Las gotas de sudor a causa del nerviosismo, caían desde el cuero cabelludo de Severus, intentando hallar la cura de lo que sucedía en el momento. Por otro lado, su corazón aún no lograba relajarse todo a causa del contacto que hubo entre él y Hermione, la única persona que necesitaba para ser feliz.
Mientras tanto, Hermione buscaba en algunos libros, sentada en el suelo de la oficina de Snape, algún conjuro para romper el hechizo. Sin embargo, ella no se sentía preparada para hacerlo ella misma, por lo que, se levantó del frío suelo de madera y se dirigió hasta Snape, algo temblorosa e incrédula.
Toce de mentira, para atraer su atención. Algo que funcionó -Aquí aparece un conjuro.- dijo en un tono frágil.
-¿Y bien...? ¡Dígame!- le presionó desesperado.
-Bueno, aquí sale- le enseña el libro, algo temblorosa.
Los ojos de Snape se clavaron sobre la escritura del libro, prestandole más atención que nada. Mientras que, Hermione miraba nostalgicamente el vidrio de la ventana de la oficina de Snape. "¿Volvería a repetirse ese momento?" Por un momento se sintió tan bien, incluso sentía como sus pies se elevaban por los cielos. Ese momento fue mágico, y algo en su ser le decía que ya no volvería a sentir lo mismo por otro hombre.
Odiaba sentir ese sentimiento. Luego de que se burla de ella, y la hace sufrir, aún lo ama, a pesar de todas las cosas. Estaba desgraciadamente enamorada. Ese cosquilleo que le provocaba Severus a la vez que éste le miraba; chispas en el aire cuando estaban cerca; y sentir que tan solo eran uno, conectados por un gran sentimiento en común, a causa de ese hermoso roce entre los fríos labios avejentados de Severus y sus cálidos labios desesperados.
Entonces volvió a la realidad, miró al lado derecho, lugar donde se encontraba Severus, y lo contempló en silencio. No podía negar que era extremadamente guapo cuando era joven, sin embargo, ella prefería a Severus por como ella lo había conocido; un vil viejo amargado que tenía unos aires de superioridad y umbría, convirtiéndose así, en lo más importante para su vida.
Severus, aunque estuviese encantado por el hermoso momento que había disfrutado horas atrás, estaba asustado, ya que no estaba seguro de la magia que había utilizado Hermione para su poción. Entonces, se da cuenta de una cosa, o eso era lo que él creía. Hermione no se había equivocado, lo hizo a propósito.
De inmediato, Snape se aleja de ella, mirándola con ojos de hielo, congelandola completamente.
-¿Qué sucede, profesor?- pregunta Hermione inocentemente tras recibir tal mirada.
-¡Usted hizo esto a propósito!
El corazón de Hermione se detuvo mientras que sus ojos heridos impregnaban ese dolor en los ojos de Severus, sin que a éste le importara realmente. Severus siempre puso delante el orgullo, la ira y la frustración, antes que el amor, la compasión y la racionalidad. "¿Cómo era posible que la tratara de esa forma?" Hubiese preferido una paliza que esas crueles palabras. Hermione estaba acostumbrada a los malos tratos con este señor, sin embargo, en el momento que Severus la culpaba de tal barbaridez, todo el interior de Hermione se derrumbó. Prefería la muerte más lenta y cruel que haber escuchado esa acusación del hombre que amaba.
-¡Eso no es cierto!- gritó Hermione, enojada por tal acusación.
-¡Claro que lo es! Estaba cansada de que yo la tratara como basura y por eso creó la poción de rejuvenecimiento.- responde Severus con una ira brutal, traspasándola a Hermione. Caminó largos y pesados pasos más cerca de donde estaba Hermione, agarra su cuello y con poca fuerza, lo aprieta. -Si no vuelvo a la normalidad de aquí a dos días más, considérese sangre sucia inmunda derramada. ¿Escuchó?
Hermione lo miró con despecho y tristeza y sin que Severus se opusiera, Hermione se soltó y alejó de él. Por unos segundos, se quedó parada quieta, sin mirarlo a los ojos, sin decir cosa alguna. Pero a los pocos segundos después, Hermione voltea rápidamente y le mira como si nada, como si Severus no fuera nada para él.
-No le voy a ayudar. Usted, que es tan inteligente, lo podrá hacer por su propia cuenta, ¿no cree?- dice Hermione, sin compasión alguna, sin cambiar la rigidez de su rostro -Y no se preocupe, intentaré no atravesarme en su camino y no llamaré la atención para que esta "sangre sucia" se sienta importante. Fue un placer, profesor Snape.- dice finalmente, saliendo por la puerta, sin mirar atrás.
Y allí quedó Severus, quedándose sin pan ni pedazo. Se quedó quieto, intentando recopilar toda la información del momento y saber exactamente lo que había sucedido. "Romperle el corazón y ahuyentarla" eso había hecho. Ahora se sentiría honrado si recibiera el premio del más imbécil del mundo. Quizá... no fue culpa de Hermione, pensaba Severus, sin embargo, ya no se podían cambiar las cosas ni aunque tuviese un reloj mágico. No, esta vez se había pasado de la raya.
-Agh...- gruñó enojado, intentando relajarse.
Encima estaba solo. Espantó a la persona que podría ver como a su ideal, que resultaba ser, la única en su vida. Decidió que no lograría nada con lamentarse, así que siguió leyendo la poción, queriendo volver a la normalidad lo más pronto posible.
En tanto, las lagrimas de Hermione la cegaban, impidiéndole correr sanamente. Se afirmó contra un muro, para impedir caer. Se sentía pésimo, y que estuviera sola en los pasillos de Hogwarts, empeoraba la situación. Decidió que iría al baño para que nadie la viese llorar, no quería causar un show frente a sus compañeros, menos si se trataba de sus compañeros de Slytherin. Caminaba rápidamente, pero muy decidida, aguantándose las lagrimas a lo largo del camino. Llegando al baño, apoya su mano en el umbral de la puerta, y esta siente como una mano masculina la agarra fuertemente, atrayendola hacia él. Fue entonces que sus ojos café atravesaron los ojos azules de la persona más importuna del mundo, Draco Malfoy.
-¿Qué haces aquí, Malfoy?- pregunta Hermione, sin darle más vueltas al asunto.
-Te seguí hasta la Oficina de Snape, y escuché todo.- dijo algo nervioso.
Los ojos de Hermione se abrieron de par en par y su corazón comenzó a latir a mil por hora. Sin querer, se le salió un gemido de temor y mordió su labio inferior contra su voluntad, a causa del sentimiento del momento.
Hermione bajó la mirada, avergonzada -Por favor, no le digas a nadie.
Una sonrisa maliciosa salió de los labios rosados de Malfoy. Tomó delicadamente el mentón de Hermione, y lo acaricia lentamente.
-Quien lo iba a decir. Granger, una sabelotodo que siempre debe saber destacar en todo, enamorada de Snape, un ser completamente distinto a ella. Esto sí que es cómico.
-Cállate Draco, no quiero que nadie se entere de esto. Por favor- le mira suplicante.
-Bien, no le diré a nadie.
-Perfecto, gracias- sonríe Hermione, intentando zabullirse de la presencia de Draco.
-Pero...- dijo Draco, afirmándola del brazo impidiendola alejarse. Hermione vuelve a tener una mirada curiosa, y clava sus ojos café sobre los de Malfoy -Mi silencio tiene un costo.
-¿Qué pedirás?
-Que seas mi novia.
Las pupilas de los ojos de Hermione se dilataron al cien por cierto. "¿En verdad era cierto lo que había escuchado?" "¿Draco Malfoy quería que fuese su novia?" Pero... ¡¿Por qué?! ¿No que para él no más era una Sangre sucia al igual que para Snape? El mundo estaba al revés.
Hermione no pudo evitar elevar una ceja y dirigirle una mirada confusa. Draco no dejaba de mirarla seriamente, con una sonrisa burlona. Estaba segura de que iba a ser un error, pero... de todos modos no tenía de otra.
-Está bien, Draco. Acepto ser tu novia- dijo desmotivada.
-Bien. Esto será algo que realmente gozaré.- esbozó una hermosa sonrisa y se acercó hasta los labios de Hermione, que los supcionó hasta sacarle el último aliento. Por su parte, Hermione lo seguía, con algo de rareza. Ese beso le estaba gustando, pero no era comparable con el que le dio a Severus. Sin embargo, se encontraba perdida en un gran dilema.
-¿Y bien amor... te ha gustado mi beso?- pregunta Draco en un tono de burla, pasando su ambiciosa lengua por las esquinas de sus labios, provocándole a Hermione un ligero deseo de volver a besarle.
-Yo, yo, yo...- comenzó Hermione a tartamudear, algo que jugó en contra suya, ya que Draco disfrutaba su incomodidad.
-Sé que quizá ahora estás confundida, pero juro que algún día terminaré enamorándote.- Hermione sin saber qué hacer o decir, tan solo se quedó allí mirándolo nerviosamente. Luego de esto, Draco toma nuevamente el mentón de Hermione y besó su mejilla, lentamente, causándole escalofrío a Hermione. Draco se marcha y en cuanto Hermione voltea a ver otro lado, ve a sus amigos lejos de allí, conversando. Decide acercarse a ellos.
-¡Hola chicos! ¿Qué pasa?
-No lo sé, algo raro acaba de ocurrir- contesta Harry.
-¿Qué cosa?
-Vimos a un chico demasiado igual a Snape, pero demasiado igual. Solo que era como 20 años joven.- contestó Ron finalmente.
Y ahí volvió la espantosa sensación en el estomago de Hermione. Los chicos lo habían descubierto.
-Agh... no jueguen chicos.
-No jugamos, Hermione. Lo vimos en su oficina, a través del vidrio. Al parecer, Snape nunca cierra las ventanas.
-¿Ah no?
-No... y ha hecho cosas humillantes, de las que no me enorgullezco haber visto.
-Ugh... ¿Así como que cosas?
-No lo sé... solo digo, es muy aburrido ese viejo.
-Si... bueno, nos vamos. Adiós Hermione, cuídate.
-También ustedes.
Hermione caminó vagamente por los pasillos de Hogwarts, llena de dudas y preguntas sin respuestas. ¿A dónde iba? No tenía ni idea, tan solo dejaba que sus pies caminasen por voluntad propia. En cuanto decidió que ya no le daría más vueltas al asunto, y dejar las cosas tal como están, se da cuenta que había llegado hasta la oficina de Dumbledore, y que éste, estaba hablando con Snape.
-¡Señorita Granger!- exclama Dumbledore, esbozando una dulce sonrisa en su anciano rostro.
-Lo lamento, yo no debo estar aquí.- dijo excusándose para salir pronto de la oficina.
-Por favor quédese, necesito hablar con usted.
Hermione da una media vuelta, dudosa y mira impaciente a Dumbledore. Mientras que éste le miraba con cierto grado de confianza, y en cambio Snape, con un grado de vergüenza.
-¿Qué necesita señor director?
-Necesito de su ayuda para poder llevar a cabo la poción envejecedora para el profesor Snape.
-Está bien, pero no creo que sea prudente que yo...
-¿Qué usted qué?- se entromete Snape en la conversación, levantándose de su silla, enojado -Usted fue quien me rejuveneció, ahora quiero que me envejezca.
-La poción envejecedora no se puede usar después de haber tomado otra poción. Se debe esperar dos días.
-En eso tiene razón, señorita Granger- respondió Dumbledore, dándole la razón a ella. Mira fijamente a Severus y comienza a hablar -Bueno, en estos dos días, no será un maestro, se quedará en su cuarto a hacer lo que a usted se le ocurra. Y... ya no hay más castigo para la señorita Granger.
-¿Qué?- preguntan ambos confundidos.
-Excelente, así pasaré más tiempo con mis amigos.- dijo emocionada, mientras que Snape, era todo lo contrario.
-Si, la señorita Granger ya ha hecho mucho por usted, es tiempo de dejarla. ¿No cree?
-Si señor.- respondió algo nostálgico.
-Bien señorita Granger, puede retirarse- ambos se quedaron contemplando a Hermione mientras caminaba hasta la puerta de salida. Severus resopló con algo de tristeza, y Dumbledore se había dado cuenta de eso.
-Es muy hermosa esa estudiante, ¿no cree?- pregunta Dumbledore al aire.
-Si y mucho...- responde Severus, fuera de órbita. Entonces, abre los ojos como plato y se da cuenta de lo que dice. Le dirige una mirada piadosa a Dumbledore, como forma de excusarse, pero logró más que eso. -Dumbledore, yo...
-No hay más que decir Severus. Hace tiempo me había dado cuenta de que usted veía a Hermione como más que a una estudiante.
-No sé de qué habla.
-Hablo, de que usted se ha vuelto a enamorar como hace 31 años atrás, cuando se enamoró de Lilly. Solo que esta vez, este amor si corresponde.
-Está prohibido.- dijo apenado.
-¿Quién lo dice?
Severus se quedó sentado allí, revoloteando miles de ideas que cursaban por su mente. ¿Acaso Dumbledore le estaba lanzando indirectas para que fuera novio de Hermione? Qué mas quisiera él, pero no era tan sencillo como él creía. Sin embargo... se sentiría maravillado si pudiese tener esa oportunidad.
-¿Hace cuanto tiempo la ama, profesor Snape?- pregunta Dumbledore, sin mayor importancia.
-Hace 3 años atrás, cuando me interrumpió en una clase sobre los hombre lobos. Tuvimos un gran contacto visual, y desde ese día, no me la he podido sacar de la cabeza.
-El amor es un viejo embrujo, más puro que cualquier otro. Te come el alma y te hace estallar en una mezcla de pasión, dulzura, y delicadez.
-Lo sé... pero no sé si quiera seguir sintiendo esto.
-Si lleva 3 años enamorado, entonces esto no cambiará tan rápido.
-¿Entonces debo darme por vencido en este estúpido amor?- preguntó con rareza, pero con mucha ansiedad.
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