miércoles, 16 de noviembre de 2011

Luz de mis Ojos //5º Episodio// {Un misterio}

El silencio era como un fuerte ruido que sonaba en la conciencia de Severus, se sentía demasiado solo, ese día por la mañana. No sabía cómo tomar que su "alumna preferida" haya pasado la noche con él. Sabía que era un total error, pero se sentía maravillado. Pero saber que aún le pertenecía a Draco, le llenaba de ira y frustración.

¡Qué ganas de correr hacia ella y gritarle a los 4 vientos que la amaba! Pero no era tan fácil como todos creían. Faltaba un día más para que pudiese volver a la normalidad, y ella ya no lo querría. Pero... wow, van dos besos en una semana. Eso era un logro. Un beso de esos hermosos labios tan finos, era todo un premio, y aunque también les perteneciese a otra persona, se sentía conforme.

Decidió quedarse en su cama, como todo un vago. No tenía ni una obligación y estaba obligado a permanecer solo en su oficina. Si alguien más se enteraba que era un chiquillo de 16 años nuevamente, haría un escándalo. Sin embargo, confiaba en Hermione para que no divulgase la noticia.

Mientras tanto, Hermione asistía clases, su cuerpo estaba ahí, pero sus pensamientos volaban lejos de donde ella estaba... El beso que le dio ayer a Severus, fue único y jamás lo olvidará. Sonreía al recordar como sus ojos brillaban hacia la noche y sus pensamientos se mezclaban con los de ella. Severus no puede negar que no sintió nada con ese beso, aunque sea el sentimiento más mínimo, pero debió haber sentido algo por ella.

Al menos sus dudas se habían aclarado, Severus era el hombre de su vida.

-Hermione, Hermione, Hermione...- escuchó Hermione, asustada al notar que Draco le hablaba y la sacudía suavemente de un lado a otro.

-¿Qué? ¿Qué quieres Draco?- pregunta molesta.

-Me gustaría mucho que mi novia me llamase amor.- dijo algo molesto.

-¿Qué pasa?- preguntó insistente.

-Quería invitarte al Lago, a nuestra primera cita.- le regala una sonrisa dulce, mientras se sentaba en el pupitre que estaba delante de ella, sin dejar de mirarla.

-Es que bueno yo...

-¿Recuerdas la razón de por qué somos novios?- mira insensible los ojos de Hermione.

Al verse entre la espada y la pared, no tuvo de otra que aceptar la proposición que Draco le hacía. Se levantó de su pupitre y le dirigió una pequeña sonrisa, mientras que éste, multiplicaba el tamaño de su sonrisa.

Hermione pensaba que esto era solo para verla sufrir, sabiendo que ella estaba enamorada de Severus. Pero lo que ella no sabía, era que cuando Draco le dijo esas cosas tan dulces hace dos días atrás, en verdad significaron mucho para él. Hermione era todo lo que veía a cada momento, la persona perfecta para discutir y para amar. No quería, necesitaba, o deseaba a otra, no, él quería tan solo a esa chica que le robaba el sueño todas las noches, Hermione.

¿Cómo? ¿En qué momento fue? No tenía ni idea, pero sabía que al escuchar su voz, tan solo escuchaba el sonido del revuelo de los ángeles. De las pocas veces que había visto sonreír a Hermione, había sido uno de los recuerdos más valiosos para él, recuerdos que no se iban a borrar con facilidad.

Agh... ¿pero por qué se molestaba tanto en conseguir algo que jamás sería suyo? El corazón de ella ya estaba ocupado, y aunque la obligase a amarlo, ella nunca lo haría realmente ya que ella siempre estuvo y lo estará de Severus Snape.

Caminaron de la mano, sin conversar temas interesantes, pero al parecer, a muchos miembros tanto de la casa de Gryffindor como a los de Slytherin, parecía sorprenderles la nueva pareja que circulaba por los pasillos de Hogwarts, ¿acaso el mundo estaba pataras arriba? Hermione bajaba la mirada a cada momento que se cruzaba con alguno de sus conocidos, y no sabía con exactitud por qué.

En cuanto llegaron a orillas del Lago Negro, Draco tomó rápidamente a Hermione de la cintura, y la llevó hasta el lago.

-¡Bájame Draco!- protestó Hermione, algo enojada pero riendo.

-¡No hasta que digas que me amas!- gritó también riendo pero el ambiente se tensó y de inmediato bajó a Hermione, con suma delicadeza.

Los ojos de Hermione enfriaron el corazón de Draco, al mirarlo tan triste. Él obviamente sabía la respuesta.

-Draco, lo lamento...

-Si, si...- encaminó hasta la orilla nuevamente, herido. -Tú amas a tu profesorcito.- dijo celoso, sin dirigirle la mirada.

-¿Y desde cuándo te importa ese aspecto de mí? Antes me ignorabas y me encontrabas como poca cosa, y ahora resulta que éstas celoso. ¿Quién te entiende?

-¡Nadie! Y tampoco quiero que alguien lo haga.- se detiene y no se aleja al ver como Hermione se acercaba peligrosamente hasta donde estaba él.

-Draco, dime la verdad. Sé que hay algo que ocultas.

-Nada, déjame en paz.- le miró incompasivo y caminó hasta donde estaba su mochila. Le mira despiadado -Vete con tu profesor y hagan lo que quieran, pero no vuelvas a hablarme. No quiero saber nada de ti, ¡sangre sucia inmunda!- le gritó furioso sin rencor alguno, sin importarle cómo le afectaría eso a Hermione. Se quedó allí por varios segundos y después comenzó a caminar lejos de ella, evitando ver como la mujer que ama lloraba incansablemente.

Hermione estaba acostumbrada a que Draco le maltratase, pero eso, había llegado directo a su corazón. Pero sabía que por alguna razón le había dicho aquello y no descansaría hasta saber qué era. En algún momento, se le cruzó la idea de que Draco en verdad la quería, pero... no, aunque era una razón convincente.

Sin darle más vueltas al asunto, caminó hasta el despacho de Snape, ocultando sus lagrimas durante todo el camino. Snape abrió la puerta despreocupado, hasta que vio a Hermione hecha un mar de lagrimas. Su rostro había cambiado de ser despreocupado a severamente preocupado. Sacó la cabeza hacia afuera y visualizó si alguien los veía, por su suerte, nadie estaba, así que abraza calurosamente a Hermione y la invita a pasar.

-¿Qué pasó Granger?- intenta sonarse despreocupado, aunque claramente estaba muy preocupado al encontrarla en esas condiciones.

-Draco rompió conmigo.- dijo triste, bajando la mirada.

-Qué mal...- dijo sin sentimiento alguno.

-Usted sabe que es bueno para usted y para mí, pero me quedé preocupada por él.

-¿Por qué? ¿No que él había roto con usted?

-Pues si, pero... no porque él haya querido, él sabe que es a usted quien yo amo.- al terminar de decir eso, se calla de inmediato, casi voluntariamente.

El corazón de Severus dio un salto completo. Nunca le había dicho eso, y ahora se podía sentir totalmente maravillado. No pudo evitar demostrar su felicidad con una enorme sonrisa que se desprendía de su joven rostro. ¡Ambos se amaban! A no ser que haya estado soñando de nuevo, eso hizo que sus pies pisaran tierra nuevamente.

-¿Qué pasó finalmente con el señor Draco?- preguntó como si fuera cualquier cosa, evitando su interés.

-No lo sé, me dejo sola en el Lago Negro, y yo la verdad... no sé qué hacer.

-No me diga que ahora resulta que está enamorada del señor Malfoy- dijo, finalmente dirigiéndole la mirada, esperando ansioso su respuesta.

Por lo general, Hermione hubiese respondido de inmediato, pero en ese día, algo había cambiado. No era que en verdad amase a Malfoy, eso no, pero formó a ser parte importante en su vida, y no estaba dispuesta a perderle. No sabía que sentía con exactitud, pero... debía averiguarlo.

-Lo lamento, debo irme- dijo finalmente, tomando apresurada sus cosas. Literalmente, salió corriendo del despacho de Severus, dejándolo solo, confundido y triste. Sabía que su felicidad duraría poco, pero nunca tan poco como para durar menos de cinco minutos.

Ya bastante cansada y agitada tras haber corrido por dos minutos hasta el cuadro protector de Slytherin, tontamente se preguntó dentro de sí misma qué le diría a Draco, por qué dejo solo a Snape, se sintió culpable al haberle dicho que lo amaba y luego haber corrido así. Deseaba con ansias que Severus no pensara que ella solo jugaba con él, porque él era la vida para ella, pero por lo general, estaba acostumbrada a actuar primero por el corazón y luego por la racionalidad.

Dio un largo suspiro, y decepcionada por ella misma decidió ir a su casa y descansar. Pero entonces, en cuanto baja un escalón, casi resbala al cambiar la posición de las escaleras. Decidió correr para que la escalera no llevase a otra dirección y ésta la llevo hasta el 3º piso. Un lugar terrorífico donde había estado unas cuantas veces con Ron y Harry. Dio pasos desconfiados, pero silenciosos y escuchó unas voces al final del pasillo. Sacó la varita de su túnica y en susurro conjuró un hechizo.

-Concealment.- y enseguida se hizo invisible. Caminó silenciosamente hasta donde se encontraba la persona quien hablaba, se sorprendió al ver quienes eran, nada más ni nada menos que Snape y Malfoy. Se quedó detrás de la esquina, y escuchó atentamente lo que decían.

-Se suponía que no debías estar metido en otros asuntos que no fueran relacionados con los mortífagos.- susurró Snape, enojado.

-Y se suponía que tú no debías estar relacionado sentimentalmente con los alumnos, menos con una chiquilla que podría ser su hija.- lo empujó lejos de él -Mejor me dejas en paz, yo sé lo que debo hacer, así que déjame tranquilo.

-No te creas el más valiente Malfoy, ambos sabemos que no serás capaz de hacerlo por tú solo, necesitarás de mí.

-Cuando necesite de un consejo paternal, lo llamaré, no lo dude.- le dedicó una mirada de odio y marchó, caminando por un lado de Hermione, sin que éste se diese cuenta.

Severus por su lado, caminó hacia el camino contrario, dejando a Hermione muy curiosa con el tema de que hablaban. ¿Cómo era posible que Snape y Draco estuviesen ligados entre sí? ¿Qué clase de secreto guardaban? Moría de curiosidad por saber y al parecer, tendría que averiguarlo por su cuenta.

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