueno en realidad... nos socorriste- apartándose del camino para dejar en cubierto a su joven marido, rubio de ojos penetrantes -Quizá no lo reconozcas, pero tuviste una fiebre fatal.
-Espero que te encuentres mejor, Rose- dijo él con un asombroso tono de ternura.
-Yo si recuerdo tu voz, pero no de ahora... creo que fue una voz que escuché hace años atrás.
-Rose, querida... no sabes lo que dices.
-¡No, Leticia! ¡Yo sé lo que digo!- vio con tal cariño los ojos de Tomas que él también le responde -Gracias por todo, a ambos... y si ustedes me dejaran, por favor quiero pedirles alojamiento hasta que consiga un hogar estable, por favor.
-¡Quédate el tiempo que quieras, querida!- responde Leticia.
-Gracias.- le acerca a ambos y los abraza fuertemente, no queriendo dejarlos ir.
-Es un placer tenerte, Julia- dijo en susurro, Tomas.
Rose inmediatamente se aparta, mirándole con mucha confusión.
-¿Quién es Julia?- pregunta como si nada.
Eric por su parte ya estaba llegando a casa, solo sin ni una compañía para que lo cuidase. "Menos mal que tengo amigos..." suspiró él, en un tono de sarcasmo. Conducía lento para no lamentar algún accidente, pero... estaba tan mareado que tuvo que dejar el auto en un parque y quedarse acostado sobre el pasto para no hacer nada imprudente. Quería despedirse de ese mundo y si era necesario suicidarse, estaba dispuesto a hacerlo. No quería tener o saber de alguien si la única persona que le importaba estaba lejos de él, sin corresponderle.
¿Qué estaría haciendo ella ahora? ¿Estaría bien? ¿Tendría hambre? ¿Tendría sueño? Le rogaba a Dios que si por lo menos no tenía él felicidad, entonces que ella la tuviera. Miró las llaves de su auto por un momento, después miró la pileta que estaba metros lejos de él y decidió levantarse. Sonrío al sol y luego a la tierra. Entró al auto y empujo la llave dentro del agujero, siguiente paso fue poner en marcha el auto. Eric tomó un largo respiro y al fin comenzaba a conducir. Manejó hasta una carretera, aumentando la velocidad al paso de los minutos. Muchos recuerdos comenzaban a apoderarse de su mente, recuerdos que él mismo creía olvidados, pero que aparecieron así de la nada. Lagrimas desbordaban los ojos de Eric, no lagrimas de pena o de alegría, sino de compasión, compasión por él mismo. De la nada, el ambiente se silenció.
Se daba cuenta que ya no estaba en su auto, y que ya no estaba con una multitud de personas conduciendo, solo él. Pero no en esas dimensiones donde todas las paredes eran blancas, no... él se encontraba en su propia casa, como si nada hubiese cambiado. A pesar de todo eso, eso fue lo que más lo ahuyentó. El ritmo de su respiración aumentaba con cada milésima e segundo y ya presentía que algo andaba mal, fue entonces cuando se dio cuenta de que Rose entraba a su casa como si nada, ignorando su presencia. Veía como saludaba cortezmente a sus padres. Se sentaba al sofá junto a su padre, en un lindo acto de padre e hija, entonces Rose comienza a hablar como si nada, un tema complicado.
-Bueno, ahora me voy con mis padres. Que estén bien.
-¿Qué? Pero pensé que hoy te tocaba con nosotros.
-Quiero estar con ellos, ellos son las personas a las que más amo en el mundo-. dijo con total naturaleza.
-Pero hija...
-No me llames así, yo nunca fui tu hija.- fue ahí donde la cosa se descontroló. De la nada, la puerta se abrió y un chico alto de ojos café y pelo formidablemente lindo del gusto al que le gusta Rose, estaba frente a ella en la puerta.
-Hola amor- sonríe vulgarmente y la agarra de la cintura, dándole un apasionado beso frente a mis padres. Observé como se les rompía el corazón, y yo allí parado sin poder hacer nada. Apreté los ojos con una fuerza brutal, y entonces aparecí encerrado en una antigua habitación, frente a frente con Rose. Esta vez, ella sabía que yo estaba allí.
-¿Por qué...?- pregunté vagamente.
-Es tu decisión si quieres seguir con una mentira o quedarte con una duda. Aún tienes cuentas pendientes en tu vida, no puedes marcharte como si nada. Eso se llama ser cobarde, y al Eric que yo conozco no es así.- dice finalmente, sonriendo.
-No es tan fácil como crees.
-Nadie dijo que esto sería fácil, pero es necesario.
-No lo sé, yo... no soy el indicado.
-Solo dime algo, ¿me amas? Estamos solos y nunca nadie jamás sabrá lo que está pasando ahora.
-La verdad... yo te amo, daría la vida por ti.
Inmediatamente, Rose me abrazó y yo pude abrazarla, se sintió tan real, era como de carne y hueso. Me sentí tan feliz, sentía como el alma se desprendía poco a poco pero el sentimiento seguía allí, podía oler perfectamente su perfume y eso me daba un respiro. Entonces me daba cuenta que ella se esfumaba y su cuerpo tomaba la forma de una caricatura borrosa.
Fue entonces cuando despertó finalmente. Se vio a él mismo, en una camilla apenas respirando y sangrando de todas partes. No entendía lo que sucedía, ¿era realmente él quien estaba en esas situaciones? Entonces todo volvió a su cabeza, él había muerto en el accidente, el "pequeño sueñito" no había sido una fantasía, había sido real. Estaba siendo intervenido por varios doctores y veía como mucha gente veía el espectáculo detrás de los bomberos que impedía el paso de ellos. Volteó a ver al lado de él mismo vivo, y vio el auto de una señora anciana muerta, mirando hacia otro lugar, vio hacia lo que ella miraba y vio a un señor anciano, muerto también, obviamente, abrazando y besando a la mujer que estaba muerta en el segundo plano. Sin pensarlo dos veces, se acercó a ellos.
-Lo lamento...- dijo cobardemente.
-¿Qué lamentas? ¿Haberme devuelto mi felicidad perdida? ¡No lo lamentes! ¡Por mucho tiempo no sentía una felicidad como esta en mi vida!- gritaba emocionada la anciana, sin que el otro anciano interviniera en lo absoluto, todo lo decía con esa dulce sonrisa.
-Es tiempo de irnos, Rose- dice el anciano sin despegar la sonrisa de su rostro.
-Gracias, hijo... pero esta vez, yo me voy porque ya es mi hora, la tuya no lo es aún.
-Lo sé- responde dulcemente.
Los ancianos se fueron y Eric siguió viendo el espectáculo. Entonces... un montón de autos llegaron a ver el espectáculo, y vio a una chica menuda que lograba captar su atención; esa chica era Rose. Rose, llorando desesperada, dirigiéndose hasta el verdadero espectáculo, golpeó fuertemente a uno de los hombres que evitaban el paso al accidente y se gano de rodillas hasta donde estaba el cuerpo muerto de Eric. Lloraba con tal desesperación, como nunca la había visto en su vida. Se agachó y quiso abrazarla pero él traspasaba su cuerpo. No sabía qué hacer... entonces apretó tres veces sus ojos para ver si causaba algún efecto, y no lo causó... entonces perdió la esperanza.
Todos decían que él debía seguir viviendo, ¿pero cómo? Nunca había estado en esas condiciones. Entonces entre una de sus ideas vagas, se le ocurrió algo, elevó los hombros como si nada y lo intentó. Se paró encima de su cuerpo no vivo y se sentó. Sintió un horrible dolor en todo su cuerpo, sin poder moverse en absoluto. solo pudo mover los ojos. Solo Rose se había dado cuenta de aquello.
Antes de que Rose pudiese decir algo, Eric se dio todas las fuerzas del mundo para sacar el habla.
-Rose... yo, yo...- decía en susurro, sin poder tener la más mínima oportunidad para sacar más fuerzas.
-No digas nada, yo estoy a tu lado.
-Rose, yo a ti te amo.- fue lo último que dijo antes de caer desmayado.
Rose esbozó una enorme sonrisa en su rostro, algo que hasta los mismos ángeles se daban cuenta. Llevó su oído hasta su pecho y escuchó palpitar el corazón de Eric.
-¡Está vivo!- grita emocionada.
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¡Espero que les haya gustado! Y que no haya sido tan dramático :$
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Bnoo nunca habia comentado, pero quiero que sepas q me encanto este capitulo... lo ame hermoso en serio siguelaaa q esta hermosaaa te felicitooo :DDD nueva admiradora y fan tuya :D
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