Hermione Granger estaba sorprendida del nuevo profesor que había llegado a reemplazar a Snape, era tan distinto a él. Era dulce, atento, motivado por enseñar, entre otras cosas, todo lo contrario a Snape. Solo habían pasado dos días de que empezaron las clases, todos vivían normalmente, a pesar de todas las cosas, eran tan ingenuos, se decía Hermione a sí misma. Su gran aliado era Draco, sin contar que también estaba Harry y Ron, pero cada uno tenía lo suyo para que los hiciera adorables.
Draco, su forma de pensar: fría y calculadora, la hacía volver a la tierra, pero sabía que él era incondicional, a pesar de que lo haya rechazado, no era la clase de hombre rencoroso, como todos lo creían. Más bien, era una de las personas más buenas que Hermione alguna vez conoció, como lo decía ella “un diamante sin pulir”
Harry, su más fiel amigo. Siempre había estado ahí para darle lindos consejos, e inversamente, ella lo consideraba su mejor amigo, y hermano. Él parecía entenderla sin palabras, solo con la necesidad de verse a los ojos. Estaba profundamente agradecida con su amistad, pero cada vez que peleaban, siempre parecía la última vez que iban a dirigirse la palabra, y solo el hecho de pensarlo le asustaba.
Finalmente Ron, un gran amigo, que parecía su hermano menor. Siempre discutían por estupideces, pero luego se reconciliaban y reían de ello. A pesar de todo, sabía que podía contar con él para cualquier cosa, la cuestión era que confiaba más en Harry y en Draco, porque de cierta forma, ellos dos podían entenderla mejor. Siempre serían buenos amigos.
Pero ahora era el segundo día, y debía estar atenta con las clases y pensar como siempre, como una sabelotodo. Sin embargo, su amor prohibido seguía siendo protagonista de sus pensamientos. ¿Por qué era todo tan complicado? ¿Por qué no podían amarse como Dios manda, unidos y no separados? Claramente todo eso era una conspiración en contra de ambos. Solo deseaba ver lo más pronto posible a Severus Snape, besarlo y ya nunca dejarlo ir.
Los días anteriores, Dumbledore había estado actuando raro, y Harry sabía lo que sucedía, pero no le quería decir. Cada vez que pasaba eso, ella podría asegurarse que se trataba de algo malo, pero le intrigaba el hecho de no poder saber lo que sucedía. Se sentía una ignorante.
-Hey Hermione.- hablaba Draco, sacándola de sus pensamientos. -¿En qué piensas?
-Ya sabes, en lo mismo de siempre.- respondía Hermione, algo nostálgica. Había bajado la mirada hacia su comida, y cogió con mucha pesadez la cuchara para poder comer algo de arroz.
Draco la miró con tristeza y volvió a comer lo suyo, intentando ignorar sus pensamientos. Mientras que Hermione seguía hundida dentro de su depresión, veía como Harry y Ginny tenían una discusión, muy acalorada. Le llamaba la atención, ya que nunca los había visto discutir, menos de la forma en que lo hacían. Simplemente ese acto terminó en que Harry marchaba furioso hasta la mesa, mientras que Ginny se devolvía hasta su cuarto. Harry tenía una expresión muy irritada sobre su rostro, algo que le daba miedo a Hermione.
-Harry, ¿todo en orden?- preguntó ella, inocentemente.
Harry miró de mal humor a su amiga, pero poco se iba tranquilizando, terminando por mirarla con una leve ternura. –Nada… son solo, tonterías. Nada serio.- contestó él.
-¿Seguro?
-Claro que si Hermione.
Hermione yacía caminando sola por los pasillos, cuando vio que Filch pegaba unos carteles por las paredes del salón principal de Hogwarts. Hermione se acercó a leerlos, y de inmediato se acordó que estaba en último grado y que por lo tanto, le tocaba un baile formal. No tenía ni un solo ánimo de asistir, no tenía a nadie con ir. Pero suponía que si todos sus amigos iban, ella también debía ir.
Faltaban pocos días para el baile, y como Hermione lo supuso, sus tres amigos tenían pareja. Draco iría con una compañera de su casa, una de las pocas humildes de su casa: Astoria Greengrass. Ronald iría con Lavender Brown, como era de esperarse. Y Harry… a pesar de que no haya hablado nada con él, era casi probable que iría con la hermana menor de de Ron, Ginny Weasley.
Para Hermione, los días eran todos iguales, grises y tristes. No había sabido nada de Severus en muchas semanas, y le preocupaba. El tiempo se agotaba y la fe con ello, si Severus Snape no aparecía antes de la fecha, ella tendría que buscar amor por otra parte, y olvidarse de él para siempre. Solo rogaba que eso no sucediera.
Ya parecía tradición que los cuatro chicos se juntasen a hacer planes para luchar contra Voldemort. Hermione seguía con la idea de poder hacer una poción asesina para matarlo, sin embargo, Harry y Draco encontraban que era una idea vaga, sobre todo si se trataba de Hermione Granger, la sabelotodo del salón.
-Pero bueno, entonces qué haremos.- preguntaba Ron.
-No lo sé… se suponía que Severus iría a matarlo, pero… no se ha sabido nada de él.- respondió Hermione, resoplando angustiada.
-Creo que si esperamos, muertes ocurrirán y no seremos inmunes a ese peligro.- repuso Harry.
-Hay que acabar uno por uno.- dijo Draco, seguro de sí mismo, mirando fijamente el lago Negro, lugar donde estaban.
-Podría resultar.- repuso Hermione, dándole razón a Draco. –Tendríamos que ir contra los más fuertes primero, y luego contra los débiles, así, Draco estará solo y Harry podrá luchar contra él.
-Pero hay algo que olvidaste, Hermione. Los horrocruxes.
-¿Horrocruxes?- preguntaron Ron y Draco, al mismo tiempo, desconcertados.
-Sé que haz escuchado oír de eso, Hermione.- dijo Harry, seguro de sí.
Era obvio que Hermione había oído hablar de eso, pero nunca se le cruzó por la cabeza que Voldemort hubiese esa clase de magia. Admitía que fue ingenuo de su parte no haber pensado en eso. Pero todo calzaba, ahora el tema estaba en descubrir cuantas veces puso un fragmento de su alma en un objeto, qué objetos eran, y dónde se encontraban. El simple de hecho de pensar en eso, cansaba y frustraba a Hermione, ya que era muy cansador.
-Horrocruxes, es una clase de magia en que consiste que uno debe matar a otra persona y conjurar un hechizo para traspasar parte de tu alma en esto.- hablaba Harry, informándole a ambos chicos que parecían que era primera vez que escuchaban hablar de esa clase de magia.
-Tiene sentido que Voldemort haya usado esa clase de magia. Una vez se lo escuché decir a mi padre, pero no presté mucha atención.
-¿Qué fue lo que escuchaste hablar de eso, Draco?- le preguntaba seriamente Hermione a su amigo.
-Él relacionó esa palabra con Hogwarts y con el número 7.- contestó él.
-¿Será posible que…?
-Es muy probable que así haya sido.- contestó Hermione.
-Chicos…- hablaba Ron, animado. –Se hace tarde, recuerden que hoy es el baile.
-Cierto, lo había olvidado. Vamos o si no las chicas se enojaran.- hablaba Draco. Tomando sus cosas para irse.
-Vayan ustedes, los alcanzo luego.- les pedía Harry. Al minuto después, Ron y Draco se habían marchado. Harry se acercó lentamente hasta Hermione, quien miraba solitariamente las ondas del agua que el viento provocaba en el lago. -¿Irás?- le preguntó él, atento.
-Iré solo para vigilarlos a ustedes.- contestó ella, con una sonrisa frágil que alcanzaba el ancho de su rostro.
-Excelente, entonces vamos. Tú eres la que más debe apresurarse.
-¿Por ser mujer?- preguntó ella, sínicamente.
-Pues obvio.- respondió Harry, en un tono divertido. Ambos rieron y caminaron rápido hasta la casa de Gryffindor.
Los chicos ya estaban casi listos, pero Hermione seguía en la ducha. Ella pensaba y recapacitaba algunas cosas. Tantas cosas que había vivido junto a aquel hombre, cosas que temía que no se volviesen a repetir. Ella estaba dispuesta a entregarle lo más valioso que una mujer podía tener, su virginidad, y él a pesar de quererla, la rechazó, simplemente por el hecho que ella aún no estaba lista. ¿Cuántos hombres harían eso? Ya no podía seguir así. Si pensaba positivo, siempre iba a ver algo que la desanimara; y si pensaba negativo, no podría tener ni fuerzas para levantarse. Lo mejor era no seguir pensando en el tema.
Se secó y arregló para ir al baile. Literalmente, solo buscó algo que a ella le agradase para asistir y listo. En cuanto salió del cuarto, vio a varias de sus compañeras bien arregladas, incluso con trajes incómodos, solo para verse bonitas. Incluso había visto a Ginny de reojo, quien vestía de un lindo vestido rojo, sin mucho escote y sin mucho taco en los zapatos, ya que Harry no era tan alto que digamos. También vio a Luna Lovegood, quien Hermione se sorprendió al saber que Neville la había invitado, luego de tanto tiempo de ocultarle sus sentimientos, valió la pena para declararse en un lugar y ocasión romántica.
Hermione fue hasta donde estaba la fiesta, y vio como todos sus compañeros del último grado disfrutaban de ésta, solo muy pocos no bailaban porque bebían de un refresco. Se alegró al ver lo mucho que Draco disfrutaba junto a Astoria, y recordó que unos años atrás, varios rumores habían que entre esos dos se gustaban. Hermione rogaba que fuese así y que Draco al fin encontrase felicidad y amor junto a Astoria, quien a pesar de no ser su amiga, no tenía ni un prejuicio contra ella.
También camino por donde Ronald se encontraba junto a Lavender, pero ambos estaban sentados. A Ron no le gustaba bailar y bebía de una cerveza de mantequilla, mientras que Lavender le reclamaba lo aburría que estaba. Una escena para nada romántica, pero que Hermione se reservaba a opinar.
Por último, cuando buscaba a la pareja de Harry y Ginny, se dio cuenta que ambos estaban separados. Ginny por su parte estaba con su grupo de amigas, riendo y al parecer pasándola muy bien, mientras que Harry estaba solo en un rincón de más allá, solo y tomando una cerveza de mantequilla, observando celosamente a Ginny. Hermione no dudó más y caminó hacia él.
-¿Sucede algo?- preguntó ella, curiosa.
-¿Podemos salir para hablar en privado?- le preguntó él, en un tono nostálgico.
-Bien, vamos.- aceptó ella, caminando hasta afuera del salón junto a su amigo.
Ambos chicos caminaban muy cerca de sí. Se sentaron sobre unos escalones, y Hermione miró atenta a su amigo, mientras que él parecía tener toda la noche para hablar con ella, por lo que no estaba apurado en hablar.
-Vamos Harry, dime por qué no estás bailando con Ginny. Más bien, por qué estás tan distante con ella.
-Es a causa de sus estúpidos celos.- contestó él, secamente.
-¿Celos?
-Si. Él piensa que yo siento cosas por ti.
A Hermione, esa confesión había sonado como una paliza dura. Si Ginny sabía todo el cuento de Severus Snape, y lo desesperado que estaba Harry por tener el amor de Ginny, ¿por qué actuaba de esa forma? Harry y Hermione habían sido los mejores amigos de siempre desde el día que se conocieron. Los celos de Ginny, era algo injustificable y hasta torpe.
-Es una estupidez.- dijo ella, finalmente, luego de un rato sin hablarse.
-Lo sé, me enojé con ella por eso, y ahora ella se siente como la victima.- repuso él, molesto.
-Si…- bajaba ella la mirada. –Pero al menos tienes a la mujer que amas a tu alcance y puedes verla cada vez que quieres. Yo ni siquiera sé cómo estará Severus ahora.- decía ella, con lagrimas en los ojos.
-Hermione…- susurraba él, muy triste por ver nuevamente a su amiga desmoronándose.
-Lo echo mucho de menos.- dijo finalmente él, antes de romper en llanto.
Harry no dudó ni un momento en levantarse para abrazarla. Ambos se habían levantado de los escalones, y Hermione lloraba desamparadamente en el pecho de Harry, quien la abrazaba con todas sus fuerzas, reconfortándola. Había pasado un momento en silencio, cuando de repente ambos chicos sintieron como la puerta del salón donde estaba la fiesta, se abría. Harry elevó la mirada y se sorprendió al darse cuenta de quien los había interrumpido. Ginny Weasley, y se notaba totalmente anonadada.
-¿Se puede saber qué es esto?- preguntó Ginny indignada al ver tal escena que obviamente su mente la estaba retorciendo.
-Ginny no es lo que crees.- decía Hermione, atemorizada con la reacción que Ginny podía tomar.
-¡No los quiero escuchar! ¿Cómo pudiste Hermione? ¡Eras mi mejor amiga!
-¡Aquí no pasó nada! Harry ha sido mi mejor amigo desde siempre.- reclamó ella, en su defensa.
-Si claro…- desclasificó Ginny en un tono de ironía. –Pues bien… les deseo un feliz noviazgo, yo no me meteré en eso.- dijo Ginny rudamente, volteando a ver a Harry en una postura defensiva. –Y por si no ha quedado claro, terminamos.- dijo finalmente, yéndose destrozada hasta el baño. Dejando a Harry abrumado, sin poder creer la escena que recientemente habían vivido.
-Harry, yo…
-Déjalo. Después de todo, ya todo ha terminado.- dijo él, dejándose caer al piso, desolado y casi destruido. Hermione seguía triste, pero ahora con un peso mayor al saber que ella fue la causante del quiebre entre Harry y Ginny. Ya no cabía más dolor en el corazón de esta chica.
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