domingo, 29 de enero de 2012

Buscando a la chica ideal ~ Capitulo 1 ~ Unos llegan, otros se van

Eran mitades del año escolar, para los alumnos de la Preparatoria de Filadelfia. Joe Jonas seguía algo perturbado por haber repetido el penúltimo año, odiaba el hecho de ver a sus amigos en un salón distinto a él, sin embargo, seguían siendo amigos, y él, el jugador estrella del fútbol americano. Las fechas que se vivían en ese entonces en Estados Unidos eran muy importantes para él. Navidad.

Un día 24 de enero, su madre había fallecido a raíz del último parto que tuvo, el de Miley, su hermana menor. Él apenas tenía 3 o 4 años de edad cuando vio a su madre fallecer en los brazos de su padre, quien tiempo después, enloqueció al haber vivido tal escena. La familia de Joe había sido marcada a causa de esos acontecimientos. A diario vivía recordando eso, y a pesar de querer mucho a Miley, siempre cargó con el pesar de saber que por causa de ella, su madre había muerto. Para empeorar las cosas, Miley salió idéntica a su madre.

Hoy, 17 de diciembre, Joe se había levantado de su cama y se preparaba para un viaje de estudio con sus amigos, que duraría unos 2 días. Estaba emocionado ya que iría con su novia, Taylor Swift, y con su mejor amigo, David Henrie. No eran del mismo grado, pero el paseo era para todos aquellos que quisiesen ir de viaje.

Entonces Joe tomaba plácidamente desayuno, cuando ve a su hermana mayor, Selena, arreglarse para asistir también al viaje que ambos estaban emocionados por ir.

-¿Llevas tú los sacos o los llevo yo?- preguntó su hermana, con una sonrisa sobre su rostro. Se sentó al lado de su hermano, robándole una de las tostadas que él mismo había cocinado para alimentarse.

-No te preocupes, saca cuantas quieras.- dijo Joe en un tono de sarcasmo. Como ella le había robado una tostada, Joe decidió robarle algo de fruta, como revancha.

-¡Oye, no seas vengativo!- le reclamó Selena a Joe, en un tono de broma. Mientras ambos reían, Joe pudo captar como de la escalera Miley descendía, muy somnolienta.

-Hola chicos.- dijo Miley, en un tono muy dulce pero a la vez distante.

-¡Hola!- exclamaron ambos muchachos, mostrando entusiasmo y sentimiento, sin embargo, Miley siempre fue algo… alejada, alguien ajeno a ellos.

Cada vez que Joe veía a Miley, no podía evitar no pensar en su madre, era algo natural. Siempre guardaría rabia y resentimiento contra Miley, quizá no con voluntad, pero si lo haría. Selena en cambio, era distinta con Miley, siempre se encargaba de cuidarla, y brindarle amor y cariño, ambas hacían eso entre sí. Ellas dos eran muy buenas amigas, y aunque Joe amase mucho a su hermana menor, no podía evitar el pesar de saber que ella fue la culpable de la muerte de su madre. Aunque intentase tener un mejor vínculo con Miley, jamás lo lograría del todo.

-Así que ya se van a su viaje, ¿no?- preguntó Miley, desde la cocina, poniendo cereal sobre su leche.

-Así es, llegaremos el lunes por la mañana, así que debes estar atenta.- dijo Selena.

-Bien… sáquense fotos para que yo los pueda ver.

-¿Para qué quieres tantas fotos, Miley? Ya tenemos suficientes aquí.- decía Joe, en un tono despreocupado.

-No lo sé… bueno, no importa. Iré a la preparatoria ahora, se me quedaron unos libros ahí, así que… ¿por qué no me esperan y vamos todos juntos para que yo pueda ver cuando se vayan?- preguntó Miley con cierto grado de entusiasmo.

-Lo lamento Miley, pero justamente ahora me iba con Selena. No llegaremos nunca si nos quedamos a esperarte.- dijo Joe, muy descortés.

-Oh…- suspiró Miley. –Bueno… espero que les vaya bien.- dijo, posando una sonrisa rota sobre su rostro. De inmediato subió las escaleras a encerrarse a su cuarto.

Joe pensó que quizá solo fue a buscar ropa para vestirse después de bañarse, por lo que estaba tranquilo, pero su hermana mayor, le miraba decepcionada. -¿Y ahora qué?- preguntó Joe, confundido por la actitud de su hermana.

-No seas tan duro con Miley, ella está intentando acercarse a ti y tú todo lo que haces es herirla.- decía Selena, muy herida por la situación.

-Selena, juro que intento no tratarla así pero cuando la veo recuerdo todo lo que pasó cuando nació. Si ella no hubiese aparecido en el mapa, mamá aún…

-¡Para Joseph!- gritó Selena desenfrenada y harta de siempre discutir lo mismo. –Lo que a mamá le ha pasado puede pasarle a cualquier mujer. ¿O acaso crees que para Miley es muy fácil vivir sin una madre? Todos sufrimos por igual, pero no sacamos nada echándonos la culpa entre sí.

-Bueno, yo tengo 18 años y creo que nunca me he salido de mis cabales. Nunca le he dicho a Miley que la odio, así que no exageres Sel.- dijo Joe, molesto.

-Miley apenas tiene 15 años Joe, no confundas. Tú siempre viviste atormentándola con tus actitudes, y aunque no le hayas dicho nunca que la odias, actúas como si lo hicieras.- finalmente se levantó de la mesa y miró seria a Joe. –Nosotros somos muy amigos, Joe, somos muy cercanos, y así como dices amarme, demuéstramelo siendo más cercano a Miley, siquiera inténtalo. Y cada vez que le hables, que no sea tan frío. Estoy harta de escucharla llorar constantemente, encerrada en su habitación.- decía Selena triste, retirándose de ahí.

¿Acaso Miley lloraba en su cuarto? Con razón pasaba tanto tiempo encerrada ahí… se decía Joe a sí mismo. Se sintió culpable con tal confesión de su hermana. Quizá tenía razón, nunca midió el daño que le hacía a Miley. Para ella fue peor el sufrimiento porque siempre vivió con la carga de saber que fue gracias a ella que su madre haya muerto. Eso debía parar, intentaría acercarse más a Miley, aunque le costase tiempo.

Joe dio un largo suspiro antes de subir al cuarto de Miley. Se levantó de la mesa y se dirigió hasta allí, Joe golpeó de una forma casi silenciosa la puerta, siempre cabizbajo. En cuanto Miley abrió y éste notó que Miley tenía los ojos hinchados y la cara llena de lágrimas secas, se adelantó en entrar a su cuarto. Le miró culpable y sin decir ni una palabra, la abrazó. Era difícil ser el hombre de la casa.

-Joe, yo…- intentaba hablar Miley, pero al final fue interrumpida por Joe.

-Lo lamento Miley. Lamento haberte pasado llevar, lamento ser un idiota pero es que… yo…- a causa del nudo que contenía en la garganta, a Joe se le dificultaba el habla, pero Miley en ni un momento lo apresuró, al contrario, estaba muy atenta a cualquier movimiento que Joe tomase. –Yo extraño tanto a mamá…- dijo finalmente, rompiendo en llanto. –Y sé que todos sufrimos por eso, pero eso no me da derecho de herirte.

-Lo sé Joe, yo también la extraño mucho y si yo no hubiese nacido…

-No tendría a una hermana a quien cuidar.- dijo Joe, en un tono tierno.

-Amo a mamá, y lamento su partida, lamento que por mi culpa haya muerto.- dijo Miley, triste, derramando unas cuantas lagrimas. Al final, la tristeza la venció y terminó abrazando a Joe por un momento.

-Ow…- exclamó Selena desde el umbral de la puerta, emocionada por la emotiva escena donde sus hermanos se abrazaban calidamente. –Creo que falto yo ahí.- dijo divertida, uniéndose al confortable abrazo. Era una conmovedora escena de hermanos.

Una hora más tarde, y los hermanos Jonas se encontraban en la preparatoria: Joe y Selena esperaban al autobús, mientras que Miley daba vueltas buscando a una amiga con la que pasaría la tarde. Todo iba bien, hasta que de repente la sub directora caminó hasta donde Joe y Selena se encontraban. Ésta miró a Joe algo incómoda, pero no podía guardarse el mensaje tampoco. Joe la miraba confuso y entonces no dudó en preguntarle lo que sucedía.

-¿Qué sucede, Sara?- preguntó Joe, con una obvia cercanía.

-Lo lamento Joseph, pero debido a que hayas roto los vidrios del auto del súper intendente, no asistirás al viaje. En cambio, te quedarás aquí a hacer unos trabajos simples y de corta duración.

-¿Cómo qué no iré? ¡He esperado este viaje durante largo tiempo!- exclamó él, molesto.

-Lo lamento Joe, ya habrán más viajes.- dijo la subdirectora, mirándolo algo apenada y luego se marchó.

Selena se adelantó ante todo y se puso frente a frente de Joe, mirándolo despreciablemente. -¿Cómo que rompiste los vidrios del auto del superintendente?- preguntó insólita, frunciendo el seño.

-Eso, querida hermana, es una historia que te contaré algún otro día.- dijo con una sonrisa traviesa, sacudiendo su cabellera con su mano derecha. -¡Nos vemos!- exclamó nervioso, escapándose de Selena.

Ésta sin embargo volteó y en cuanto dio un solo paso, pero muy apresurada, se encontró con la presencia del mejor amigo de Joe. Ella se sonrojo al haber chocado con él, y haber sentido tan cerca su respiración. Ambos se miraron a los ojos, y en cuanto Joe notó esto, se puso en medio de los dos, avergonzándolos a ambos.

-Entonces… creo que irán ustedes solamente.- decía Joe, molesto.

-Lamento que no puedas ir amor.-dijo la chica rubia, desamparada.

-No te preocupes Taylor, te veré en cuanto lleguen de vuelta.- Joe se agachó a abrir su inmenso bolso, y de éste sacó una bolsa algo grande y pesada. Volvió a levantarse y se la pasó a Selena. –Ahí tienes, para que puedas acostarte calentita.

-Gracias, Joe… recuerda cuidar a Miley, y darle de comer. También recuerda que la comida está dentro del horno y la otra en el congelador.

-Si Selena, no soy un idiota bueno para nada.- dijo frunciendo el seño. Entonces, ahí aparecieron todos los estudiantes, ya que llegaron los buses que lo llevarían al lago. Taylor besó finalmente a Joe y se alejó de él, junto a David, su amigo. La última en despedirse fue Selena, quien se había quedado a abrazarlo. Ambos se miraron con bastante cariño y se fueron por caminos distintos. Joe subió al segundo piso de la Preparatoria a ver mejor como el bus donde su hermana, su amigo y su novia se iban. Suspiró por un momento y volvió a bajar a cumplir con su trabajo. Limpiar las pizarras.

Ya había limpiado unas cuantas pizarras, les quedaban solo 4 por limpiar, pero después… ¿qué haría en toda la tarde? Su hermana, a quien consideraba su mejor amiga, se había ido; al igual que Taylor y David, sin mencionar a los chicos del equipo de fútbol. Estaba solo, bueno… con Miley, pero sería distinto de cualquier modo. Terminó con el castigo y se dirigió hasta la cocina a comer algo. Todo iba bien, las cocineras lo conocían como hueso santo, y es que llevaban tiempo de conocerse. Joe era conocido en la preparatoria por llevarse bien con todo el mundo.

Mientras él veía la televisión, y comía un panqué, vio como Miley entraba a la cafetería, con una chica que se veía de la misma edad que su pequeña hermana. Miley pudo notar a Joe, al final de la columna de los mesones y se dirigió hasta él con una sonrisa en el rostro. Joe saludó a las dos con mucho afecto y les invitó a sentarse a la mesa.

-Hola Miley, hola…- Joe mientras intentaba descubrir el nombre de la chica, haciendo una mueca divertida, causándole gracia a la amiga de Miley.

-Me llamo Demi.- dijo ella, posando una dulce sonrisa sobre su rostro.

-Lindo nombre.- dijo él, luego volteó a ver a Miley. -¿Qué piensan hacer ahora?

-Yo quería ir de compras pero Demi quería ir a casa a jugar nintendo.- respondió Miley, irritada, volteando a ver a Demi.

Joe miró sorprendido a Demi, quien sonreía ingenuamente. -¿Juegas Nintendo?

-Si, con mi hermano y un amigo, siempre jugamos cuando estamos en casa.

-Wow… también juego nintendo y play station.

-Yo también juego pero no soy una obsesionada como ustedes.- decía entre suspiros.

-No importa, no entenderías el sentimiento de jugar ni aunque te golpeasen en la cabeza.- dijo Joe entre risas, donde Demi también se incorporó a ellas.

En ese momento Miley suspiró aburrida y volteó a ver a otro lado, y se sorprendió al ver quien estaba detrás de las ventanas, su gran enemigo, Nick Swift, hermano de la novia de Joe. Ellos dos siempre se odiaron y no porque si, él la atormentó desde el primer día de clases. Siempre la trató como si fuese basura y se creía lo mejor por jugar al fútbol junto a su hermano. Simplemente hubo una vez que le habló de buena gana, y fue solamente porque necesitaba el libro de historia, porque el imbécil había olvidado el libro en casa. Tuvieron que compartirlo, Miley tuvo que soportar la horrorosa presencia de Nick cerca de la suya.

Miley entonces aprovechó el momento en que su mejor amiga y su hermano hablaban con bastante fluidez, como para encontrarse con él en el baño. Habían asuntos que debían arreglar y ahora sería mucho más fácil hacerlo, gracias al hecho que no estaban sus amigos para defenderlo. En cuanto llegó hasta la puerta del baño, se lo encontró ahí, lavando su cara como si nada. Lo miró desafiante y entró al baño, cerrando la puerta con seguro.

-¿Qué quieres?- preguntó Nick molesto, tomando una postura brava.

-Quiero saber por  qué diablos me haz hecho la vida imposible desde siempre.- contestó Miley, firme sin dejar de mirar a Nick, quien estaba acechado por dentro.

sábado, 28 de enero de 2012

¿Dónde está Miley? {5º Capítulo} "Sobre su colchón"

Los días habían pasado y Miley no salía de su cuarto. Selena y Demi estaban muy preocupadas por ella ya que no hallaban la manera de hacerla sentir mejor. Ya no había ni ruido en la casa, en una de las conversaciones más duras que hubo entre Robbie y Miley, él le dijo que debía ocultar el secreto que ni siquiera podía contárselo a las chicas. Robbie llegó a la conclusión que quizá Miley estaba triste sobre eso, sin saber realmente las intenciones que Nick tenía con Miley. Todo era tan confuso para Miley, algo vivido por primera vez.

A estas alturas a Miley Cyrus ya no le importaba lo que la gente pensase sobre ella. Todos decían que era una adolescente consentida, rebelde y mimada; alguien que solo se preocupaba por ella misma, en fin, todo eso… quizá era cierto, pero ahora no le importaba. Ellos simplemente no estuvieron en sus zapatos en el momento que vio como su padre agredía mental y físicamente a su madre; el momento cuando ellos se divorciaron; cuando uno de sus estúpidos novios la ofendió frente a sus amigos; sentir el constante poco interés que sus padres le prestaban; saber que su padre iba a ser asesinado y hasta quizá podrían matar a la familia completa y finalmente, ser acosada por su supuesto guardaespaldas. Su vida era un desastre.

Pero entonces ella misma decidió que no podía seguir así. Se levantó del marco de la ventana, ventana que no había dejado de ver desde “ese día” Tomó su celular y le marcó a Liam, su novio. Él debía saber lo que sucedía, hace muchos días no hablaba con él, ni siquiera le había dicho que estaba en la India. Él debía estar furioso con ella, y lo entendía.

Miley lo llamó de su celular, y poco le importaba que le costase una millonada, después de todo, su padre era millonario. –Hola.- dijo ella, tímidamente.

-Miley.- decía Liam, en un tono cortante. – ¿Así que ahora recordaste que tenías un novio, no? ¿O acaso esta noche te sentiste sola y necesitabas de un hombre con quien contar?- mofo él, muy burlesco, molestando a Miley.

-Liam no seas cruel, por favor. Esto es serio.- le rogaba Miley, apunto de romper en llanto.

-Está bien, te escucho.- contestó Liam, agobiado.

Miley le contó con lujo y detalle la forma en que Nick, su guardaespaldas, se había lanzado contra ella de una forma poco caballerosa. Miley hablaba de una forma muy emocional, mientras que Liam se aguantaba cualquier impulso de gritarle. En el momento que Miley terminó de narrarle la historia y la forma en que su guardaespaldas la acosaba, tomó un largo respiro y terminó por decirle que no quería a nadie más que no fuera él. Liam se quedó en silencio por varios segundos, y actuó de la forma contraria a la que Miley pensó.

-Qué mentirosa eres, Miley.- dijo Liam. –Es enserio, si hubiesen premios a los mejores mentirosos, te llevarías de inmediato todos los premios.

-¿Qué?- preguntó Miley, sin darle crédito a lo que oía decir de la boca de su amado. –Liam estoy diciendo la verdad.- decía Miley, aferrándose a lo que decía.

-Miley no te hagas la inocente ahora. ¿O acaso crees que no sé lo que pasa en las noches cuando supuestamente estás con tus amigas y finalmente tú estás en las discotecas? ¿Sin mí?- preguntó Liam, indignado. –Miley sé que me haz sido infiel infinitas veces, así como también sé que te acuestas con cualquier tipo que se te cruce en tu camino. De hecho… en la preparatoria, todos hablan de ti y de tus amigas como las pequeñas zorras del West High.

Miley no podía creer lo que Liam le decía. Le estaba diciendo zorra, encima faltándole el respeto, pasándola a llevar en todos los sentidos. Ella se rompió en llanto pero intentó disimularlo lo más posible frente a Liam, volvió a tomar el teléfono y se dispuso a seguir a hablar con Liam.

-Entonces si soy tan zorra como dices que soy, ¿por qué diablos me pediste ser tu novia?- preguntó Miley, duramente.

-Pues… porque eres linda y se supone que los deportistas de la preparatoria deben estar con las animadoras. Siempre ha sido así, Miley.

-Pues búscate a otra animadora y olvídate de mí, yo ya no quiero nada contigo.- dijo Miley.

-Bien… si eso es lo que quieres… que se haga lo que diga la princesa.

-¡No soy una princesa, muérete!- le gritó Miley, devastada.

Miley cortó de inmediato con Liam y pudo llorar tranquilamente. Dejó caer su cuerpo al piso y se inundó en tristeza. Su duda al fin se había aclarado, todo el mundo pensaba que era una zorra. Liam se enteró que le había sido infiel, y que se acostó con un tipo, pero… rayos, no hallaba solucionar eso. ¿En qué momento se convirtió en aquello? Simplemente la vida, malas experiencias y la mala junta le habían pegado esa costumbre. Pero ya no más.

Sabía perfectamente que no era santa, tampoco intentaría serlo, pero sería mejor. Ya no sería la misma chica que antes. No, ella volvería a renacer desde las cenizas a pesar de tanta negatividad. Para empezar, dejaría de ser tan fría con sus acciones; no intentaría complacer a los otros, solo a sí misma; ya no iría tanto a las fiestas, de hecho, estaba dispuesta a no tener novio y preocuparse solo de ella; Selena y Demi demostraron ser sus verdaderas amigas, por lo que les debía toda la confianza del mundo. Miley se encontraba bien, a pesar de todo, se encontraba bien. Cada vez que caes, debes volver a levantarte, y Miley intentaría ser mejor persona, no por lo que los demás hayan dicho de ella, sino por su propio bien.

De repente, la puerta sonó en pequeños golpes, muy débiles. Miley secó sus lágrimas y se levantó del suelo para ir a abrir. Tomó un respiro y la abrió. Se sorprendió a ver a aquel hombre frente a su puerta, quiso cerrarle la puerta en la cara, pero la fuerza de él era mayor. Miley le miró enojada y retrocedió. Esperó a que él entrara al cuarto, irritada, ya que no sacaría nada con empujarlo hasta afuera porque él lucharía por hablarle. Suspiró ahogadamente y cruzó los brazos a esperar a oír lo que él tendría que decirle.

-Así que te haz dignado a abrir la puerta.- dijo él, serenamente.

-Tenía hambre, tampoco iba a pasar el resto de mis días encerrada aquí.- contestó Miley, sublevada.

-Me parece bien.- contestó Robbie Cyrus. –Miley, ven aquí.- tomó su mano y la llevó hasta la terraza a sentarse a ver las estrellas. Miley lo miraba atento y molesta por el hecho de que precisamente ahora se estuviera acercando tanto a ella cuando tuvo 17 años para hacerlo y nunca lo hizo. –Hace años atrás, hice negocios con la Mafia. No pagué a tiempo y ahora aunque pagase no me dejarían tiempo. Ellos me buscan para asesinarme, Miley.- fue precisamente en ese momento en que los ojos de Miley se llenaron de lágrimas nuevamente, Robbie se había quedado en silencio por un breve momento a causa del suspenso. –Cuando muera, tú heredarás todo esto y tendrás que protegerlo como hueso santo, ¿entendido?

-Pero papá, yo…

-¿Entendido?- preguntó él, insistente.

Miley bajó la mirada y soltó la mano de su padre. –Entendido.- contestó ella, muy triste. Lo siguiente que escuchó fue como su papá se levantaba del asiento y se iba del cuarto. Debió haberlo imaginado, él necesitaba que alguien cuidase sus cosas y siguiera con la línea y Logan era muy inteligente como para meterse en un negocio tan macabro como el de su padre.

Las horas habían pasado y la capa de misericordia que la luna dejaba sobre la India era inmensa. Las estrellas se veían hermosas, Miley las observaba constantemente titilar, parecía que esa era la única compañía que tenía porque sus amigas habían decidido ir a conocer la India, no las culpaba sobre eso, de hecho Miley fue quien las obligó para que fueran, no tenía ni una gracia ser vista por ellas llorar. No, ella estaría mejor sola.

Había perdido la cuenta de hace cuantos días no se había preocupado en sus cuidados personales. Así que se dirigió al baño y se duchó. En cuánto salió del baño, que no estaba más que vestida con una simple toalla cubriendo su cuerpo desnutrido y deshidratado, dejando caer pequeñas gotitas que caían desde su cabellera. Se sentía mejor estando limpia, por lo menos sus pensamientos eran más claros. Pero en cuánto se encontró con esa presencia masculina dentro de su cuarto, a Miley se le detuvo el corazón, metafóricamente. Sus piernas temblaban, no importara cuanto lo negara, A Miley Cyrus si le atraía Nick Jonas, siquiera un poco.

Nick estaba sentado sobre la cama, leyendo un libro, como de costumbre, miró como si nada a Miley, sin siquiera llamarle la atención que estaba solo con una toalla en su cuerpo desnudo. Miley tomó su celular que estaba a un palmo de donde Nick estaba sentado, e intentó no mirar esos hermosos ojos negros que tanto le intrigaban. Sus ojos eran un misterio.

-Veo que… haz vuelto a la soltería.- dijo Nick, serenamente.

-¿Qué? ¿Cómo lo sabes?- preguntó Miley, confundida.

-Revisa el mensaje que te envió.

Miley le hizo caso e inmediatamente desbloqueó su celular. Se dirigió a mensajes y vio una horrorosa foto donde él salía con Laura Griffin, una soportable chica de su salón que siempre la había odiado, besándose apasionadamente. A Miley le dolió esta situación pero no lo suficiente como para llorar, se dio cuenta de la basura que era Liam y lo tonto que fue al haber perdido tiempo con él. Miley elevó la mirada y se dio cuenta de que Nick estaba a un lado de la ventana, observando las estrellas. Ella se acercó hasta Nick, sin mirarlo en absoluto, imitó su acto de estar mirando las estrellas.

-Hubiese sido mejor que no le contaras nada sobre tu traición.- dijo Nick.

-Fue lo mejor y me ayudó a ver la clase de persona que era Liam, que no resultó ser más que una basura.- suspiró Miley y tomó delicadamente el rostro de Nick, encargándose de hacer contacto visual. Nick al principio solo vio los labios de Miley y lentamente elevó la mirada. Ambos se miraban profundamente. –Sé que no soy la victima y sé que tengo muchos defectos, pero estoy dispuesta a mejorar como persona, volver a ser lo que solía ser y tener algo positivo frente a tanta cosa negativa.

-Sé que lo lograrás, eres fuerte.- dijo Nick. –Y es en todo sentido, aún me duelen…- Nick bajó la mirada hasta “sus miembros” y volvió a mirar a Miley, quien lo miraba divertida. –Estoy adolorido, ayer me quejaba mucho. ¿Sabes que gracias a eso podrías dejarme infértil?- preguntó Nick, riendo.

-Bueno… podrás tener sexo sin culpa.- dijo ella riendo también.

-No es la idea… aunque tampoco me gustan los niños.

-¿Nunca haz pensado en ser algún día un padre?- preguntó Miley, extrañada.

-Creo que lo seré algún día pero por ahora, no tengo apuro. De hecho no quiero tener hijos, no antes de 10 años más.

Miley asintió y se dirigió hasta la puerta, le puso portillo y volvió a mirar a Nick. Ella lo miró ingratamente al notar que Nick veía su trasero al caminar, éste simplemente sonrió ingenuamente. Miley fue hasta uno de sus muebles y sacó un pijama limpio, volvió a mirar a Nick.

-Me tengo que vestir.

-Pues hazlo, a mí no me molesta.- dijo Nick, aún sonriendo.

-No pero a mí si.- dijo Miley, abrió la puerta del baño y volvió a mirarlo. –Me vestiré en el baño, tú si quieres te vas o ves la televisión.- dijo Miley finalmente, cerrando la puerta.

Miley se dio todo el tiempo del mundo para vestirse. Había escogido un pijama rosado, uno de sus colores favoritos que la hacían sentir femenina. Se puso sus shorts y luego su polera sin mangas. Se dirigió hasta el espejo y se quitó los lentes de contacto. Miley miró sus ojos y pensó que quizá debiese dejar de usarlos, la perjudicaba la mayoría de las veces y no aumentaba su visión. Se lavó los dientes y secó su cabello. Luego se lo peinó con bastante dificultad ya que naturalmente su cabello era semi ondulado. Finalmente se retocó un poco, posó frente al espejo y salió de su cuarto. Miley Cyrus se llevó un gran susto al encontrarse con los grandes ojos de Nick, tan cerca suyo, literalmente a unos milímetros de distancia. Él se encontraba observándola profundamente a los ojos, había descubierto el verdadero color de sus ojos.

-Bonitos ojos, no entiendo por qué usas lentes de contacto.- dijo Nick, confundido.

-Es porque me canse que la gente siempre estuviese preguntando de por qué mis ojos son así.- contestó Miley, molesta.

-¿De qué hablas? Encontrar ojos como los tuyos sería una búsqueda que no tendría sentido porque solo tú lo posees. Tienes suerte de ser distinta.- le dijo Nick sonriendo.

-¡Qué mentiroso eres! Odio mis ojos y deja de mirarlos.- gritó Miley, riendo, tapando sus ojos con ambas manos.

Entonces Nick las baja delicadamente, mirando cautivamente los ojos de Miley. –Tus ojos son tan especiales como tú lo eres Miley Cyrus, ¿acaso no lo entiendes? Los ojos son la ventana del alma, y tú… tienes una hermosa alma que aún no ha salido a luz por múltiples factores. Pero no te preocupes, prometo no fallarte nunca, intentaré demostrarte que vales oro.

-Nick…- susurró Miley, sorprendida por todo lo que Nick le dijo.

Ella había cerrado los ojos e inclinado sus labios para que los besara, y Nick aunque moría por hacerlo, decidió que lo dejarían para después. Simplemente besó su frente y tomó su mano, guiándola hasta su cama. Dejaron las cortinas abiertas para observar el gran paisaje que la India les otorgaba. Mientras Miley se acomodaba en la cama, Nick fue a apagar las luces y se sentó a un lado de donde Miley estaba sentada. Nick simplemente miraba de una forma muy peculiar a Miley que ella misma decidió no referirse a hablar por el momento.

-Creo que debería irme a mi cuarto, si alguien me ve aquí…- interrumpido.

-Por favor quédate, por último mañana te vas al amanecer.

Nick se resignó a aceptar esa proposición y acostarse con Miley. Inmediatamente Nick la abrazó y ella a él, mientras que Miley acariciaba la cabellera rizada de Nick, él acariciaba su espalda. Ambos se susurraban cosas al oído, cosas que olvidarían al amanecer. Cuando Miley se quedó totalmente dormida, Nick sonrió para sí mismo y besó su mejilla, cerca del labio. Susurrando dos palabras claves para él: “Algún día…” con cierto tono de esperanza e ilusión. Pocas horas más tarde, un gritó alertó a toda la mansión. Miley fue la primera en levantarse y mirar aterrada a Nick. Éste, por su parte, encendió la linterna de su celular y la mano de Miley, caminando juntos hasta donde se había escuchado el grito. Miley se sorprendió al darse cuenta que el grito de hace un rato provenía del cuarto de su padre. Antes de que Miley abriese la puerta, Nick se lo impidió y decidió que él abriría la puerta, escondiendo detrás suyo a Miley. En el momento que Nick vio el interior del cuarto de su jefe, se le cayó la cara de la impresión. Intentó por todos los modos que Miley no viese tal escena, pero ya era tarde.

-¡Papá…!- gritó Miley desgarradoramente, al ver el cuerpo muerto de su padre sobre el colchón, manchado de sangre.

Miley corrió de inmediato hasta el colchón donde su padre estaba acostado. Las luces se encendieron y de repente el lugar donde Nick estaba, se llenó de los que presentes en la mansión. Todos miraban muy tristes la escena, el ver a Miley llorar desesperadamente sobre el busto de su padre. Nick decidió no entrometerse, no por el momento, y sin darse cuenta, Logan ya había entrado e ido hasta donde Miley se hallaba. La apartó de su padre fallecido y la abrazó con fuerzas.

-Dime que esto no es cierto, por favor…- le rogaba Miley a Logan, cuando ambos sabían la hiriente verdad.

viernes, 27 de enero de 2012

Luz de mis Ojos //11º Episodio// {Mucho mejor estando juntos}

-Severus…- miraba Hermione a Snape ilusionada, quedándose ahí boquiabierta, esperando a que Severus caminase hasta ella. Así fue.

Severus Snape caminó lenta y apreciativamente hasta donde se encontraba parada Hermione, sin que ésta se alejara, simplemente quería sentir la piel de Severus rozando la suya. –Hermione, sé que no me quieres escuchar, pero antes de que me vaya definitivamente, quiero hacerte saber la verdad. Mereces saberla.- decía Snape, en un tono melancólico.

-Bien…- dijo ella, en un tono serio, sin salir del cuadro de emoción donde ella estaba. –Dime.

-Es verdad. El señor tenebroso mandó a que me aliase a alguien cercano a Potter para sacar información de él y matarlo lo antes posible. No quise tomar esa decisión, pero… no había de otra. Nunca quise involucrarte precisamente a ti, simplemente cuando te castigué y pasamos más tiempo juntos, se dio la oportunidad de seguir el pie del plan, pero, lo había olvidado por completo, créeme por favor. Porque, yo en verdad te amo, aunque no me creas.

Hermione abrió los ojos de par en par, anonadada por el momento. –Severus…- inmediatamente éste la interrumpe y sigue con la historia.

-Ahora él ha mandado a asesinar a todos los sangre…- en ese momento, la palabra que iba a decir Severus, la quiso cambiar de repente a causa de su pequeña amada. –Los impuros, simplemente para desviar la atención y matar a Harry en el momento que él menos lo sospechase.

-Pero… ¿cómo es que Draco también estuvo involucrado con esto si ustedes se ven tan… distintos?- preguntó Hermione, confundida.

-Aunque no lo creas, Lucius no siempre estuvo presente en la vida de Draco. Narcissa y Lucius estuvieron 3 años separados, en ese lapsus de tiempo, Narcissa entró a un manicomio porque todos pensaban que estaba cuerda, al igual que Bellatrix, su hermana, puede que más. Yo cuidé a Draco como si fuese mi hijo, luego cuando Lucius volvió, se encargó de lavarle el cerebro y hacerle creer que yo solo era su profesor, y un ser detestable que debía ser respetado.

-Eso… es terrible.- exclamó Hermione, apenada, sin dejar de ver a Severus.

-Si… quise a Draco, y lo sigo haciendo como si fuera mi hijo. Pero supongo que… tendré que acostumbrarme a la idea que tú lo amas a él, y la verdad lo entiendo, es 23 años más joven que yo, cómo podría competir con ello…

-Draco si me atrajo y creo que mucho, pero… nunca lo lograré a amar como te amo a ti, Severus. Porque eres el único hombre a quien amo con locura y podría perdonarlo y caer a sus pies sin importar nada.- dijo ella, esbozando una sonrisa, estallando en un llanto de alegría, haciendo sentir a Severus el hombre más feliz del mundo.

-Hermione, no tienes ni idea de cuanto sufrí al creer que nunca más volvería a escuchar eso de tus hermosos labios color carmesí.- dijo Severus, emocionado, sin dejar ver ese sentimiento, claro, ya que él era Severus Snape. Sin embargo, eso fue todo lo que Hermione necesitó para volver a sentirse bien.

Severus no dudó ni un segundo más en correr en búsqueda de los labios de Hermione y penetrarlos, algo con lo que había fantaseado tantas veces en sus sueños desde que Hermione había desaparecido. Dios… ¡sus labios eran exquisitos! Ella era tan apasionada, sin contar que poseía todas las características que amaba en una mujer. Su pequeña amante volvía a sus brazos, y recordaba como nunca en su vida había sido tan feliz como cuando besaba a Hermione o simplemente cuando estaba con ella. Su mundo recobraba sentido.

En el momento que el beso se hacía cada vez más apasionado, Hermione ahogaba gemidos dentro de la boca de Severus, algo que le provocaba bastante excitación. Hermione no aguantó más aquel calor en su cuerpo, ese calor que corría por sus venas la estaba quemando en ese preciso momento. Simplemente Hermione se separó y como estaba solamente con una toalla, la dejó caer hasta sus tobillos, dejando al descubierto su intacto cuerpo, aún de una niña pasando a la faceta de mujer.

Severus se quedó boquiabierto, su amada se le estaba entregando no solo en alma sino que también en cuerpo. Eso indicaba que Hermione en verdad lo amaba, tantos años fantaseando con esa escena, esa escena de tener a Hermione desnuda sobre su colchón estaba apunto de hacerse realidad. Y fue precisamente por eso mismo que Severus quiso detener el juego.

-Hermione, vuelve a ponerte la toalla. No haré el amor contigo, por lo menos no hoy.- dijo él, seriamente.

-Pero, Severus…- se miró de pies a cabeza a ella misma, y apunto de romper en lagrimas, le lanza una mirada acusadora –Me tienes desnuda frente a ti con la oportunidad de ser tuya, y tú me rechazas de la forma más miserable… eres un… un…

-Un hombre que te ama. Hermione yo te amo por ser tú, sé que no me entiendes ahora, de hecho a través de tu mirada sé que estás furiosa pero… ahora tú no estás preparada para perder tu virginidad. Yo te esperaré todo el tiempo que quieras, porque quien te ama no te forza a nada y ahora que sé que piensas que tener sexo conmigo sería un buen hecho, no lo es para nada.

-Puede que tengas razón…- decía Hermione, rodando los ojos.

-Sé que la tengo.- dijo Severus en su típico tono de sabiduría, besando a Hermione en la frente. Hermione era la única persona que conocía su lado más sensible, y no sabía si era bueno o malo pero no le gustaba hacer eso, simplemente era inevitable no hacerlo.

Severus levantó la toalla y cubrió el desnudo cuerpo de Hermione con mucho cuidado. Hermione lo miró con mucho amor y volvió a besarlo, esta vez, solamente con ternura y amor.

Horas más tarde, Hermione llegó a la sala común de Gryffindor, con una gran sonrisa en su rostro, y muy distraída, en todos los sentidos. Ella estaba con un vestido floreado de pijama, sosteniendo sus zapatos colgados de ambas manos, y con el cabello rebelde, pero sin perder la hermosura de éste. Hermione miraba el techo sin deshacerse de su sonrisa risueña. Si no hubiese sido porque la voz de Harry la alertó, hubiese seguido en las nubes.

-Hermione, ¿por qué traes esa sonrisa?- pregunta Harry, en un tono curioso pero muy feliz por su amiga.

-Harry, no me creerás esto.- decía Hermione entusiasta, aún con su enorme sonrisa. Se sentó frente de Harry, en un sillón, y comienza a narrarle emocionalmente la historia. -¡Severus y yo nos reconciliamos!- Antes de que Harry pudiese abrir la boca, Hermione siguió diciendo la historia, callándolo todo el tiempo para impedir decir algo que pudiese desanimarla.

Varios segundos después de que Hermione haya terminado de contar la historia, Harry habló por primera vez después de tanto rato. –Vaya… me alegro Hermione, mereces estar con alguien que te ame y tú a él. Es increíble que de los tres, dos estén de novios, y yo aquí esté solo.- decía él, con una sonrisa rota sobre su rostro, algo que preocupó a Hermione.

-Harry, aún puedes luchar por Ginny, ella y tú…- esta vez, Harry interrumpió a Hermione.

-No Hermione, no lo vuelvas a decir. Lo poco que creí que había de mí y Ginny, se esfumó más rápido de lo que pudieses decir perjurio.- dijo Harry, irritado.

-Pero… Harry, ¿qué ha pasado? Hace 1 año siempre me comentas lo linda que está Ginny o cosas su cabello, pero ahora… parece que la odias, ¿qué pasó?

-No la odio, sería incapaz de odiarla.- dijo él en un tono grueso.

-¿Entonces…?

Harry en ese momento miró triste a su amiga de cabellera rebelde y desgarró un suspiro ahogado por tanta tristeza. Harry se sentó al lado de Hermione y miró el suelo, como si fuera lo más importante del momento. A él no le salían las palabras, era como si tuviese un nudo en la garganta, ya que intentaba hablar y no podía. Se tomó un momento y miró fijamente a Hermione, tragando su pena frente a su amiga.
-El mes pasado llegué tarde aquí porque estaba tomando el té con Hagrid, se me hizo tarde y entré sigiloso por el castillo. El punto es que… Ginny estaba en el baño del segundo piso, besándose con Michael Corner…- decía él, intentando no derramar ni una lagrima. –Ambos se besaban apasionadamente y no lo sé… tuve que salir rápido de ahí para no causar una escena. Yo no podría… no frente a ella… quizá, fue lo mejor.

-Harry yo… lo lamento mucho, no lo sabía…- decía Hermione muy afligida por lo que Harry le contaba.

-¿Cómo ibas a saberlo?- preguntó Harry con una sonrisa fingida, disfrazando su pena. –Tú no estabas aquí, estabas en Londres, ¿recuerdas?

-¿Qué?- preguntó Hermione exaltada. –No es posible… ¿cuánto tiempo me quedé en casa de mis padres?

-Creo que un mes y medio o dos meses. No lo recuerdo muy bien.- contestó Harry.

-Vaya… no me di cuenta cuanto tiempo había pasado.- dijo Hermione. Miró a Harry de una forma consolándolo con la mirada. Enrolló el cuello de Harry con su brazo y lo abrazo. Éste con el abrazo que su mejor amiga le daba, no soportó más… las lagrimas habían brotado y simplemente caían, y aunque Harry intentase detenerlas, no podía. Hermione lo acariciaba y le decía palabras de consuelo, sin embargo, Harry no sentía nada, no escuchaba nada, ya que memorias de él junto a Ginny aparecían en su cabeza…

Flashback

(Hace 4 años atrás)

“…Harry se encontraba en la madriguera de los Weasley, desayunando cuando de repente llegó Ginny simplemente en un pijama de short y un una polera larga que le llegaba hasta el largo del short, muy despeinada; ella preguntaba donde estaba su vestido. Harry no dejó de mirarla y en el momento que Ginny se da cuenta de la presencia de Harry en su casa, lo mira horrorizada, corriendo a su cuarto. Ron bromea al decir que la expresión de Ginny se debió a que ella estaba locamente de Harry. Todos en la mesa rieron menos Harry y la señora Weasley, quien le golpea con el periódico en la cabeza. Desde ese momento, a Harry comenzó a importarle mucho más Ginny, mucho más que antes…”

(Hace 2 años atrás)

“…Harry se encontraba en su cuarto, leyendo un libro, cuando escuchó sonidos extraños en la sala común. Como era de madrugada, Harry salió con la capa de invisibilidad, intentando no llamar la atención de nadie. Al bajar a la sala común, se da cuenta de que la persona que tanto metía ruido a esas horas, era nada más ni nada menos que la pelirroja Ginny Weasley, que estaba bajos los efectos de la cerveza de mantequilla o del hechizo confundus. Harry fue a socorrerla para poder tomarla en sus brazos y llevarla hasta su cuarto. Pero Ginny en cuanto rozó la piel de Harry, casi cae al suelo por su mareo. Harry la alcanzó a tomar, pero en cuanto hizo aquello, ambos labios se rozaron entre sí por menos de un milímetro de segundo, pero ese milímetro de segundo bastó para quedar en uno de los mejores recuerdos de Harry…”

(Hace meses atrás)

“…Volvió a sentir los labios de Ginny sobre los suyos, y fue por voluntad propia. Ginny le abrochó los zapatos y miró los ojos verdes de Harry, y poco a poco se fue acercando a los labios de Harry, terminando en un corto pero hermoso beso. Encima… pudo coger su mano. Era muy feliz, llegó a creer que podría haber algo entre él y ella, pero todo eso acabó cuando vio a Ginny besándose con el cretino de Corner… toda esperanza se había esfumado…”

Fin Flashback

Harry había perdido la noción del tiempo, y seguía hundido en su profunda tristeza. Hermione, su amiga se quedó fiel como siempre, lo único que hacía era acariciarlo, porque parecía que las palabras sobraban. No era menos de las 1:30 de la madrugada, y ahí seguían los dos, uno llorando y otro consolándolo. La puerta se abrió de repente cuando alguien abrió la puerta. Hermione se levantó de inmediato a ver de quien se trataba, mientras que Harry intentaba secar sus lagrimas, y calmarse. No quería mostrarse débil frente a nadie. Pero, para sorpresa de ambos, no era ni un alumno molesto de su casa, sino más bien, era Ginny.

Hermione la miró algo incómoda y luego volteó a ver a Harry, dándose cuenta que él aún sentía cosas por Ginny. Harry miraba extrañado a Ginny, que al parecer tenía los ojos hinchados, lo que significaba que había estado llorando. ¿Por qué? A Harry le partía el alma verla herida, a pesar de todas las cosas, no le gustaba para nada verla mal.

-Creo que yo… me iré a dormir, estoy algo cansada así que nos vemos.- dijo Hermione, retirándose rápidamente de ahí.

Harry se levantó rápidamente, y miró confundido a Ginny, seguido de éste, Ginny hizo lo mismo que Harry. Ésta caminó hasta donde se encontraba parado Harry. Ambos se quedaron mirando por un largo rato, hasta que Ginny tomó la mano de Harry y lo llevó hasta los primeros escalones que estaban a la vuelta de los sillones. Escaleras que llevaban a los cuartos de los chicos. Ginny miró curiosa a Harry.

-¿Por qué haz estado llorando, ojitos?- Preguntó Ginny, preocupada.

Harry sonreía en su interior. Ginny le puso ese apodo hace unos años atrás, a causa que una vez, Harry se había caído y sus gafas se rompieron. Como Hermione no estaba cerca para repararle las gagas, Harry fue obligado a usar las gafas rotas, que poco le ayudaban. Entonces la angelical de Ginny, quien estaba saltando dentro del castillo, vio el estado de las gafas de Harry y sin aviso alguno, las reparo con un simple hechizo. Harry le sonrió y le agradeció, y en ese momento, Ginny aduló por primera vez los ojos de Harry, diciéndole: “Lindos ojos Harry, no lo había notado” De ese momento, comenzó a decirle: “Ojitos”

-Creo que…- prosiguió Harry. –Se me juntaron cosas y penas pasadas. ¿Y tú? ¿Por qué haz llorado?- preguntó Harry, preocupado.  -¿Acaso Michael te trató mal?

-Es sobre Michael, pero no me trató mal, solo me aclaró la verdad y… terminamos a causa de esa verdad.- contestó Ginny, apenada, cabizbaja.

-¿Puedo saber esa “verdad”?- preguntó Harry, haciendo énfasis en la última palabra.

-Solo si prometes que después de que te lo diga, tú no me mirarás raro y seguiremos igual de siempre.

-Está bien Ginny, lo prometo, ahora por favor dime por qué terminaron.

-Bueno, yo…

Flashback

Ginny se encontraba triste, mirando a través de la ventana, la noche estrellada. Pensativa como siempre, siempre metida en los mismos dilemas de amor. ¿Cómo podría seguir con alguien que en verdad no amaba? Ginny era una de las jóvenes más codiciadas en Hogwarts, y muchos muchachos de distintas casas la deseaban. Sin embargo, Ginny no quería a ni uno, solo a uno, pero sabía perfectamente que ese amor no era correspondido. Fue entonces que buscó consuelo en alguien, y ahí apareció Michael Corner, abriéndole los brazos. Ella creyó fielmente que podría llegar a sentir algo por él, pero era hora de terminar con esa mentira. ¡Ella estaba enamorada de alguien más!

Entonces, alguien apareció de las sombras, nada más ni nada menos que Michael Corner, quien la mirada algo molesto. Él sabía la razón de por qué Ginny había estado rara y ya era momento de encararla.

-Así que aquí era donde te escondías cuando te buscaba, ¿no?- preguntó Corner.

-Michael, yo…

-Basta Ginny, creo que ya tuve suficiente. No quiero sentirme más como la segunda opción. Ambos sabemos que estás enamorada de Potter.

Ginny se quedó callada por un momento, sin dejar de verlo. Ella no lo negó en ni un momento, y por eso lo hacía más incómodo y triste. –Lo lamento Corner, pero no podemos seguir así.- dijo ella, nostálgica.

-Lo sé… pero te diré algo Ginny, a pesar de que seas hermosa, Potter está constantemente rodeado de hermosas chicas además de ti. Si se hubiese fijado en ti, el día del baile hubiese recurrido a ti en vez de a Cho en primer lugar.- dijo Michael, crudamente, haciendo llorar a Ginny, sigilosamente. Él tomó un breve respiro, y finalmente dijo. –Buenas noches Ginny, espero que encuentres a alguien que en verdad te merezca.- dijo él, marchándose del salón donde se encontraba, dejando a Ginny horriblemente mal.

Fin Flashback

Harry se quedó sorprendido al escuchar la versión de Ginny. Tenía varias ideas mezcladas en su mente. En primer lugar, ¡Ginny lo amaba! En segundo lugar, ¿cómo Corner pudo haber sido tan cruel al haberle dicho eso a Ginny? En su opinión personal, ni él sabía que estaba constantemente rodeado de chicas.

Harry no sabía qué hacer en primer lugar, tenía a Ginny llorando en silencio a sus pies. Pero… simplemente no hallaba las palabras para decirle que él también sentía lo mismo, o darle algún consuelo y desmentir lo que su ex novio había dicho. Entonces una idea “rebelde” se alumbró en el cerebro de Potter, miró a Ginny y tomó su mano. Ginny levantó la mirada, curiosa y antes de poder decir algo, Harry la besa brevemente. A pesar de que el beso haya sido corto, fue lleno de sentimientos, y nadie los veía así que podía besar a Ginny tranquilamente, a pesar de que su cuerpo haya estado en un momento fuera de sí a causa de sus hormonas masculinas.

Al termino del beso, Harry vio profundamente los ojos castaños de Ginny, quien mantenía los ojos sorprendidos, sin poder creer la conducta de Harry. Éste le sonrió y no dejó de sostener la mano de ésta. –Corner es un mentiroso. Si no pudo notar que yo solo veía a una chica a cada instante, o si lo hizo y nunca lo quiso admitir, fue porque sabía perfectamente en el fondo que yo estoy enamorado de ti, Ginny.

Ginny abrió los ojos de par en par y sonrió sin creerlo. -¿Qué tú qué Harry?

-Ginny, estoy enamorado de ti. La razón por la que lloraba era porque creí que amabas a Corner y…- sin poder terminar lo que quiso decir inicialmente, siente como alguien cae al pasillo donde ellos estaban.

Harry miró molesto a Hermione, quien se dio cuenta de inmediato que los espiaba. Hermione se levantó rápidamente y los miró avergonzada.

-Lo lamento chicos pero al menos… todos sabemos la verdad ahora. ¡Ambos se aman!- gritó Hermione, emocionada, haciendo que tanto como Ginny y Harry rieran. Ahora todo estaba mejor.

Luz de mis Ojos //10º Episodio// {Volver a Casa}

¡Hola seguidor@s! espero que estén bien. Bueno simplemente quería informar que si les interesa mis series de Harry Potter, que se vayan metiendose constantemente a la página porque publicaré más seguido. Este es el enlace:
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Aquí tengo muchas más novelas para que lean, y que también subo con más frecuencia. Intentaré subir lo más seguido, sin dejar a ni una serie de lado.
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Tras estar tanto tiempo sentada solitariamente en la arena de la playa, Hermione decide levantarse y seguir con su camino. Estaba naufraga dentro de sus pensamientos, herida y sin rastro de tener cura alguna para el dolor que sentía. Su corazón se había esfumado, todo lo que sentía era tristeza, estaba entrando en una inmensa depresión de la que no estaba segura si iba a salir o no. Amaría eternamente a Severus Snape, pero guardaría esos sentimientos hasta el final, porque ya no estaba dispuesta a seguir perdonándolo para nada, él seguiría haciéndola sufrir y ella decidió irse por el camino sano. Terminar.

Tomó su escoba y se elevó por los cielos. Faltaba media hora para llegar a casa pero no podía bajar la guardia, en cualquier minuto una catástrofe podría ocurrir y ella debía estar atenta. Vería a sus padres, ¿cómo sería el encuentro? Tenían una buena relación, Hermione los amaba demasiado, y sin embargo, sentía que algo había cambiado. Esperaba actuar normal y no levantar sospechas de algo raro. ¿Qué le habría dicho Dumbledore a sus padres? Esperaba que nada malo, para que pudiesen dejarla partir nuevamente, lo más pronto posible y luchar al lado de Harry y Ron.

Entonces, allí estaba, su dulce casa humilde. Aterrizó en el patio trasero de su hogar, e inmediatamente deshizo el hechizo que Harry había puesto sobre ella, un hechizo que era para ocultar su presencia en algún lugar. Hermione corrió hasta la puerta de entrada, golpeó la puerta y luego de un minuto largo de espera, su padre finalmente le abre. Éste le mira con mucho asomo, y Hermione lo abraza inmediatamente, muy fuerte, pero sentía que algo estaba fuera de orden. Su padre jamás se mostró tan frio frente a una demostración de cariño de ella. ¿Acaso ya sabían parte de la historia? No entendía nada, entonces se separó de su padre, y éste solo le miró y luego de un momento, sonrió débilmente, tranquilizando en algo a Hermione. Se adentró en su casa, y dejó su bolso sobre la mesa. Se dirigió hasta la cocina y ahí se encontraba su madre, cocinando en un profundo silencio. Se acercó tímidamente hasta su madre, tocio de mentira para llamar su atención, captándola, su madre camina rápido hasta donde se encontraba Hermione y la coge entre sus brazos, llorando y abrazándola. Hermione se sintió excelente al recibir ese abrazo de su madre, la escuchaba decir cuanto la amaba entre sollozos. De alguna forma, sentía que algo iba mal. Se retiró de la cocina y caminó hasta donde estaba su padre, charlaron por un rato hasta que Hermione se excusa diciendo que estaba cansada y que iría a dormir.

Pero la verdad, era que Hermione había guardado desde hacia bastante tiempo un nudo en la garganta a causa de Severus Snape. No dejaba de llorar, es más, parecía que cada vez más aparecían lágrimas. Pero entonces decidió que tenía que pensar en Harry y sus amigos, ¿cómo estarían? No hallaba ni una respuesta, solo deseaba que estuviesen bien. Pasaron las horas hasta que se hizo de noche, y ella seguía recostada sobre su cama, ni siquiera había bajado a comer, no tenía hambre, tampoco quería cuidarse a ella misma. Nueve y media de la noche y Hermione Granger siente como la puerta se abre, no volteó a ver de quien se trataba, simplemente lo ignoró.

-Hija…- escuchó Hermione la voz de su madre, incógnitamente -¿Está todo en orden?

Hermione no sabía como responderle, su voz estaba quebrada y sabía que su madre se daría cuenta de ello. Decidió tragar saliva y actuar como si nada, siquiera intentarlo –Si mamá, no te preocupes.- respondió ella, con poca fuerza, y su madre notó aquello.

Ella se acercó hasta Hermione, sentándose a un lado de ella. Acarició el cabello rubio de Hermione y habló dulcemente –Hermione, te conozco, soy tu madre, sé que algo anda mal. ¿Son problemas de amor, cierto? Por eso quisiste devolverte a casa.

De la nada, Hermione rompe en llanto y se levanta para abrazar a su madre. Al final, fue débil, siempre fue débil, pero no podía ocultárselo a su madre. Por lo menos ella le daría consejos maternales, que en algo podrían ayudarla.

-Por favor Hermione, dime qué pasó.

-Un chico… de mi escuela.

-Oh… entiendo.- respondió en seguida su madre –Te rompió el corazón, ¿no es así?

-Si… me usó para llegar a otra persona, que no era una chica, era un chico que… era su enemigo, quería hacerle la vida imposible. Y yo la tonta, me dejé llevar por mis malditos sentimientos. Ahora pago por mis estupideces.- dijo Hermione, resoplando.

-Hm…- fue el único sonido que salió de la boca de su madre, sonido que siempre hacía cuando pensaba en aquello. Hermione la miró atenta, esperando por lo que su madre iba a decirle. -¿Cuántas versiones haz escuchado?

Hermione se quedó pensativa después de eso. Era obvio que sabía perfecto que Severus la había engañado, sin embargo… no fue directamente de parte de él, digo… él estaba ahí, pero esa expresión sobre su rostro… la verdad aún estaba oculta. Hermione no sabía qué hacer, su madre siempre sabía como dejarla pensativa. Sin decir ni una palabra más, su madre salió del cuarto para dejarla pensar mejor. Por un largo rato pensó sobre esa situación y llegó a la conclusión que debía tragarse su orgullo y su tristeza y llamar a Severus Snape para conversar bien las cosas. Algo no había quedado claro entre ellos y era hora de averiguarlo.

Levantó su varita y se quedó examinándola por todos los ángulos. ¿Qué haría cuando viese a Severus? Ella era perfectamente capaz de caer a sus pies sin importar cualquier cosa. Volvió a esconderse entre las sábanas y repasó las cosas que pasaban, aún no sabía nada de Harry, en realidad no sabía nada de nadie, y eso la espantaba, necesitaba saber algo, siquiera una cosa muy pequeña. Pero nada aparecía, todo era un misterio.

Noches y días pasaron, Hermione aún no sabía nada. Muy pocas veces salía de su cuarto, y era solamente para comer y escuchar a su padre gritarle a su madre por cosas estúpidas. Se sentía extraña en aquel lugar… sabía perfectamente que esa era su casa, ese era su hogar, pero… no, algo en ella no lo pasaba, se sentía una extraña en un lugar que nunca estuvo. ¿Por qué? No lo entendía, solo sabía que Hogwarts era un mejor hogar que ese, después de todo era en ese lugar donde realmente vivía. Hogwarts era su hogar, y sus amigos eran su familia.

Los días pasaban y Hermione los encontraba una eternidad, ni siquiera sabía cuanto tiempo había pasado, pudo haber pasado un mes o una semana y ella no tenía ni idea, tampoco le interesaba saber. Entonces, era un día normal y temprano, tipo nueve de la mañana. Hermione recién se había bañado, habitualmente se bañaba tres veces al día, solamente porque sentir el agua correr sobre su cuerpo desnudo, era como librarse de todo sentimiento malo dentro de ella. La casa estaba vacía después de mucho tiempo, por fin podía respirar, pero a pesar de todo, volvería a su cuarto.

Entonces, un ruido como el de una bomba, se escuchó justo afuera de su casa. Hermione se aterrorizó, y solo se le ocurrió correr hasta su habitación, coger su varita y ponerse en postura para cualquier cosa que podría llegar a pasar. Salió fuera de su cuarto, bajó silenciosamente la escalera y esperó hasta que se abriese la puerta. Por un rato, nada pasaba, pero lentamente se abría la puerta, y Hermione transpiraba en frío. Esperó expectante hasta que se abrió totalmente la puerta. Hermione tomó firmemente su varita y estaba lista para lanzar cualquier maldición que se le cruzase por la mente, pero su estomago sintió una emoción gigantesca al darse cuenta de quien se trataba. Ella no pensó en nada, simplemente corrió hasta aquellos jóvenes que estaban delante de ella. Ron y Harry, estaban con algunas heridas, pero estaban bien. A la primera persona que abrazó Hermione fue a Ron, estaba feliz de volver a verlo, y luego, abrazó a Harry mucho más fuerte. Los miró a ambos emocionada y comenzó la charla entre ellos.

-¡Chicos! Los extrañe mucho pero… ¿cómo y por qué están aquí?- preguntó Hermione, confundida.

-Hermione, Hogwarts es un caos.- dijo Ron, desolado.

-¿Qué?- preguntó Hermione, anonadada.

-Es verdad Hermione.- contestó Harry, apoyando lo que dijo anteriormente Ron. –Ha habido muertes, no muchas pero aún así, no dejan de ser muertes. Las muertes no ha sido de alguien que seamos totalmente ligados, pero…- dijo Harry, haciendo una ligera pausa tormentosa, mirando cómplice a Ron.

-¡¿Pero qué chicos…?!- preguntó Hermione, exaltada e impaciente por oír la respuesta de ambos amigos.

-Todas las muertes que ha habido…- prosiguió Ron. –Han sido de estudiantes de Hufflepuff, y todos son sangre impura.- dijo finalmente. Hermione miró aterrada a Harry, y éste evitaba verla, simplemente por un hecho que ambos saben, solo que quieren negar.

-Harry… no pensarás que…- decía Hermione, palabras al azar.

-Lo lamento Hermione, pero es cierto. Primero empezó en Hufflepuff y luego irá con otra casa y así sucesivamente. Ni un impuro está a salvo.

-Es por eso que tú y Dumbledore decidieron enviarme lejos, ¿no es así?- preguntó Hermione, apenada.

-Era la única opción. Hermione, si te llegase a pasar algo jamás me lo perdonaría. Eres como una hermana para mí.- dijo Harry.

-Una molesta sabelotodo hermana, pero hermana después de todo.- siguió Ron, con una sonrisa rota sobre su rostro.

-Ow… ¡Chicos!- exclamó Hermione en un tono de dulzura y volvió a abrazar a los chicos, esta vez, a los dos juntos. Inmediatamente se separó y los miró seria. –Pero esta no es una lucha que solo a ustedes les pertenezca, ni a Dumbledore, ni a los profesores. Esta es una lucha que a todos nos incumbe.

-Pero Hermione…- quiso intervenir Ron.

-Nada de pero, iré con ustedes, yo quiero luchar, y sin mi cerebro, no podrán descubrir cómo es que algún mortifago está entrando al castillo a asesinar a los estudiantes.- dijo ella, firmemente.

Los chicos se quedaron meditando un rato en aquello que había dicho Hermione. Sabían perfectamente que Hermione era una genio, de hecho, ella era la persona más lista que alguna vez conocieron. Pero… arriesgarían su vida, y esa no era la idea. Por otro lado, muchas vidas estaban en juego, nadie debe morir… pero aunque uno no quiera, si pasará. Finalmente, Ron y Harry suspiraron al mismo tiempo y tomaron su decisión.

-Ve a vestirte, comeremos algo y nos vamos.- dijo Harry.

-Bien, la comida está en el horno y Ron…- habla, mirando fijamente los verdosos ojos de Ron. –No te comas todo, debe quedar suficiente para mis padres…-

En cuanto Hermione terminó de vestirse y arreglarse, salieron volando de aquella casa. Ella les dejó una carta a sus padres, diciéndole lo mucho que los amaba pero que era importante tener que irse por una buena causa. Llevaban horas viajando, y cuando llegaron a Hogwarts, ya era de tarde, tipo seis. Aterrizaron y guardaron de inmediato las escobas. Corrieron hasta la entrada y se encontraron con la profesora McGonagall.

-¡Chicos! ¿Hacia dónde se dirigen?- preguntó su profesora, insistente, y preocupada.

-A nuestros cuartos.- se adelantó Harry en responder.

-Bien, no salgan de sus cuartos hasta mañana.

-Si profesora.- respondieron los tres al mismo tiempo.

Los tres muchachos caminaron normalmente por los caminos de Hogwarts, guardando silencio a cada momento hasta asegurarse que nadie los espiaba por ahí. El ambiente estaba tenso, ni siquiera eso, estaba raro. No teniendo ni a Draco ni a Severus mantenía al ambiente en una calma abrumadora, y esa calma… mataba a Hermione. Era raro… tenía sentimientos encontrados. Draco era cruel, despiadado, hiriente y burlesco pero eso amaba Hermione… era raro, lo sabía perfectamente, pero no descartaba la posibilidad de estar algo atraída a Draco. Sin embargo, no sacaba de su mente a Severus, ese hombre robó todos sus sentidos y aún le provocaba escalofríos, algo que Draco nunca logró en ella, solo nerviosismo, pero nada más.

Llegaron a la sala común de Gryffindor y solo hablaron por unos minutos, de temas simples, decidieron finalmente que mañana hablarían mejor el tema de los impuros y que mañana harían algo para remediar la situación. Hermione tomó su bolso y se dirigió hasta la puerta, pero ambos chicos la arrinconaron allí.

-¿A dónde vas, Hermy?- preguntó Ron, inocentemente.

-Estoy exhausta con el viaje, tomaré una ducha para no tener que levantarme mañana temprano y tomarla.- dijo Hermione, segura de sí.

-Bien… ten cuidado, y no olvides la varita.- dijo Harry, dulcemente, depositándosela en ambas manos. –Nos vemos mañana a las 10 en el comedor.- dijo finalmente y ambos chicos fueron hasta sus cuartos.

Hermione caminó cautelosamente hasta los baños que estaban ahí mismo en su casa, gracias a Dios, estaba algo más segura. Se desvistió lentamente, examinando cada parte de su cuerpo, y antes de meterse a la ducha, puso la bata encima de su cuerpo desnudo y comenzó a aplicarse algunas cremas de baño. Los espejos eran gigantescos y se veía completamente todo lo que estaba detrás de ella. Acarició su cuerpo, y dirigió la mirada hasta sus piernas, lugar donde se aplicaba una crema color rosa. Hace tiempo Hermione no sonreía, pero ese día fue la excepción, en realidad ese día fue la excepción para todo, ya que en cuanto Hermione Granger volvió a levantar la mirada, vio reflejada la silueta del hombre que tanto deseaba en el mundo, Severus Snape.

Aquel hombre estaba más delgado y su rostro se veía poco humectado. Hermione no podía respirar a causa de las emociones que sentía en aquel momento. Ella volteó a verlo de pie a cabeza, algo en él había cambiado. Severus avanzaba a medida que Hermione retrocedía, hasta que Hermione se topó con el lavamanos y sintió la mano de Severus sobre la suya. Ambas miradas se encontraron, y las respiraciones estaban apunto de ser solo una.

-Te encontré…- dijo Severus en el típico tono frío que tiene él para hablar, pero con algo de emoción, y ternura que se sentía a través de su mirada. Hermione ya cedía a la atracción que Snape le provocaba. Era presa de un amor que nunca daría frutos… pero por primera vez en la vida quiso pensar en el ahora, y no en el después ni en lo que diría la gente después.