domingo, 20 de noviembre de 2011

Luz de mis Ojos //6º Episodio// {La confesión de Hermione}

Caminaba lentamente pero muy inquieta por los pasillos del castillo, intentando aclarar sus pensamientos, pero lo único que obtenía eran más dudas. Suspiraba sin esperanza, apunto de darse por vencida, de repente la vaga idea de preguntarle a Severus qué sentía por Hermione se le había atravesado en la mente. Pero él sabía la respuesta, solo que no lo quería aceptar. Severus amaba con desesperación a la misma chiquilla que él amaba, Hermione.

Draco no podía entrometerse en el romance de ellos dos, pero ansiaba con todo su corazón corresponderle a Hermione y no a Snape, siquiera que le gusta un poco, nada más. No lo entendía, por qué justo ahora debía pasar todo esto. Por qué justo ahora debía tener sentimientos encontrados con una enemiga natural. Ella era una sangre sucia, y él una sangre impecable que ha pertenecido a lo largo de los años. Su unión podría provocar un real holocausto en el mundo.

Pero, ¿por qué imaginaba esas cosas? Ellos ni siquiera eran amigos, y ya imaginaba su matrimonio. Esta situación estaba saliendose fuera de control. De repente cambió el curso y rapidez de su camino, dirigiéndose hasta el baño abandonado de la casa de Slytherin, resbala con el agua que estaba derramada sobre el suelo y hace que se apoye fuertemente con la baranda que protegía el lavamanos.

Observó el espejo desesperado y lavó su cara rápidamente, respiró con dificultad y sintió como su corazón latía demasiado rápido, como nunca antes. Necesitaba entender lo que pasaba con él mismo, y hallar la cura para poder vivir tranquilo con él mismo. Sin embargo, ahora tendría que conformarse con tener ocupada su mente con esa "misión" que estaba obligado a cumplir.

Esto se repetía en otro lugar del castillo. Hermione tenía su mente llena de dudas, preguntas sin respuestas, mientras intentaba descifrar algo vagamente, solo venían falsas esperanzas. Desde que nació, había sido curiosa, y por lo tanto, esto la mataba de la curiosidad. Sus pies caminaban por voluntad propia, mientras su mente naufragaba en el fondo del mar de la confusión y la desesperanza. En cuanto se dignó en levantar la mirada, se dio cuenta como inconscientemente pero que a la vez muy conscientemente, había llegado frente a frente del despacho de su querido profesor Snape.

Sonrío como tonta y decidió dejar de preocuparse en esa "pequeña charla" entre Severus y Draco, por lo menos, solo hasta mañana. Golpeó casi silenciosamente la puerta y esperó ansiosa hasta que Severus le abriese la puerta. Comenzó a desesperarse en el momento que ya había pasado un minuto de que no abría. Eso nunca pasaba, se supone que estaba en su despacho. Esperanzada, decidió darse la vuelta corriendo. Se apoyó sobre la ventana, haciendo un ovalo con sus manos para ver mejor a través del vidrio. Su corazón se detuvo en el instante que vio a su amado tirado en el suelo, con los ojos abiertos, y sin muestra de estar respirando. Hermione no lo dudó ni un segundo más y decidió romper el vidrio con su propio codo, sin importarle las múltiples heridas que sufriría. El amor que sentía por Snape era más grande que cualquier otra cosa.

En cuanto el vidrio se rompió por completo, saltó hasta dentro del despacho y apoyó su cabeza en sus piernas, mientras lloraba desesperadamente. Analizó el cuerpo de Snape por todas partes y no encontraba la razón de por qué estaba así. Acercó su dedo índice hasta el cuello de Snape, preocupada por saber si tenía pulso o no. Para su suerte, si tenía pulso.

Hermione suspiró aliviada pero eso no le quitó las ganas de averiguar que había ocurrido. Buscó desesperadamente algo, alguna prueba para hallar la respuesta de lo que había sucedido, y de repente, sus ojos miraron una gotas casi invisibles sobre una mesa. Hermione, precavida como siempre, se acercó lenta y cuidadosamente  hasta aquel liquido. Acercó su nariz y lo olfateó con mucha precaución, supo de inmediato la razón de porqué Snape estaba tirado en el piso, semi inconsciente. Fue envenenado con una pócima de amor.

Hermione se tranquilizó y Posó su mano, un metro de altura más arriba de donde estaba el cuerpo de Snape, susurró un hechizo y observó atentamente como Severus se acomodaba en el suelo. El hechizo no haría que despertara y recuperara la consciencia, tan solo convertiría el desmayo en un sueño, que en pocas horas más podría despertar.

Con mucha fuerza, levantó al Snape rejuvenecido hasta su cama. Lo tiró algo brusco en su cama, pero no le quedaba de otra, se veía delgado, pero si que tenía guardado bien su peso. Estresada por la situación, abrió su bolso y cogió un libro de cuentos mágicos que guardaba en su bolso. Se mantuvo así por un largo rato, esperando hasta que le diese sueño y pudiese acostarse con él, el único hombre que amaba.


Tan concentrada en su libro, se asustó mucho cuando escuchó a Snape gemir, aún metido en sus sueños. Hermione sonrío y cerró su libro, se sentó a un palmo de él y acarició su larga cabellera negra. Sin dejar de acariciarlo, su otra mano recorrió todo el brazo de Severus, hasta llegar a su mano. Enredó sus dedos con los de Severus y los apretó suavemente.

-Hmmmm...- gruñó Severus, dando señales como si fuera a despertar.

Hermione esperaba por su despertar ansiosa, esperando despertar con un cálido beso que solo había tenido con Severus. Sin embargo, los deseos murieron rápido al escuchar lo que Severus dijo en susurro. La magia se acabó, y se sentía demasiado herida como para seguir acostada con él.

-...Lilly...- fue lo último que oyeron sus oídos de esa voz tan varonil y apasionada, esa voz que el amor de su vida, pero que lamentablemente, ella no le correspondía.

Mordiéndose su labio inferior, aguantando su explosión en lagrimas. Cogió todo lo que era suyo, y veía a simple vista. Corrió hasta el umbral de la puerta, y antes de abrirla, miró por última vez a Severus Snape, con una tristeza profunda. Lo único que su alma fue capaz de soltar, fue una fría mirada, llena de resentimiento. Terminando esto, abrió la puerta y salió rápidamente de ese lugar.

El mundo de Hermione se derrumbaba y parecía no haber cura para ese inmenso dolor que sentía en esos momentos, Sus ojos marrones se turnaron negros a causa del dolor, impotencia, decepción, celos, tristeza y por último y el peor de todos, un amor frustrado. Ella juraba que Severus sentía algo por ella, siquiera algo mínimo, pero todo fue una mentira. Odiaba a esa tal "Lilly" que ni siquiera conocía pero se moría de celos por corresponderle a él, y ella en el caso, se había quedado sin pan ni pedazo.

Las pisadas de Hermione se sentía como un gran eco en el castillo, pero todos parecían hacer caso omiso a la situación, como si supiesen que no era momento de interferir. Entrando a la casa de Gryffindor, pasando por la casa común, se da cuenta como Ginny le miraba seria, con una gran incógnita en sus ojos.

-¿Qué paso Hermione?- preguntó preocupada.

-Snape, él...- sin poder completar la frase que quería decir, se derrumba en el suelo en llanto, sin poder respirar bien.

Ginny no le importó saber la razón de por qué Hermione lloraba, tan solo caminó hacia ella y la acarició, como dándole un consuelo. Por su parte, Hermione no se demoró en aceptar la ofrenda de paz que Ginny le ofrecía, era lo único que podía curarle el corazón roto.

De a poco se levantaron del piso y caminaron lentamente hasta el sofá que se encontraba frente a frente de la ventana, dejando a la Luna mostrarse en su máximo esplendor. No habían dicho media palabra en un largo rato, Hermione miraba atontada la luna, como si fuese lo más importante en el mundo. Ginny tuvo que intervenir para saber la razón de por qué Hermione había llegado tan destruida a su casa.

-Hermione, por favor dime que sucedió. Qué te hizo Snape.

Hermione de inmediato bajó la mirada, con una tristeza inmensa, pero sin querer llorar, ya nunca más. Sus ojos se habían secado por tanto llorar -Él... susurró el nombre de otra mujer mientras dormía y yo lo acariciaba.

Ginny arrugó la nariz, molesta, cruzando los brazos y mirando decepcionada a lo superior -Ese viejo, despreciable...

-Déjalo, ya no importa, fui yo quien se ilusionó mucho con todo este cuento del castigo.

-Pero tú lo amas...- susurró Ginny, apenada.

-Y él no a mí- contestó Hermione finalmente, molesta. Se levantó del sofá y miró seria a Ginny -A partir de esta noche, no volveré a nombrar su nombre, tan solo me preocuparé en estudiar y de mis amistades. De nada más- sin decir nada más, subió corriendo las escaleras, dirigiéndose hasta su cama, hundiéndose en llanto, dejando a Ginny con las palabras en la boca.

La mañana siguiente apareció cubierta de nieve. Era uno de los días más helados que los alumnos de Hogwarts alguna vez habían sentido. Hermione no dirigió ni una palabra y ni una mirada, parecía que nada le importaba ya. A Ginny le dolía mucho ver a su mejor amiga en tal forma, pero no sabía qué hacer con eso. Tan solo podía confiar en que Hermione supiese que ella estaría allí para lo que sea.

Hermione caminó vagamente hasta la sala de Encantamientos, clase que le tocaba hoy, único lugar donde sabía con seguridad que ni Malfoy ni Snape estarían ya que la profesora era una Impura. Allí se encontró con sus viejos amigos, ocultando su dolor, algo que logró con Ron, pero no con Harry.

Harry y Hermione se sentaron juntos y mientras esperaban que llegara la profesora, Harry interrumpe la burbuja de Hermione y comienzan a charlar.

-¿Qué sucede Hermione?- preguntó curioso pero con cierto tono de ternura entre sus palabras.

-Nada Harry, dejame en paz.- dijo sin darle mucha importancia.

-Hermione, somos mejores amigos desde hace seis años, por favor dime qué sucede. Yo siempre te digo todo lo que me sucede y aún así no me arrepiento porque sé que puedo confiar contigo.

Estas últimas palabras habían hecho meditar a Hermione. Era cierto, habían sido mejores amigos desde el día que se conocieron. Siempre se habían contado cosas, y juzgado entre sí, pero solo para mejorar ciertos aspectos que no gustaban. Hermione dio un suspiro cansador y decir hablarle.

-¿Enserio debo contártelo aquí?- preguntó apagada.

-Si, aquí mismo.

-Está bien...- baja la mirada, desbordando una lagrima -Estoy enamorada de Severus.

Eso sonó como una tormenta en los oídos de Harry. ¡¿Cómo Hermione, siendo tan interesante, reservada e inteligente, se pudo haber fijado en ese cruel hombre?! Harry apretó sus puños con fuerza, asustando a Hermione.

-¿Ves? ¡Por eso no quise contártelo!

-Mis prejuicios no importan ya.- dijo molesto -¿Y por qué lloras? ¿Qué te hizo?- preguntó a la defensiva.

-Estos días nos hemos dados dos besos, en dos días y bueno yo pensé que... no lo sé, que él si sentía algo por mí como yo por él. Pero... descubrí que él estaba enamorado de una tal Lilly.

De repente parecía que el ambiente se había puesto tenso, la atmósfera era asfixiante, para ambos. Harry sintió como un nudo en la garganta, y Hermione sintiéndose como una real estúpida, supo la razón por qué.

-Harry... el nombre Lilly es muy común en estos días.- dijo palabras de consuelo, acariciando su espalda.

-Debemos averiguarlo. Supe por Sirius que mamá tenía un amigo raro de la casa de Slytherin. Piensa Hermione, ambos eran de la misma época.

-No lo sé Harry, ¿en verdad crees que es posible?

-No lo sé, pero... me gustaría averiguarlo.

-Está bien...- dirige la mirada en frente y observa a Ron, conversando muy a gusto con sus amigos. -¿Le contaremos a Ron?- preguntó nostálgica.

-Es nuestro amigo, debemos decirle.

-Bien... pero resolvamos este asunto luego, después de clases.

-Me parece bien.

Las horas pasaron muy inquietas, en un silencio muy incómodo. Hermione decidió escaparse de la sala en tanto terminase su trabajo. Como siempre, era la primera en terminar sus trabajos, por una gran delantera. Caminó lentamente por los pasillos de Hogwarts, esperando encontrarse con algo interesante, pero para su mala suerte, no la hubo, ya que todos estaban en clase a esa hora. Se sentó en el suelo del pasillo que unía a Slytherin con Gryffindor, no excediendo ni un espacio personal. Intentaba aclarar su mente, pero cada idea parecía tan lejana como para encontrar alguna respuesta.

Sus ojos se inundaban de lagrimas en el momento que recordaba el incidente de la noche anterior. Se prometió que no volvería a pensar en ese hombre, pero su corazón dolía cada vez que no había nada para distraerla. Siempre iba a aparecer algo para recordarlo.

Sus pensamientos pronto se vieron rotos a causa del escándalo del que era testigo. Las voces se oían distantes, pero todo eran ruidos así que escuchaba con claridad lo que se decía. Hermione no entendía lo que pasaba, tan solo escuchó cierta frase que la dejó muy curiosa "Si ella no se hubiese puesto en el medio del asunto, la misión se hubiese completado hace mucho tiempo atrás" gritada por Snape, pero con una voz más ronca. Eso la llevó a la idea de que ya era nuevamente un viejo de 41 años.

Rápidamente se levantó del suelo, y se quedó inmóvil en el momento que vio a Snape caminar, más bien trotar por los pasillos, con una expresión de estar enojado. Sus ojos se cruzaron en el momento que los alumnos salieron de clases, Hermione negó con la cabeza y marchó. Snape, confundido de seguirla o no, decidió seguirla, disimuladamente.

Hermione caminaba con gran prisa y Severus le seguía, intentando de no perder su rastro. Ella ya se sentía como prisionera por ese hombre, por sus encantos, por el poder que él tenía sobre ella. Ya había subido hasta el 3º piso y Hermione volteó a ver atrás para asegurarse de que no la había seguido, y no lo logró. En cuanto miró al frente, vio unos ojos negros perturbados, llenos de dudas al igual que su mente, muy cerca de ella.

Su respiración se acortaba y eso jugaba en su contra. Volvía a caer en el pecado.

-¿Por qué se esconde tanto de mí, Granger? ¿Acaso me teme o qué?- mufó en tono de burla.

-No, eso jamás- contestó rudamente -Solo hago lo que me ordenó, alejarme de usted. Además, ¿para qué me quiere cerca? Si ya tiene a esa Lilly- dijo liberándose de los celos y el enojo en un tono muy frío.

-¿Cómo fue que...?

-Lo susurró mientras dormía. No puedo creer que me haya usado tan solo para jugar. Pensé que era algo importante en su vida.- dijo finalmente, derramando una lagrima con un tono lleno de tristeza -Déjeme sola, no lo quiero volver a ver- dijo intentando zafarse de su presencia.

Sin importarle cómo fue que Hermione se había enterado de Lilly, no quería perderle, jamás quería perderle. Rodeó a Hermione con sus brazos, y le miró fijamente a los ojos. Tomó suavemente su mentón -Lilly es la niña que te dije que me gustaba, pero ella ya es del pasado. Tú eres mi presente y futuro.- dijo dulcemente con un tono de verdad.

-Quiero que me prometa que solo tendrá ojos para mí.- dijo Hermione, desamparada.

-Solo para ti. La bruja más chiflada, sabelotodo, desagradable, chillona, sacadora de quicios... pero la mujer más hermosa que alguna vez conocí, y es contigo que quiero pasar el resto de mi vida. No me importa si es algo indebido o algo loco, mi corazón muere cada vez que no estás conmigo. Te necesito cerca de mí para ser completamente yo.

-Yo también te amo Snape, no tienes ni idea de cuanto me dolió al pensar de que amabas a otra y que yo... tan solo era otra mujer.

-Pues deja de pensar eso, porque eres tú la persona que yo amo.

Por un momento, ambas miradas se cruzaron, dirigiendo ternura y pasión al mismo tiempo. Ambos se amaban y deseaban, entonces... ¿qué les impedía seguir?

-Severus por favor besame, robame el aliento, y no me dejes ir. Nunca me dejes ir, por favor te lo pido- le rogó Hermione, derritiendo su cubierta de orgullo, y entregándose por completo a quien amaba.

-Tus deseos son ordenes.- dibujó una pequeña sonrisa hasta dirigirse a la única cosa que era drogadicto, la esencia de Hermione, sus labios.

Ambos acariciaban de sus labios, y descifraban cada parte de ambos labios como si fuesen un tesoro. Entonces el beso cada vez más tomaba más forma, era intenso, lleno de pasión y sentimientos, estaban fuera de órbita. Era un delicioso éxtasis, manjar de los Dioses, era como refugiarse en el único lugar que se podría llamar santo, los labios de la persona quien se ama.

Hermione se despegó de los labios de Snape a causa de la falta de aire, y miró fijamente esos ojos negros que le habían robado el sueño desde que apenas era una niñita.

-Lo amo Severus.- sonrió y volvió a entregarle sus labios, para que hiciera lo que le plazca con ellos. Su cuerpo entero era de Snape, ya no le importaba si no tenía control sobre ella misma, tan solo quería estar con él, y nunca dejarlo.

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Espero que les guste el cap C: Es demasiado romántico :$

1 comentario:

  1. HOLAAAAAAAAAAA:D Acabo de Comentar el Videoo ve mi Coment de nuevo Muchas Gracias estuvo Hermoso:D

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