jueves, 29 de marzo de 2012

Buscando a la Chica Ideal ~ Capítulo 3 ~ Secreto Revelado

Solo dos días habían pasado desde que Selena había llegado a casa, y ya estaban planeando el cumpleaños de Miley. Ambos hermanos estaban muy conmocionados, con el cumpleaños de Miley, se cumplirían 16 años desde que su mamá se fue de ese mundo. El ambiente era tenso, con una profunda pena para los tres hermanos. Ni uno amaba esa fecha, ni siquiera Miley que era su cumpleaños, pero, esta ocasión sería distinta.

Joe había tenido varias pesadillas últimamente, relacionadas con sus hermanas, padres e incluso con Demi y Taylor. La relación entre Joe y Taylor estaba un poco desgastada, el día en que llegaron de vuelta, Taylor despreció a Joe rechazando su beso, y no dirigirle tanto la palabra. ¿Qué habría pasado en el viaje? Se preguntaba Joe, y Selena se sentía tan culpable de saber perfectamente lo que había pasado y no poder contarle a su hermano. Estaba en aprietos y no sabía como salir de ellos. Era asquerosamente difícil y rara la situación.

Miley pasó todo el día encerrada, mientras Joe y Selena discutían los planes para el cumpleaños. Encerrada en el cuarto, solo con la compañía de su música y sus pensamientos. Qué fecha más triste que iba a ser en apenas 3 días, sin sus padres, y solo en compañía de sus hermanos. Al menos los tenía a ellos, y a Demi, quien había sido incondicional con ella. Había estado yendo a casa los últimos días, a hacer unos trabajos y jugar play station y nintendo junto a Joe. Selena la había aceptado, e inclusive les había molestado con ser novios, pero inmediatamente Joe concluyó molesto que solo eran amigos y que él amaba desesperadamente a Taylor. Nunca más se volvió a repetir esa escena.

Pero fuera de todo el dolor que causaba el 24 de diciembre, que justamente coincidía con navidad, Miley había pensado mucho en Nick. Era el hermano de la insoportable animadora de Taylor, y al parecer era de familia lo de ser insoportable, y sin embargo, Miley le debía técnicamente la vida a él. La salvó de todos esos hombres malos, y ella prometió guardar silencio. No recordaba con exactitud por qué había surgido el odio con ambos, hasta ahora.

Flashback

Miley hace dos noches soñó con lo que pasó el día anterior, la noche en que casi es violada por esos malos hombres. Nick llegó de la oscuridad y la salvó como todo un héroe, obviamente ahora tenía otra percepción de él. Pero… justamente ahí cambió su sueño, ahora eran unos niños. Era el primer día de 2º grado, y ellos dos se sentaban juntos.

-Préstame un lápiz, por favor.- le pidió Nick amablemente.

-Seguro toma.- le sonrió ella y se lo pasó.

Unos niños que se sentaban un puesto delante de ellos, susurraban cosas que Miley no prestaba atención, pero fue algo que cambió totalmente a Nick en su forma de pensar. Antes eran muy buenos amigos, pero luego de ese día, él la empezó a tratar de un modo distinto, se enojaba y la molestaba, y Miley se cansó de esas humillaciones, así que el odio comenzó a ser mutuo.

Fin Flashback

Fue entonces que Miley recordó  que antes Nick y ella eran muy unidos, unas cuantas veces se quedaban en la casa de uno de ellos, ellos eran… los mejores amigos. Ahora entendía Miley, ellos dejaron de ser amigos por haber surgido el rumor que entre ellos dos había amor, no amistad. Nick seguramente lo pensó y si le dio la razón a sus compañeros, “Imbécil” pensó Miley, en lo muy ingenuo que había sido él al haber preferido  escuchar a los demás y no a ella, quien fue hace años atrás, su mejor amiga.

Miley no lo pensó dos veces para levantarse e ir a hablar con Nick sobre el tema. Se puso encima una simple sudadera, se tomó el cabello, y lo cubrió con el gorro que tenía la sudadera, rápidamente salió del cuarto. Miley llegó hasta la puerta de salida, y justo se encontró con sus dos hermanos, quienes estaban hablando prácticamente en susurros, algo que Miley captó de inmediato. Ella suspiró y decidió cerrar la puerta y dirigirse hasta donde estaba Joe y Selena.

-Chicos, yo no quiero ni una fiesta, así que olvídenlo, ¿quieren?- les ordenó ella, en un tono más bien serio.

-Pero Miley, son tus 16, es una edad importante para las mujercitas de tu edad.- agregó Selena, anonadada.

-¿Y de qué sirve celebrar si mis padres no están conmigo?- dijo Miley, en un tono duro, y sin embargo sentía algo a morir por dentro.

-Miley, no…- hablaba Joe, inmediatamente interrumpido por su hermana menor.

-Basta chicos, odio estas fechas. Ustedes no saben cómo me siento todos los días al saber que yo fui la causante de la muerte de mamá y de la locura de papá. Les ruego, que si me tienes siquiera un poco de consideración, no hagan nada para mí cumpleaños.- dijo finalmente, saliendo destrozada de casa.

-Pero qué rayos…- decía Selena, sin poder entender la situación.

-Comprendo que Miley se sienta culpable y todo lo demás, pero odiar la fecha de su cumpleaños… esto ya ha ido demasiado lejos.

-Hm…

-¿Qué sucede?- preguntó Joe, mirando confundido a su hermana Selena.

-Miley siempre se pone así para su cumpleaños.- miró Selena a Joe, mientras que éste le observaba atento. –Tú nunca te diste cuenta de eso porque recién este año se han acercado más.

-Pero… es mi hermana, no puedo permitir que siga así.- dijo Joe, seriamente.

-Simplemente le haremos la fiesta de cualquier modo. Las invitaciones ya se han entregado, y la comida ya está lista para servir. Ven, tenemos cosas que hacer.- le ordenó su hermana, y Joe inmediatamente acató las órdenes.

Nick POV:

“Eran las 10 en punto, y yo yacía acostado solo vestido por mis calzoncillos, ya que la noche anterior estudié hasta tarde y me dio flojera poner de mi pijama. Tuve un maravilloso sueño, pero mi vida parecía arruinarse cada vez más con el hecho de despertar cada mañana y darme cuenta que todo lo que vivía en sueños, era una hermosa fantasía que jamás podría ser realidad. Me levanté y me duché. Terminé de vestirme y bajé hasta donde estaba Taylor, mi linda pero fastidiosa hermana.”

-¿Qué hay para desayunar?- pregunté vagamente, buscando algo rico concuerde a mis gustos.

-No lo sé, mamá no dejó nada para comer. Yo misma tuve que cocinar algo para mí.- decía la chica de pelo ondulado, indignada.

Nick miró fijamente una cosa verde que sobresalía del plato. –No me digas que eso estabas comiendo.- hablaba él, asqueado.

-Pues si… son huevos.- respondió ella, sonriente.

-¡Qué horror Taylor! No sirves para la cocina.- caminó hasta la cocina y la encendió. Inmediatamente depositó sobre esta, para cocinar unos huevos.

En cuestión de minutos, la mesa de la casa de los Swift estaba llena de comida. Taylor miró hambrienta cada una de las cosas, y técnicamente se tragó todo lo que le cupo en su estomago. Que fue casi la mitad de la comida que preparó Nick.

Los dos hermanos comían plácidamente y veían atentos las noticias, mientras que Nick notó unos sobres sobre unos libros. Él no tardó en abrirlos y leer su contenido. Se quedó helado cuando vio las cartas.

-¿Quién ha enviado esto?- preguntó Nick, intolerante.

-Mi novio la trajo ayer por la noche, mientras estabas encerrado en tu cuarto escuchando tu infernal música.- dijo ella, desinteresada.

-Cómo sea… no pensarás ir, ¿o si?
-Es una fiesta, tengo que ir para que los demás vayan. Tómalo como un favor hacia esa chica Mildred.

-Se llama Miley.- le corrigió él.

Nick inmediatamente se levantó de su silla y tomó su bolso, sin decir palabra alguna, salió de su humilde pero confortable casa. Su propósito era ir hasta su amigo, James Maslow, a jugar algo de voleibol, pero sus planes fueron arruinados al encontrarse con la presencia de Miley, justamente la chica de la que hablaban. Ella estaba justo frente de la reja que dividía a la casa de la vereda, y Nick se quedó contemplándola por un momento. Ella vestía de unos shorts que le llegaban hasta un poco más arriba de las rodillas, de un color beige; una polera sin mangas que dejaba ver el nacimiento de los generosos pechos de Miley, y su simple peinado, sin quemar, su pelo natural: semi ondulado. El perfecto toque que Nick amaba en una mujer.

Cuando Nick por fin pudo volver a tierra, se dio cuenta que de verdad estaba allí, y no era obra de sus pensamientos, como otras veces. Él abrió la reja, y miró rudamente a Miley, haciéndola sentir inferior a causa de la diferencia de estaturas.

-¿Qué haces tú aquí?- preguntó sin rodeo.

-Necesito que aclaremos algo.- respondió Miley.

-¿Así? Que yo me acuerde, tú y yo no tenemos nada que aclarar.- dijo finalmente, intentando zafarse de la presencia de Nick.

-Es sobre algo que pasó en segundo grado.- le dijo Miley, llamándole la atención a Nick. –Cuando éramos los mejores amigos y tú dejaste que los otros niños rompiesen nuestra amistad.

Nick tardó en un momento, y es que hace mucho tiempo no tocaba ese tema. Él volteó a ver lentamente a Miley, quien estaba en una postura seria e indolente. Él suspiró y se dirigió a Miley. –Ellos creyeron que tú y yo éramos novios. Nunca sentí tanta vergüenza en mi vida.

-¿Tan fea era para que sintieses vergüenza de mí?- preguntó Miley, dolida, haciendo pensar mucho a Nick. La situación era difícil, y ponía entre la espada y la pared a Miley.

Demi entró a la casa de los Jonas, muy sonriente como siempre. Joe la dejó en el living junto a Selena, quien estaba comiendo un sándwich. Joe caminó hasta la cocina para darle algo de jugo a su invitada, y luego, todos los presentes se juntaron para conversar el tema principal de su reunión.

-Entonces planean igualmente hacer la fiesta para Miley.- habló Demi, muy atenta.

-Si, es nuestra hermana y cumplirá una edad especial.

-Lo sé, cuando cumplí los 16 me dijeron que era una edad muy importante para cada chica.- contestó.

-Pero… ¿qué pasará si a Miley no le gusta?- dijo Joe, desanimado.

-Le gustará, solo si nos ve a todos felices, y sin mencionar el tema de su mamá, solo mencionar su cumpleaños y nada más.

-Selena y yo ya enviamos las invitaciones, espero que todos vengan.

-¿Invitaron a Taylor también?- preguntó Demi, curiosa.

-Si.- respondió Selena. –El enamorado éste quiere traerla aquí.- contestó, en una forma molesta. -¿Por qué?

-Porque significaría que todos vendrán.- sonrió ella ilusionada, mirando el techo. –Rápido, hay que ordenar la casa para cuando lleguen los invitados.- dicho esto, los tres se levantaron de los sillones y fueron a ordenar la casa para la fiesta de cumpleaños de Miley.

Mientras que con Nick, la cosa era distinta. Él viajaba en un autobús, planificando las cosas, no para la fiesta, sino las cosas que podrían llegar a suceder ahora. La larga conversación que tuvieron y que duró poco más de dos horas, lo dejó mucho en qué pensar. Miley nuevamente se había introducido bien adentro de su mente, las palabras que salieron a través de esa dulce voz, lo habían dejado como a un bobo frente a ella. Deseaba con todas las fuerzas de su shockeado corazón olvidar aquel encuentro con su ex mejor amiga, y aunque lo intentaba, nada servía.

-Hey Nick, concéntrate.- le gritó su amigo James del otro lado del jardín.

-Perdón… no sé qué me pasa hoy.- respondió Nick, apagado de ánimos, dejándose caer en el pasto.

James caminó largos pasos hasta donde Nick se hallaba, y le miró divertido, mientras que Nick le miraba serio. –Yo si sé lo que pasa, Miley otra vez está metida en tu mente.

-¡¿Quién te dijo que esa estaba dentro de mis pensamientos?!- le gritó él furioso y ofendido.

-Con tan solo ver la cara de bobo que tienes, cualquiera podría darse cuenta.

-Es que… me hizo recordar el suceso que pasó en segundo grado, cuando nuestros compañeros difundieron el rumor que nos amábamos más que como amigos.

-¿Y eso era verdad?- preguntó él, inocentemente.

Nick miró atento a James, su amigo, por pocos segundos. Bajó la mirada y apretó fuertemente su mano, hasta dejarse marcas en estas. Ya no valía la pena negarle una verdad a su mejor amigo. –Lo era… y lo sigue siendo.- respondió finalmente él, mirando a otro lado, ruborizado, y mirando el cielo, recordando a su pequeña secreta amada.

martes, 13 de marzo de 2012

Epílogo {Dulce Utopía}

Severus Snape yacía pensativo en uno de los cuartos de su casa, “el más importante” según él. Estaba apresurado y con una sonrisa firme sobre su rostro. Las ansias y deseos se habían hecho realidad, pero él los pensaba más como una utopía, muy perfecto para ser verdad.

La ropa estaba toda desparramada por los suelos del castillo, y a pesar de los años que habían pasado, seguía sintiendo la misma adrenalina que antes, a pesar de que solo tuviese 35 cuando el amor entre ella y Granger había florecido. La lucha fue difícil, pero había valido la pena para que su amor se consumase. Al final… después de todo, la ganancia y el sacrificio valieron completamente la pena.

Pero ahora… Severus se veía envuelto en una situación que él nunca imaginó que vería en carne y hueso. Él seguía trabajando en Hogwarts, pero Hermione ya había salido hace varios años de ahí, en cambio, ahora era una protectora de criaturas mágicas, y sus testimonios sirvieron de mucha ayuda para cambiar algunas cosas que le parecían incorrectas.

Ser dueño de casa era un trabajo más difícil que ser profesor de unos alumnos arrogantes, pero debía admitir que era mucho más placentero. Ese amor que creía que jamás podría darse, se dio más que perfecto, de hecho… aún no lo racionalizaba del todo. Era tan hermoso tener un amor correspondido, a pesar de todos los prejuicios, y todas esas cosas que ellos hacían para dañarlos, solo les fortalecían, porque si su amor sobrevivió en una guerra, era más que obvio que sobreviviría ante la gente que nunca sintió un amor tan verdadero como el suyo.

El cuerpo de niña de Hermione había cambiado totalmente. Sus pechos eran mucho más formidables que antes, sus caderas se agrandaron, su cabello no era castaño, más bien rubio, y también pudo darse cuenta de un pequeño detalle del que nunca se dio cuenta antes. Sus labios quedaban hinchados cada vez que la besaba, pasaban de ser rosados a rojos carmesí. Un hermoso cambio que Severus amaba. Muchos hombres estaban a la siga de ella, y él se sentía agradecido de que a pesar de que hubiesen mejores ofertas que él, ella solo compartía su amor con su marido, Severus Snape.

Habían pasado unas cuantas horas de que Hermione le dijo que estaba en camino, pero aún no llegaba, y eso le preocupaba. ¿Y si le había pasado algo malo? Quizá se había extraviado… se decía vagamente, pero era algo estúpido ya que prácticamente la casa de Severus era como su casa. Sin embargo, eso no le quitaba su preocupación.

Entonces, en el momento más inoportuno, la puerta se abrió, y Severus no lo pudo notar ya que estaba perdido en sus pensamientos. Pisadas sonaron por toda la casa, para nada silenciosas, es más, eran pisadas bastantes rechinadas.

La mujer rubia, quien se veía alta por los tacos, se puso detrás de Severus Snape, y le tapó los ojos con ambas manos. –Adivina quién es.- decía ella divertida.

-Oh… pues, no lo sé… sería… ¿Jane?- decía él confundido. Obviamente sabía quien era, pero quería jugar un rato con su amada.

-¡Quién diablos es Jane!- gritó ella furiosa, muy celosa por lo demás, poniéndose delante de él, frunciendo el ceño.

-Sabes que era broma, tonta.- decía él, con mucho cariño, poniendo sus labios sobre los de ella.

-Más te vale sino yo misma me encargo de practicar Sectumsempra contigo.- dijo ella, muy ruda.

-Si quieres matarme, sería mejor usar Avada kedavra de inmediato.- le sugirió él.

-¿Para qué? Con ese maleficio solo tendrías dolor instantáneo y solo una vez, sectumsempra en cambio, lo puedo practicar varias veces contigo y con mucho dolor.

-En verdad eres una bruja…- dijo él, atemorizado.

-Viejo incrépito.- le dijo ella divertida, besándolo de una forma salvaje.

Ambos estaban envueltos dentro de una atmosfera totalmente excitada, y hubiesen seguido más adelante, si el llanto de un bebé no hubiese entrometido. Hermione y Severus se desprendieron rápidamente de sí y se miraron de una forma avergonzada. Aún sentían la misma vergüenza que antes. Y salieron corriendo hasta el lugar de donde provenía el ruido.

El bebé yacía sobre una linda cuna tallada, de color blanca, con varios adornos de color celeste. Él bebe estaba desesperado llorando, a pesar de verse muy cómodo enredado entre las sabanas, algo le estaba inquietando. Hermione lo elevó y lo examinó, rápidamente entendió.

-Es el pañal.- dijo ella.

-¿Así? Pues… suerte.- dijo él, apresurándose en salir.

-Un momento Severus, este también es tu hijo, y yo siempre tengo que andarle cambiando los pañales.- le dijo ella, molesta.

-Pero es que…

-¡Hazlo!- le exigió ella.

-¡Bien!- le gritó él. –No entiendo cómo puedo ser sometido a esta clase de manipulaciones de una jovencita.

-Bueno, esta jovencita es tu esposa, y la madre de tu hijo, así que más respeto, ¿entendiste?- le preguntó ella sin rencor.

-Si amor.- le respondió él, asustado.

Ella se quedó mirándolo fijamente mientras cambiaba el pañal de su pequeño hijo, y no pudo evitar soltar una risueña risita. Severus volteó a verla confundido.

-¿Qué sucede?- preguntó él, sin entender la actitud bipolar de su joven esposa.

-Nada es solo que… te amo.- le dijo ella. –Bien… iré a preparar la cena, haré tu plato favorito.- dijo y caminó hasta la cocina.

Severus vio los movimientos de aquella mujer caminando hasta que al fin desapareció de su vista. Era inevitable no sentirse feliz con tenerla a su lado. Era dura y firme, pero siempre mostraba el amor y su delicadez, de una forma u otra. Ambos se entendían entre sí, y cuando él menos lo pensaba, se había sometido hasta la punta de los dedos al control de esa muchacha. La única en su vida.

-Insolente bruja…- susurró él. –También te amo… y seguirá siendo así, hasta el resto de mis días.- habló él, sonriendo frágilmente, pero de una forma muy feliz… nada entre ellos iba a cambiar, el amor era más fuerte que cualquier otra cosa…
-FIN-

lunes, 12 de marzo de 2012

Luz de mis Ojos //16º Episodio// {Mi último día} (FINAL)

Las campanas sonaban fuerte dentro de la cabeza de Hermione, cada campanada llegaba a su corazón como un disparo. Era el 31 de mayo, al amanecer. Hermione miraba desconsolada el escenario, el día estaba nublado y la última hoja de la temporada ya estaba floreciendo. Los dichos se estaban cumpliendo, la última lluvia de la temporada era ese mismísimo día, el día que Hermione sabría finalmente lo que pasaría de ahí en adelante.

Las cosas habían cambiado un poco en ese pequeño lapsus de tiempo. Draco ya no parecía estar a la siga de Hermione, es más, estaba de lo muy feliz siendo novio de Astoria. Era la primera vez que lo veía tan enamorado, claro que… después de verlo visto así por ella misma. Ron… había roto con Lavender, el mismo día que Ginny rompió con Harry, y casi por la misma razón. Celos.

Como Ron no quiso ir a bailar, Lavender se buscó a otro tipo como compañero de noche, y al ver que ésta bailaba de una forma tan provocativa, a Ron le vino el ataque de rabia y celos. En ese momento todo terminó, pero… sin el impacto con el que Hermione o Harry pudieron creer.

Harry y Ginny habían pasado todo un mes entre miradas rencorosas y de decepción, no se dirigieron la palabra hasta hace unos pocos días atrás y supuestamente se habían reconciliado, pero parecían extraños más que cualquier otra cosa. Hermione aún recordaba la expresión que Ron puso tras que Ginny le haya contado sobre su quiebre con Harry, y las razones por la cual fue.

Ron estuvo molesto muchos días con Hermione y Harry, ya que le creyó todo a Harry, pero en vez de enojarse más con Harry, se enojó más con Hermione. Él nunca creyó a Hermione capaz de separar una pareja, o peor, él no nunca creyó que Hermione estuviese precisamente enamorada de Harry. Obviamente Ron estaba muy equivocado.

Hermione agachó un poco la cabeza mientras pensaba en todas esas cosas, ese tremendo dolor que sentía en ese preciso momento era algo que nunca había sentido. Faltaban con exactitud 18 horas para que el plazo terminase, y Severus debía aparecer sino… Hermione se quedaría sin su amado, para siempre.

Pero Hermione no podía hacer nada si Severus no volvía… solo dependía de él, todo. Era todo o nada… pero hasta el momento nada había pasado. Dumbledore supo que las cosas con Voldemort seguían iguales, el paliducho seguía haciendo de las suyas por ahí. Pero a ella no le importaba en absoluto Voldemort, solo quería saber como estaba su amado.

Hermione se resignaba a creer que Severus no cumpliese su promesa, pero cada vez más su fe se iba desvaneciendo, al igual que antes. Decidió relajar su mente, y volver dentro del castillo. Se había levantado únicamente para ver el amanecer, y con la rota esperanza de encontrarse a Severus frente a ella, y que impregnase sus labios sobre los de ella. Si… sería un sueño… muy perfecto como para que se hiciese realidad… una simple utopía.

Hermione caminó hasta el salón de clases y se encontró con Harry y Ron. A pesar de que entre los tres ya se habían arreglado las cosas, aún se guardaban rencor en algunos aspectos. Hermione siguió como si nada, y saludó a sus amigos. Habían pasado más o menos 30 minutos desde que había empezado la clase cuando las puertas se abrieron de par en par, dejando al descubierto a Astoria y a Draco, corriendo y cogidos de la mano. Todos los miraban con indiferencia, excepto Hermione, que los observaba de una forma asombrada. Las ropas desordenadas en ambos, y sus cabellos despeinados, solo significaba algo, pero Hermione no lo quería reconocer.

Aunque los tres amigos estuviesen ansiosos por hablar con Draco, debían calmarse, ya que el profesor era muy estricto y no permitía que hablasen en su clase. La otra vez que sucedió eso, un niño se quedó con la lengua amarrada a su nariz, sostenida con un alambre. Entonces, ya terminadas las clases, los chicos esperaron hasta que Draco se despidiese de Astoria para poder conversar con él.

-Draco, ¿podemos hablar?- le preguntó Hermione, seriamente a su amigo rubio.

-Seguro… ¿qué quieres hablar?

-Eh…- en ese momento Hermione miró algo incomoda a sus dos amigos. –Privado.

-Ya entendimos que no nos quieren.- decía Ron, resentido. –Salgamos de aquí Harry.- y finalmente ambos se alejaron.

-Noté que por el desorden de tu ropa y tu cabello, Astoria y tú…

-¿Tuvimos sexo?

-Bueno… si lo quieres decir así…- contestaba Hermione algo ruborizada.

-No, no lo hicimos. Ella es muy apegada a la religión, y cree en eso de quedarse virgen hasta el matrimonio.

-Entonces por qué…

-Pues… tuvimos un pequeño problema…- respondió Draco, haciendo énfasis y mirando al techo por un momento.

Flashback

-Te dije que sería genial venir aquí al amanecer.- le dijo Astoria, muy sonriente, en los brazos de Malfoy.

-Si… tenías razón.- le asintió.

-Qué tal si… nos acercamos un poco más.- preguntó ella de una forma indiferente.

-¿Qué?- exclamó él sin poder creerlo.

-Al lago.- contestó ella, apunto de estallar en risa al ver la sorpresiva reacción de su novio.

-Oh si… seguro.- aceptó él, encaminándose más adentro del lago junto a Astoria.

Solo cinco pasos habían dado y una sirena atrapó de los pies a Astoria, sumergiéndola hacia el fondo del lago. Draco no dudó en salvarla, por lo que nadó y nadó hasta hallarla. Pero en el transbordo se tuvo que enfrentar con algunas criaturas marinas, no peligrosas, pero si difíciles de ganar. Al final, después de tanto esfuerzo logró salvarla. Ambos quedaron cansados y muy mojados, solo decidieron secarse y descansar un poco hasta entrar a clases, pero se les hizo tarde.

Fin Flashback
-Oh… eso también explicaría por qué tu ropa está húmeda… - prosiguió Hermione, entendiendo la situación.

-Si… no puedo creer que hallas pensado que ella y yo…

-Fue una torpe idea que se cruzó por mi mente, deja de molestar…- dijo ella entre risas.

-No importa… vamos.

Ese día fue muy especial, y raro. Los cuatro chicos no hicieron las típicas conversaciones de las que estaban acostumbrados a hacer, al contrario, hablaban de sus experiencias personales, sus más grandes tristezas y alegrías, y lo que harían si el mal se apoderase de Hogwarts. Nadie le daba crédito a la situación y aún así, de cierta forma, todos lo sabían, y era el momento de enfrentarlo.

-Al menos nos quedaremos con el saber que nosotros si intentamos hacer algo.- dijo Ron, muy desgastado.

-Si… pero de alguna u otra forma lograré detener esta situación.- aclaró Harry, decididamente.

-Hasta el momento… no tenemos de otra que ser fuertes.- dijo Draco, con mucha fe.

-Bueno… será mejor que vayamos a dormir, se hace tarde, y mañana tengo que salir.- dijo Ron apresurado.

-Bueno, te acompaño.- se ofreció Harry y nuevamente los dos mejores amigos se alejaron de Draco y Hermione, transformando la atmosfera incómoda, en un silencio aterrador.

Hermione se encontraba nuevamente en la escena de la puesta de sol, mirando anonadada su alrededor y recordando todas las cosas que vivió junto a Severus, cosas que ya no se volverían a repetir… El fin cada vez más se sentía y la angustia y el dolor seguían incrementando, cada vez más.

Draco sabía exactamente lo que Hermione sentía en ese momento, y no hizo más que suspirar agotado e ir hasta el rincón de la ventana donde Hermione yacía viendo la puesta de sol. Ambos se quedaron en silencio, atontados., contemplando los segundos juntos.

-¿Sabías que… antes de ser novio de Astoria, solo estaba fingiendo estar enamorado de ella para que te pusieras celosa?- preguntó él con una sonrisa arrepentida en el rostro, dejando pasmada a la chica de cabello rebelde que estaba a su lado izquierdo.

-Draco no puedo creer que tú…

-Me siento mal por haberle hecho eso, pero ahora… sé a quien quiero. Y la amo, amo a Astoria. Creo que… es la primera vez que tengo un amor correspondido.

-Me alegra mucho Draco, te amo mucho pero solo como amigos.

-Lo sé, y lo respeto, sobre todo ahora.

-Me parece bien.

-Pero… ahora que se acaba el tiempo, y ambos sabemos que necesitas a alguien que te ame y respete, pero que al mismo tiempo no te de más preocupaciones. Creo que es hora que aprendas a abrir los ojos.- le dijo Draco, mirándola de una forma misteriosa.

-¿De qué hablas?

-Solo sé que alguien te ama, y merece tu amor, alguien que nunca te falló.
Hermione volteó a ver nuevamente la pequeña ventana y vio como ya estaba apunto de ser completamente oscuro. Debían salir pronto de ahí antes de que el director se diese cuenta que estaban afuera del castillo.

-Debemos irnos.- dijo Hermione, apresurada,

-Bien… solo quiero que sepas que… en verdad te quise, y mucho.- habló Draco, de una forma sincera, nunca antes vista por Hermione.

-Lo sé, Draco.- dijo ella, poniendo una sonrisa rota sobre su rostro.

Habían pasado pocas horas desde que cenó con sus amigos, y parecía que la cena nunca acababa. Ron no dejaba de comer, y como siempre, Harry no tenía ánimos de comer. Hermione con suerte tomaba la cuchara, pero en un momento, donde vio que todos estaban distraídos con los fantasmas que aparecieron de la nada, salió del castillo.

Hermione Granger no sabía con exactitud por qué había salido afuera con la esperanza de encontrarse con Snape, si después de todo, faltaba muy poco para que el plazo terminase, y con ello, todos sus sueños y esperanzas. Sin embargo, ella seguía intacta con los pies puestos en la tierra, viendo los movimientos de las nubes pasando sobre la luna. Ya no había nada más que hacer, pero el mundo seguiría girando y ella debía seguir viviendo. Pero, ¿cómo? Si él era todo lo que Hermione anhelaba cuando pequeña.

Las campanas de la medianoche sonaron, y la respiración de Hermione se acortó de un momento a otro. Las doce de la noche, y Severus… él nunca apareció. Hermione esperó hasta el último campaneo para poder llorar, un silencio se apoderó del ambiente, y de repente, un estallido en lágrimas y gritos de dolor sonaron a la medianoche. ¿Habrá alguien escuchado eso? No importaba en absoluto, por primera vez Hermione se desquitó totalmente, y no le importó si alguien la veía o escuchaba. No había dolor más terrible que saber que el amor de toda una vida no volvería a aparecer en tu camino, pero contradictoriamente, no había pecado más terrible que no haber sentido amor.

Cuando Hermione creyó que estaba sola, pisadas sonaron sobre ramas. Inmediatamente Hermione se puso en guardia y sacó su varita para iluminar el lugar proveniente del ruido. La sorpresa fue enorme cuando se encontró a Dumbledore varado a orillas de la casa del Grito, lugar que estaba a metros de donde ella estaba. 
Hermione se encaminó sin temor y muy decidida hasta donde estaba ese anciano.

-Director…

-Lamento ver frustrados sus deseos de ver que Severus no ha llegado como lo prometió.- dijo Dumbledore francamente, sin arrugar su rostro. Sin embargo, algo en sus expresiones preocupaban a Hermione.

-Supongo que… por algo se dan las cosas.- dijo ella, resignada.

-Creo que se alegrará al saber que la razón por la cual la cena ha durado más de lo usual, ha sido porque se ha informado que hubo un estallido en el Ministerio de Magia. Se encontraron restos de algunos seguidores de Voldemort, y el cuerpo de él hecho cenizas.

-¿Qué? – preguntó ella anonadada.

-Pero…

-Pero qué- preguntó ella acelerada.

-No se ha sabido nada de Severus. Todos dicen que también ha muerto, aunque no hay pruebas concretas de ello. Hasta hace un momento…- decía Dumbledore, dejando intrigada a Hermione.

-¿Cómo qué hasta hace un momento? No entiendo nada.- decía ella frustrada.

-Sal de tu escondite Severus.- decía Dumbledore alegre.

Entonces, aquello, lo que nunca se creyó que fuese posible, finalmente fue posible. Severus salía de entre los arbustos, y caminaba lentamente hasta donde se encontraba su amada. Ella lo miraba pasmada, pero muy alegre, sin saber que decir primero, mientras que Severus la veía de una forma singular, más enamorado que nunca, y parece que… ¿sonriendo?

Él tenía todas sus ropas rotas, y estaba descalzo. Finalmente cuando Hermione pudo reaccionar y se dio cuenta que todo eso era real, volteó a ver a Dumbledore, que le asentía. Ella le sonrió a su amado y corrió hasta sus brazos. La atmosfera cambió totalmente de ser triste y nostálgica a ser feliz y llena de amor. Solo habían besos y cariños, lagrimas de felicidad, y susurros que ni ellos entendían.
Nunca nadie creyó en ese amor, ni en el reencuentro, pero al parecer todos habían quedado con las bocas cerradas al ver que ese amor finalmente dio frutos. Algunos sacrificios había que cumplir, pero la recompensa se veía mucho más que deseosa.

domingo, 4 de marzo de 2012

Buscando a la Chica Ideal ~ Capítulo 2 ~ ¿Amores imposibles?

-Supongo que eres lo suficientemente ingenua como para no notar lo muy obvio en todo esto, Jonas.- contestó el chico de cabellera rebelde, forzando una sonrisa incrédula.

-Pues… si tengo que admitir que soy ingenua para que me digas lo “muy obvio” de todo esto, entonces si, soy muy ingenua.

-Tendrás que averiguarlo por ti sola.- contestó él con suma tranquilidad, dejando intrigada a Miley. Cuando yacía caminando hasta la salida del baño, Miley lo agarró firmemente de la mano y lo miró fijamente a los ojos, para que solamente la viese a ella.

-¿No estarás enamorado de mí, verdad?- preguntó Miley, mirándolo seriamente.

-En verdad eres muy tonta, Jonas.- Nick se había soltado y alejado completamente de Miley. Su propósito ya estaba completo, ver una vez más a aquella chica ridiculizada.

Miley había caminado hasta la cafetería a buscar a Demi y a Joe, pero se encontró con la sorpresa que ni uno de los dos estaba ahí. Entonces decidió buscarlos por cada rincón de la Preparatoria, pero nada de eso había resultado, así que caminó derrotada hasta su casa. Lugar que ella nunca hubiese imaginado que el par de chicos estaría allí.

Miley principalmente había escuchado varias risas en el cuarto de Joe. Corrió hasta aquel lugar y vio como Demi y Joe la pasaban de maravillas jugando Nintendo, riendo y comiendo nachos. Miley sonrió y se fue de ahí intentando no hacer ruido alguno.

Mientras que para Selena todo era distinto… se sentía como la vieja del autobús, ya que tenía 20 años, y los demás con suerte 19. A cada momento se preguntaba así misma que hacía en aquel paseo “Cuidar a Joe…” solo que Joe no estaba ahí, pero… por lo menos podía entender algo que la había dejado confundida todo un día.

Flashback

-Sel…- susurraba Joe, quien estaba sentado en el sofá al lado de ella, viendo televisión. –Si por algún motivo yo no pudiese ir al paseo con los chicos, yo quiero que tú igualmente asistas.

-¿Qué? ¿Por qué motivo no podrías ir tú?

-Solo… haz lo que te digo.- le ordenó.

Fin Flashback

Claro… todo calzaba, el torpe de su hermano se había metido en problemas por haber roto los vidrios del auto del superintendente. ¿Por qué ella debía ser la normal de su familia? Se preguntaba constantemente. Miley era la chica preocupada, inteligente y delicada de la familia, en exceso. Joe era el deportista, el terco y gamer del clan. Mientras que Selena simplemente era ella, con muchas cualidades, sin tener una de estas en exceso.

Lo peor de todo, es que estaría en compañía de la fastidiosa novia de Joe, Taylor Swift, y con su ex compañero que por una estupidez había repetido el último año, David Henrie. Selena aún sentía cosas por aquel muchacho, ella fácilmente podía ocultárselo a cualquier persona, incluso a sus hermanos, pero no podía ocultárselo a ella misma. Si pudiese volver en el tiempo, desearía nunca haberse enamorado de David.

Todo empezó cuando estaban en séptimo grado. David quería enamorar a una chica del último grado, y no halló mejor forma que sacándole celos, con la que en sus viejos tiempos, era su mejor amiga, Selena Gómez. Él la besó y desde ese momento, Selena se había enamorado de él. De hecho, por un largo tiempo fueron novios, pero David terminó la relación porque le gustaba otra chica. Por esto, Selena estuvo en pena mucho tiempo.

Pero ya habían pasado casi 7 años desde aquel evento, y desde entonces, ambos habían estado con distintas personas. Era tiempo de olvidar y seguir adelante, pero estando juntos por dos días, complicaría las cosas.
Habían llegado hasta el hotel donde hospedarían y Selena estuvo sola todo el tiempo, extrañaba más de la cuenta a sus dos hermanos. Veía como Taylor y David apreciaba de su compañía, lo pasaban muy bien, pero no como amigos, sino… como algo más. Para Selena, todo esto era sospechoso.

-Al fin… un lugar donde pueda estar tranquila.- dijo Selena, relajada, acostándose finalmente en la cama donde dormiría.

-Yo no diría eso, Sel.- dijo una voz femenina, que lamentablemente, Selena conocía al revés y al derecho.

-No me dirás que eres mi compañera de cuarto, ¿no Taylor?- preguntaba indignada y casi apunto de explotar.

-Lamentablemente… si. Pero oye, seamos justas. Yo tampoco disfruto de tu compañía.- decía ella, sin un solo remordimiento.

-Mejor me voy a la cafetería…- decía Selena, harta. Se levantó de la cama con mucha flojera, pero con todos los ánimos de querer salir de ese lugar.

Finalmente Selena había salido del cuarto, pero se encontró con algo peor que la señorita de Taylor Swift, David Henríe, su ex novio, actual amor prohibido, y el mejor amigo de su hermano, Joe. Ambos se miraron fijamente, sin decir ni una sola palabra. David, a pesar de no mirarla de forma especial, comía a Selena con la mirada. La respiración se agotaba y la piel de Selena tornó a ser la de una gallina. Solo deseaba que no cometiese alguna locura.

-Con permiso.- le decía Selena, intentando zafarse de aquella presencia masculina.

David no se entrometió ni nada, simplemente vio como su antiguo amor marchaba lejos. Quizá era lo mejor, se decía él. Siguiente paso, él ingresó al cuarto donde dormirían Selena y Taylor, quienes eran como el agua y el aceite.

Por su parte, Miley había estado todo el día como fantasma en su casa. Parecía que a nadie le importaba si estaba ahí o no, hasta que por fin salieron del cuarto de Joe, que por casualidad, ambos cuartos estaban en frente de sí. Era tarde y Demi vivía algo lejos como para irse sola.

-¿Quieres que te vaya a dejar Demi?- le preguntó Joe, muy noblemente.

-No… si mi papá ve que un chico fue a dejarme a estas horas de la noche a casa, nos asesina a ambos.- contestó ella, arduamente.

-Entonces iré yo.- dijo finalmente Miley, saliendo de la habitación. Ambos chicos se miraron perplejos al no haberla notado después de tanto rato.

-¿Hace cuánto llegaste, Miley?- preguntó Joe, viendo vagamente a su hermana, quien los miraba incrédulamente.

-Llegué una hora después de que ustedes llegasen.- confesó Miley.

-De cualquier modo… no sé si sea lo correcto dejarte estar sola a estas horas de la noche.- decía Joe, desconfiado. Selena lo había dejado a cargo de Miley, y si le ocurría algo a la hermana menor de la familia, jamás se lo perdonaría.

-Tranquilo Joe, no es para tanto. Te llamo por si algo llegase a ocurrir.- le prometió Miley a su hermano mayor. –Ven, vamos Demi.- le ordenó, saliendo ella primero de la casa.

-Fue un gusto Joe, la pasé excelente.- confesó Demi, con una amplia sonrisa sobre su rostro.

-Digo lo mismo. Eres una de las pocas chicas que conozco que es tan divertida.- dijo él, avergonzado. –Bueno… cuídate y por favor cuida también a Miley, sé que es muy… distraída y dejada a llevar de sus ideas.

-Si, bastante.- rieron ambos.

Habían pasado más o menos 30 minutos desde que ambas chicas salieron de casa. Ambas hablaban con mucha fluidez, y era de esperarse, después de todo eran las mejores amigas. Sin embargo, algo había cambiado. Miley notaba a Demi mucho más risueña que antes, y solo podía significar una cosa, y deseaba con ansias que estuviese equivocada.
-Por favor dime que no estás enamorada de Joe.- le rogaba Miley a su amiga, espontáneamente, cambiando radicalmente el tema del que hablaban.

Demi miró con nerviosismo a su amiga, deteniéndose en la ruta para la casa de ésta. Demi obviamente no amaba a Joe, ni siquiera le gustaba, pero cada vez que le preguntaban cosas así, siempre se sonrojaba. Era un instinto natural para ella.

-Claro que no Miley, sabes perfectamente quien me gusta a mí. Aunque no me corresponda.- decía ella, algo afligida por recordar ese amor imposible que tenía.

-Está bien Demi, te creo.

Finalmente, luego de estar bastante rato sin dirigirse la palabra, volvieron a hablarse, cosas simples, pero al menos se hablaron. Llegaron hasta la casa de Demi, que era bastante humilde, de un solo piso y pequeña, pero bastante confortable.

-Gracias por venir a dejarme Miley.- le decía Demi, agradecida por el acto que había cometido su amiga.

-No te preocupes.- le decía ella, modestamente.

Rápidamente Miley se devolvió a casa, caminando. Ya eran casi las 11 de la noche, y como era invierno, anochecía más temprano que en el verano. Una cruda desventaja para alguien que era distraída y que veía muchas películas de terror. Miley cruzaba la calle y llegó hasta una clase de parque, bastante solitario y no muy confiable. Había caminado unos cuantos pasos hasta que sintió un fuerte olor a drogas, dedujo entonces, que alguien o quizá una pandilla estaban por ese sector, y no eran exactamente buenos. Miley decidió acelerar el paso, pero fue en ese momento que un grupo de tres hombres, no mayores de 25 años, aparecieron frente a ella.

-Pero que chica más linda…- habló uno, con una sonrisa perversa sobre su rostro.

-Muy linda… primera vez que veo una belleza de tal grandeza frente a mis ojos.

-Niña, ¿acaso tu papi nunca te dijo que estar por sectores así era peligroso para una reina como tú?- preguntó el tercero, riéndose como hiena.

Miley decidió caminar rápido frente a ellos, e ignorarlos hasta perderlos de vista. Sin embargo, sus planes se fueron frustrados en el momento que los tres chicos la rodearon y la empezaron a tocar completamente.

-¡Déjenme en paz!- gritó Miley, asustada.

-Cállate.- le ordenó uno, apunto de golpearle.

Pero en ese momento, alguien inesperado apareció de la oscuridad y se puso delante de Miley. Miley no le daba crédito a aquella escena, simplemente pensó que era fantasía. Pero no.

-¡Dejen a la chica en paz, trío de imbéciles!- gritó el chico, furioso, apunto de ponerse a pelear con aquellos drogadictos.

Ambos chicos caminaron rápido por la vereda, sin dirigirse ni una palabra, más bien, ambos estaban más preocupados si los seguían o no. Pero ya todo había terminado, y llegaron hasta dos calles de la casa de Miley. La respiración de ésta seguía entre cortada, si ese muchacho no hubiese aparecido, lo más probable es que halla terminado muerta, o peor, violada por ese trío de descarados.

-¿Es que tú eres tonta o qué?- le gritaba el mismo chico que antes la había defendido, muy furioso, saliéndose totalmente de sus cabales.

-¡Yo no te pedí que aparecieses ahí!- le gritó Miley, aún más furiosa.

-Ellos te hubiesen violado o quizá que otras cosas, y tú por lo descuidada que eres caminabas de lo más bien por un sector… ¡totalmente peligroso!- le exclamó agitado. –No quiero que nada de eso te pase.- confesó, mucho más tranquilo, volviendo a tomar aquella respiración perdida. Miley lo miró perpleja, no sabía que le importaba a Nick Swift, cuando más bien pensaba que la odiaba.

-Nick…- susurró Miley, anonadada. Ni uno de los dos se dirigió la mirada, ni mucho menos la palabra. Ambos estaban allí, pero parecían muy distantes, el uno del otro. –Gracias.- le agradeció Miley, sonriente. Esto le pareció muy extraño a Nick ya que pensó que la pelea seguiría.

El sonrojo en las mejillas de Nick se agrandó mucho más cuando de un momento a otro, Miley lo había abrazado con todas sus fuerzas. Nick lo aceptó por un momento, con el mismo afecto, y cuando quiso decir algo, parecía que Miley lo comprendió de inmediato, sin decir ni una sola palabra.

-No te preocupes, esto quedará como secreto entre nosotros dos, ¿de acuerdo?- le decía Miley con una sonrisa cómplice en el rostro.

-Bien… pero nosotros volveremos a ser los mismos de siempre.

-Claro que si, enemigos naturales.- concluyó Miley. –Pero siempre tendré presente que me salvaste de una incómoda situación, así que si llegases a necesitar de mi ayuda, solo pídemelo.- finalmente le guiñó el ojo y corrió hasta su casa. Dejando a Nick con una dulce sonrisa en el rostro, algo que él mismo procuró que Miley, su “enemiga natural” no viese.

Selena yacía acostada en su cama, con insomnio, pensando en muchas cosas que pasaban. No le daba crédito a la escena que había visto horas atrás, se sentía culpable por haberlo visto, ahora vivía con un mayor remordimiento. Para empeorar las cosas, Taylor era su compañera de cuarto. Si antes miraba a esa chica con cierto grado de desprecio, ahora sería mucho peor. Es que simplemente no le cabía la escena de lo que esa rubia había hecho… era algo tan descabellado.

Todo comenzó así: Selena estuvo vario rato fuera del hotel, ya sea porque estuvo recorriendo los paisajes o porque fue a la cafetería a comer algo. Al grano, vio que en un rincón de los pasillos del hotel, David y Taylor se besaban calurosamente. El tema está en que, Taylor era la novia de Joe, su hermano, y besaba a David, su antiguo amor. Era algo que no lo podía soportar.

Ni uno de los dos había notado la presencia de Selena, y por un lado era mejor. Pero seguía intrigada por todo lo que vio, ¿cómo se lo diría a Joe? O, ¿le creería? Hace un tiempo Taylor era alguien imposible para Joe, y la amaba, pero… algunas veces el amor es ciego. Aquella situación iba a terminar muy mal.

Nick POV:

“Miley Jonas era tan ingenua… tan inocente… pero tan tonta como para haber estado por esos sectores tan peligrosos. Sé perfectamente que ahí es donde vivo, y no me enorgullezco de eso. Me pregunto, que hubiese hecho si aquellos tipos hubiesen aprovechado de ella… no lo permitiría, ni lo soportaría. Se supone que yo soy su único enemigo, yo soy el único que le puede hacer daño, el único que la puede tocar. Sé que es abusivo de mi parte… pero creo que es la primera vez que odiaba tanto a alguien, tanto, que me obsesioné con ella. Al fin y al cabo, era mucho más fácil odiarla que amarla… pero siempre me preguntaré a mí mismo, si ella en verdad sabrá la razón de mi obsesión hacia ella. Creo que es la única persona que pasa tanto tiempo dentro de mi mente, ni siquiera pienso tanto en mi hermana, siendo que somos familia… Hay Miley… sigues teniendo el control…”

jueves, 1 de marzo de 2012

Luz de mis Ojos //15º Episodio// {Lágrimas a Medianoche}

Hermione Granger estaba sorprendida del nuevo profesor que había llegado a reemplazar a Snape, era tan distinto a él. Era dulce, atento, motivado por enseñar, entre otras cosas, todo lo contrario a Snape. Solo habían pasado dos días de que empezaron las clases, todos vivían normalmente, a pesar de todas las cosas, eran tan ingenuos, se decía Hermione a sí misma. Su gran aliado era Draco, sin contar que también estaba Harry y Ron, pero cada uno tenía lo suyo para que los hiciera adorables.

Draco, su forma de pensar: fría y calculadora, la hacía volver a la tierra, pero sabía que él era incondicional, a pesar de que lo haya rechazado, no era la clase de hombre rencoroso, como todos lo creían. Más bien, era una de las personas más buenas que Hermione alguna vez conoció, como lo decía ella “un diamante sin pulir”

Harry, su más fiel amigo. Siempre había estado ahí para darle lindos consejos, e inversamente, ella lo consideraba su mejor amigo, y hermano. Él parecía entenderla sin palabras, solo con la necesidad de verse a los ojos. Estaba profundamente agradecida con su amistad, pero cada vez que peleaban, siempre parecía la última vez que iban a dirigirse la palabra, y solo el hecho de pensarlo le asustaba.

Finalmente Ron, un gran amigo, que parecía su hermano menor. Siempre discutían por estupideces, pero luego se reconciliaban y reían de ello. A pesar de todo, sabía que podía contar con él para cualquier cosa, la cuestión era que confiaba más en Harry y en Draco, porque de cierta forma, ellos dos podían entenderla mejor. Siempre serían buenos amigos.

Pero ahora era el segundo día, y debía estar atenta con las clases y pensar como siempre, como una sabelotodo. Sin embargo, su amor prohibido seguía siendo protagonista de sus pensamientos. ¿Por qué era todo tan complicado? ¿Por qué no podían amarse como Dios manda, unidos y no separados? Claramente todo eso era una conspiración en contra de ambos. Solo deseaba ver lo más pronto posible a Severus Snape, besarlo y ya nunca dejarlo ir.

Los días anteriores, Dumbledore había estado actuando raro, y Harry sabía lo que sucedía, pero no le quería decir. Cada vez que pasaba eso, ella podría asegurarse que se trataba de algo malo, pero le intrigaba el hecho de no poder saber lo que sucedía. Se sentía una ignorante.

-Hey Hermione.- hablaba Draco, sacándola de sus pensamientos. -¿En qué piensas?

-Ya sabes, en lo mismo de siempre.- respondía Hermione, algo nostálgica. Había bajado la mirada hacia su comida, y cogió con mucha pesadez la cuchara para poder comer algo de arroz.

Draco la miró con tristeza y volvió a comer lo suyo, intentando ignorar sus pensamientos. Mientras que Hermione seguía hundida dentro de su depresión, veía como Harry y Ginny tenían una discusión, muy acalorada. Le llamaba la atención, ya que nunca los había visto discutir, menos de la forma en que lo hacían. Simplemente ese acto terminó en que Harry marchaba furioso hasta la mesa, mientras que Ginny se devolvía hasta su cuarto. Harry tenía una expresión muy irritada sobre su rostro, algo que le daba miedo a Hermione.

-Harry, ¿todo en orden?- preguntó ella, inocentemente.

Harry miró de mal humor a su amiga, pero poco se iba tranquilizando, terminando por mirarla con una leve ternura. –Nada… son solo, tonterías. Nada serio.- contestó él.

-¿Seguro?

-Claro que si Hermione.

Hermione yacía caminando sola por los pasillos, cuando vio que Filch pegaba unos carteles por las paredes del salón principal de Hogwarts. Hermione se acercó a leerlos, y de inmediato se acordó que estaba en último grado y que por lo tanto, le tocaba un baile formal. No tenía ni un solo ánimo de asistir, no tenía a nadie con ir. Pero suponía que si todos sus amigos iban, ella también debía ir.

Faltaban pocos días para el baile, y como Hermione lo supuso, sus tres amigos tenían pareja. Draco iría con una compañera de su casa, una de las pocas humildes de su casa: Astoria Greengrass. Ronald iría con Lavender Brown, como era de esperarse. Y Harry… a pesar de que no haya hablado nada con él, era casi probable que iría con la hermana menor de de Ron, Ginny Weasley.

Para Hermione, los días eran todos iguales, grises y tristes. No había sabido nada de Severus en muchas semanas, y le preocupaba. El tiempo se agotaba y la fe con ello, si Severus Snape no aparecía antes de la fecha, ella tendría que buscar amor por otra parte, y olvidarse de él para siempre. Solo rogaba que eso no sucediera.

Ya parecía tradición que los cuatro chicos se juntasen a hacer planes para luchar contra Voldemort. Hermione seguía con la idea de poder hacer una poción asesina para matarlo, sin embargo, Harry y Draco encontraban que era una idea vaga, sobre todo si se trataba de Hermione Granger, la sabelotodo del salón.

-Pero bueno, entonces qué haremos.- preguntaba Ron.

-No lo sé… se suponía que Severus iría a matarlo, pero… no se ha sabido nada de él.- respondió Hermione, resoplando angustiada.

-Creo que si esperamos, muertes ocurrirán y no seremos inmunes a ese peligro.- repuso Harry.

-Hay que acabar uno por uno.- dijo Draco, seguro de sí mismo, mirando fijamente el lago Negro, lugar donde estaban.

-Podría resultar.- repuso Hermione, dándole razón a Draco. –Tendríamos que ir contra los más fuertes primero, y luego contra los débiles, así, Draco estará solo y Harry podrá luchar contra él.

-Pero hay algo que olvidaste, Hermione. Los horrocruxes.

-¿Horrocruxes?- preguntaron Ron y Draco, al mismo tiempo, desconcertados.

-Sé que haz escuchado oír de eso, Hermione.- dijo Harry, seguro de sí.

Era obvio que Hermione había oído hablar de eso, pero nunca se le cruzó por la cabeza que Voldemort hubiese esa clase de magia. Admitía que fue ingenuo de su parte no haber pensado en eso. Pero todo calzaba, ahora el tema estaba en descubrir cuantas veces puso un fragmento de su alma en un objeto, qué objetos eran, y dónde se encontraban. El simple de hecho de pensar en eso, cansaba y frustraba a Hermione, ya que era muy cansador.

-Horrocruxes, es una clase de magia en que consiste que uno debe matar a otra persona y conjurar un hechizo para traspasar parte de tu alma en esto.- hablaba Harry, informándole a ambos chicos que parecían que era primera vez que escuchaban hablar de esa clase de magia.

-Tiene sentido que Voldemort haya usado esa clase de magia. Una vez se lo escuché decir a mi padre, pero no presté mucha atención.

-¿Qué fue lo que escuchaste hablar de eso, Draco?- le preguntaba seriamente Hermione a su amigo.

-Él relacionó esa palabra con Hogwarts y con el número 7.- contestó él.

-¿Será posible que…?

-Es muy probable que así haya sido.- contestó Hermione.

-Chicos…- hablaba Ron, animado. –Se hace tarde, recuerden que hoy es el baile.

-Cierto, lo había olvidado. Vamos o si no las chicas se enojaran.- hablaba Draco. Tomando sus cosas para irse.

-Vayan ustedes, los alcanzo luego.- les pedía Harry. Al minuto después, Ron y Draco se habían marchado. Harry se acercó lentamente hasta Hermione, quien miraba solitariamente las ondas del agua que el viento provocaba en el lago. -¿Irás?- le preguntó él, atento.

-Iré solo para vigilarlos a ustedes.- contestó ella, con una sonrisa frágil que alcanzaba el ancho de su rostro.

-Excelente, entonces vamos. Tú eres la que más debe apresurarse.

-¿Por ser mujer?- preguntó ella, sínicamente.

-Pues obvio.- respondió Harry, en un tono divertido. Ambos rieron y caminaron rápido hasta la casa de Gryffindor.

Los chicos ya estaban casi listos, pero Hermione seguía en la ducha. Ella pensaba y recapacitaba algunas cosas. Tantas cosas que había vivido junto a aquel hombre, cosas que temía que no se volviesen a repetir. Ella estaba dispuesta a entregarle lo más valioso que una mujer podía tener, su virginidad, y él a pesar de quererla, la rechazó, simplemente por el hecho que ella aún no estaba lista. ¿Cuántos hombres harían eso? Ya no podía seguir así. Si pensaba positivo, siempre iba a ver algo que la desanimara; y si pensaba negativo, no podría tener ni fuerzas para levantarse. Lo mejor era no seguir pensando en el tema.

Se secó y arregló para ir al baile. Literalmente, solo buscó algo que a ella le agradase para asistir y listo. En cuanto salió del cuarto, vio a varias de sus compañeras bien arregladas, incluso con trajes incómodos, solo para verse bonitas. Incluso había visto a Ginny de reojo, quien vestía de un lindo vestido rojo, sin mucho escote y sin mucho taco en los zapatos, ya que Harry no era tan alto que digamos. También vio a Luna Lovegood, quien Hermione se sorprendió al saber que Neville la había invitado, luego de tanto tiempo de ocultarle sus sentimientos, valió la pena para declararse en un lugar y ocasión romántica.

Hermione fue hasta donde estaba la fiesta, y vio como todos sus compañeros del último grado disfrutaban de ésta, solo muy pocos no bailaban porque bebían de un refresco. Se alegró al ver lo mucho que Draco disfrutaba junto a Astoria, y recordó que unos años atrás, varios rumores habían que entre esos dos se gustaban. Hermione rogaba que fuese así y que Draco al fin encontrase felicidad y amor junto a Astoria, quien a pesar de no ser su amiga, no tenía ni un prejuicio contra ella.

También camino por donde Ronald se encontraba junto a Lavender, pero ambos estaban sentados. A Ron no le gustaba bailar y bebía de una cerveza de mantequilla, mientras que Lavender le reclamaba lo aburría que estaba. Una escena para nada romántica, pero que Hermione se reservaba a opinar.

Por último, cuando buscaba a la pareja de Harry y Ginny, se dio cuenta que ambos estaban separados. Ginny por su parte estaba con su grupo de amigas, riendo y al parecer pasándola muy bien, mientras que Harry estaba solo en un rincón de más allá, solo y tomando una cerveza de mantequilla, observando celosamente a Ginny. Hermione no dudó más y caminó hacia él.

-¿Sucede algo?- preguntó ella, curiosa.

-¿Podemos salir para hablar en privado?- le preguntó él, en un tono nostálgico.

-Bien, vamos.- aceptó ella, caminando hasta afuera del salón junto a su amigo.

Ambos chicos caminaban muy cerca de sí. Se sentaron sobre unos escalones, y Hermione miró atenta a su amigo, mientras que él parecía tener toda la noche para hablar con ella, por lo que no estaba apurado en hablar.

-Vamos Harry, dime por qué no estás bailando con Ginny. Más bien, por qué estás tan distante con ella.

-Es a causa de sus estúpidos celos.- contestó él, secamente.

-¿Celos?

-Si. Él piensa que yo siento cosas por ti.

A Hermione, esa confesión había sonado como una paliza dura. Si Ginny sabía todo el cuento de Severus Snape, y lo desesperado que estaba Harry por tener el amor de Ginny, ¿por qué actuaba de esa forma? Harry y Hermione habían sido los mejores amigos de siempre desde el día que se conocieron. Los celos de Ginny, era algo injustificable y hasta torpe.

-Es una estupidez.- dijo ella, finalmente, luego de un rato sin hablarse.

-Lo sé, me enojé con ella por eso, y ahora ella se siente como la victima.- repuso él, molesto.

-Si…- bajaba ella la mirada. –Pero al menos tienes a la mujer que amas a tu alcance y puedes verla cada vez que quieres. Yo ni siquiera sé cómo estará Severus ahora.- decía ella, con lagrimas en los ojos.

-Hermione…- susurraba él, muy triste por ver nuevamente a su amiga desmoronándose.

-Lo echo mucho de menos.- dijo finalmente él, antes de romper en llanto.

Harry no dudó ni un momento en levantarse para abrazarla. Ambos se habían levantado de los escalones, y Hermione lloraba desamparadamente en el pecho de Harry, quien la abrazaba con todas sus fuerzas, reconfortándola. Había pasado un momento en silencio, cuando de repente ambos chicos sintieron como la puerta del salón donde estaba la fiesta, se abría. Harry elevó la mirada y se sorprendió al darse cuenta de quien los había interrumpido. Ginny Weasley, y se notaba totalmente anonadada.

-¿Se puede saber qué es esto?- preguntó Ginny indignada al ver tal escena que obviamente su mente la estaba retorciendo.

-Ginny no es lo que crees.- decía Hermione, atemorizada con la reacción que Ginny podía tomar.

-¡No los quiero escuchar! ¿Cómo pudiste Hermione? ¡Eras mi mejor amiga!

-¡Aquí no pasó nada! Harry ha sido mi mejor amigo desde siempre.- reclamó ella, en su defensa.

-Si claro…- desclasificó Ginny en un tono de ironía. –Pues bien… les deseo un feliz noviazgo, yo no me meteré en eso.- dijo Ginny rudamente, volteando a ver a Harry en una postura defensiva. –Y por si no ha quedado claro, terminamos.- dijo finalmente, yéndose destrozada hasta el baño. Dejando a Harry abrumado, sin poder creer la escena que recientemente habían vivido.

-Harry, yo…

-Déjalo. Después de todo, ya todo ha terminado.- dijo él, dejándose caer al piso, desolado y casi destruido. Hermione seguía triste, pero ahora con un peso mayor al saber que ella fue la causante del quiebre entre Harry y Ginny. Ya no cabía más dolor en el corazón de esta chica.