Ya era de tarde, del día 31 de octubre, y Joseph Jonas seguía con la misma rutina de siempre. Él amaba su trabajo, en realidad, no sabía si lo amara, pero era la única cosa que él podría decir que era bueno. Todo lo que se relacionara a asuntos de dinero, desafíos mentales, y negocios; Joseph Jonas, amaba ser parte de ello.
En su empresa, todos los empleados padecían de muchas diferencias, por ejemplo: las mujeres eran jóvenes, no sobrepasaban los 40 años de edad en el trabajo; contrario a esto, los hombres tenían más de 35 años para trabajar allí. Justo o no, Joseph no cambiaría esas “reglas” en su propia empresa.
Entonces, finales de octubre, Joseph se encontraba en su inmensa oficina, estilo romántico; acompañado con lo que parecía ser su secretaria, sexy secretaria. Esos dos pasaban mucho tiempo juntos, tanto, que el propio cuerpo de trabajadores pensaba que había un pequeño romance entre ellos dos. Sin embargo, Joseph nunca se había involucrado sentimentalmente con alguna de sus empleadas, al contrario, mantenía una clara relación asimétrica entre jefe y empleado. Pero bueno… aún eran rumores.
Joseph levantó la mirada para ver a su secretaria, y la contempló por un momento; ésta al darse cuenta de eso, lo miró siniestramente con una sonrisa sensual sobre su rostro. Dejó su pequeña libreta de apuntes de lado, y se sentó sobre el inmenso mesón de madera de roble de Joseph, y comenzó a hablarle, en un tono muy seductor.
-Vamos Joe… no finjas como si yo no te importo, ambos sabemos la verdad de todo.- dijo ella, en un todo divertido pero muy seductor.
-Allisyn, olvídalo, lo nuestro fue un breve romance de adolescentes. En su momento, me gustaste mucho, pero ya no, eso cambia, la vida cambia. Yo sinceramente no siento nada por ti, no por ni una sola mujer. Soy felizmente un soltero codiciado.- dijo él, muy orgulloso.
Allisyn, la alta y hermosa secretaria rubia de Joseph, poseedora de unos hermosos y exóticos ojos azules; se levantó furiosa del escritorio, sintiéndose muy humillada por su propio jefe. Era cierto, quizá Joseph y ella no terminaron de la mejor forma, y ella sabía perfectamente que su quiebre no fue por culpa de Joseph, pero ahora podía decir con toda honestidad, que fue una estúpida al dejar ir a un hombre tan codiciado como lo era Joseph. Dios… si tan solo hubiese sabido que 16 años después Joseph sería un estupendo hombre, de un cuerpo esculpido por los mismos ángeles, millonario y exitoso empresario, ¡nunca en su vida lo hubiese dejado ir! Ahora… a él ya no le importaba si la tenía desnuda a sus pies, no, él no caía dos veces bajo la misma trampa.
-Allysin, por favor hazme el favor de tomarte libre mañana, y si quieres toda la semana, o si quieres dejas de trabajar y te pagó el precio que pudieses ganar tres meses juntos.- dijo Joseph en una suplica.
-Tomo lo de renunciar, porque no te puedo ver sin mí a mi lado.- dijo ella muy triste.
-Por favor, estarás bien… y lo sabes, así que por favor vete y deja de hacer drama.- dijo él, prestándole atención a los documentos que antes leía.
Allysin se retiró de la lujosa oficina de Joseph, soltando un grito amargo, sin que le haya importado a Joseph, en realidad, esa mujer era lo que menos le importaba en el mundo, aunque ella supuestamente lo amase, y que sabía perfectamente que no era cierto, más bien amaba el hecho de que fuera un multimillonario. Sin embargo, ya nada parecía importarle en su vida, era aburrida, pese al hecho que estuviese trabajando en algo que a él le gustase, se sentía vacío al no tener a nadie a quien amar.
Pero, ¿de qué demonios hablaba? ¡Era Joseph Jonas! No necesitaba de una mujer a quien amar toda una vida, necesitaba de una mujer que satisficiese sus necesidades masculinas en una noche. Si, sus ánimos se elevaron ante aquella idea y decidió llamar a hermana, Hope Jonas, para ir a un bar e ir a bailar un poco. Era algo raro salir con su hermana, pero él no hablaba mucho con mujeres, a no ser que sea de asuntos laborales o que estuviese ebrio. Salió inmediatamente de su trabajo y se dirigió hasta la recepción, que hay estaba la secretaria general de la empresa. La única mujer empleada, que tenía muchos más de 35 años. Le guardaba mucho afecto a aquella anciana, y todo es porque fue una gran niñera que llegó a querer como una madre.
-Barbara, saldré con Hope. Vuelvo de vuelta de los festivos, ¿está bien?
-Si Joseph, no te preocupes.- contestó aquella anciana muy dulcemente. –Mándale saludos a Hope, y dile que espero con ansias que algún día me venga a ver.
-Está bien Barbara, intenta no salir muy tarde, no quiero que te pase nada si sales muy de noche.
-No te preocupes, pequeño Joe, estaré bien, sino, no hubiese vivido 63 años ya.- rieron ambos, con gusto.
Joseph se dirigió naturalmente a su estacionamiento privado, a ir a conducir su auto Nissan Qashqai, casi nuevo, recién comprado hace un año. Condujo hasta el departamento de su hermana menor Hope, y lo estacionó dentro del estacionamiento y bajó de su lujoso auto, color negro. Subió al departamento de su hermana, y sacó la llave que ella misma le había dado para que entrase cuantas veces quisiese. Ambos eran muy unidos, a pesar de ser tan distintos.
-¡Hope, ya llegué!- gritó Joseph, desde el living.
-¡Ok, espera un momento, me estoy arreglando!- gritó ella, desde su habitación.
-Oh, ¡por favor! Siempre te demoras más de una hora en arreglarte y yo quiero ir al pub ya mismo.- dijo Joseph, fastidiado. –Además, eres linda, no necesitas ponerte tanto maquillaje para estar conmigo.
-Ah si… eh…- sonidos raros salieron de la voz de Hope, sonidos que no le gustaban para nada a Joseph. –Sobre eso…- decía saliendo de su habitación. –Invité a mi novio.- dijo Hope, con una sonrisa nerviosa sobre su rostro, en un tono muy ingenuo.
-¡¿Cómo que novio?!- gritó él, enojado.
-¡Mi novio! Hoy te presentaré, y ahí si quieres lo rechazas o no, pero quiero que lo conozcas antes de juzgarlo. Por favor Joseph, hazlo por mí.- rogó Hope, en un tono suplicante.
Después de un rato de pensarlo, Joseph rodó los ojos y suspiró. –Bien… pero si llego a descubrir algo malo de él, olvídate que los dejo estar juntos tranquilamente.
-Bien, vámonos gruñón.- decía ella, tomando las llaves del departamento que estaban sobre la mesita de té, y con éste, Joseph siguiendo el paso de su pequeña hermana.
Joe conducía con mucha paciencia mientras conducía por las bellas y cuidadas calles de Chicago. Mucha gente decía que esa ciudad era aburrida, claramente no sabían lo que decían, porque para Joseph Jonas era todo un paraíso. Joseph tan metido dentro de sus pensamientos, pensamientos de asuntos laborales, se da cuenta que Hope lo había estado observando desde hacía bastante rato ya.
-Eh…- articula Joseph con su boca, mirando extraño a Hope. -¿Acaso tengo monos en la cara o qué?- preguntó él, con humor.
-No es eso… es solo que, eres bastante guapo Joe.- dijo Hope con una sonrisa deslumbrante sobre su rostro, sin embargo, Joseph no se sentía a gusto con la conversación que tenía con su hermana.
-Gracias Hope, también eres muy guapa pero… mira, yo no creo que la familia entre sí deba involucrarse… no sé si me entiendas.-dijo Joseph bastante disgustado.
-¡Joe! ¡Ni muerta saldría con mi propio hermano! Dije que eres bastante guapo, pero… no te dejas lucir. De hecho, guardas tu… esencia masculina bien en el fondo.
-Hope.- mira a Hope, seriamente. –No soy homosexual, y te lo he dicho cientos de veces.
-No hablo de eso, mira…- Hope miró desesperadamente a ambos lados de la calle, y como estaban cerca del pub, quitó la llave del auto, sin aviso alguno.
Joseph la miró extrañado pero antes de que pudiese decir algo, Hope le agarró del abrigo y se lo quitó bruscamente, también le abrió algunos botones de su camisa, y las mangas las subió hasta los codos. Finalmente, Hope revoloteó la cabellera rebelde de Joseph, transformándolo en un hombre mucho más sexy de lo que ya era antes del cambio de Hope le había hecho.
-¡Hope! Ahora me veo como un chiquillo rebelde.- exclamó Joseph, desconcertado, viendo su reflejo en el pequeño espejo que estaba sobre el volante del auto.
-Corrección, te ves como un chiquillo interesante y sexy para las mujeres. Además, vamos a un pub, no a un museo.- dijo ella divertida, saliéndose del auto de su hermano.
-Bien, pero ponte la chaqueta para tapar tus…- Joseph intentaba buscar la palabra para referirse dulcemente al busto de Hope, ya que el escote era muy pronunciado, y como hermano, no le gustó ver eso en su hermana.
-Ni lo pienses, tengo calor. Y ya basta de hablar hasta que entremos al pub.- decía Hope, divertida, adelantando el paso hacia el pub.
Entraron y lo primero que vieron fue el escenario, donde había dos chicos, un hombre y una mujer. Mientras Hope buscaba un lugar donde sentarse con su hermano, Joseph miraba curioso a la chica que cantaba. Sabía perfectamente donde la había visto, pero según lo que él sabía, ella se había mudado a Méjico, pero… estaba aquí… ¿sería una oportunidad que Dios le daba para luchar por ella? No sabía bien lo que pasaba. Entonces Joseph salió de su burbuja y se dirigió hasta donde se encontraba su hermana, quien le sonreía cómplice.
-Lamento decirte hermanito que… aquella chica que está cantando, tiene novio, de hecho, el novio es quien toca el teclado al lado de ella.
Joseph inmediatamente volteó a ver al chico que tocaba el teclado. Lamentó que aquella chica tuviera tan mal gusto como para fijarse en un rockero, muerto de hambre y que más encima con ese pelo largo podría fácilmente ocupar el champo de ella. Se emputeció frente a su hermana, quien se dio cuenta al notar como enterraba el tenedor en la mesa de vidrio.
-Joseph Jonas, para, la mesa es de vidrio. Puede explotar.- dijo Hope, calmadamente quien le arrebataba el tenedor.
-Lo siento…- dijo avergonzado.
Entonces, cuando el ambiente era tan cómodo y relajante, un joven de cabellera rizada y de unos profundos ojos negros, llega hasta la mesa donde estaban sentados los hermanos Jonas, sin invitación, incomodándolos a ambos.
-¿Quién eres tú?- preguntó Hope, irritada.
-¿Vieron a mi hermana, quien estaba cantando casi recién?- preguntó él con una sonrisa sobre su rostro, disfrutando la irritación de esa chica rubia, de ojos azules.
-Si, ¿y?- volvió a preguntar, irritada.
-Eh… bueno, ella los invitó a su mesa.- voltea a ver a Joseph, quien lo miraba indagador. –Creo que mi hermana te conoce a ti.
-¿Se acuerda de mí?- preguntó él, en un tono de susurro para él mismo, pero que Hope y aquel chico que recién había llegado lograron escuchar.
-Eh… mala suerte amigo, ella tiene novio.
-Ya se lo dije, pero eso no le impedirá seguir enamorado de ella.
-¡¿Qué?!- preguntó él exaltado y muy nervioso por decirlo menos. –Yo no estoy enamorado de ella…
-Si claro…- dijeron los dos, sin estar convencidos.
-¡Es enserio! Pero ustedes dos… que tanto dicen lo mismo al mismo tiempo, podrían terminar enamorados.- dijo Joseph, con una cara de asco.
Inmediatamente Joseph se levantó y se dirigió hasta le mesa de aquella jovencita morena y de una cabellera rebelde color negra. En el momento que Hope se levantó de la mesa, miró fijamente al joven que conoció hace pocos minutos y se rió en su cara. El chico sin lograr entender lo que sucedía, mira confundido a Hope y le pregunta…
-¿Qué es lo gracioso?
-Gracioso es pensar que mi hermano haya pensado que tú y yo podríamos terminar enamorados.- contesta ella, muerta de la risa.
-¿Y qué? ¿Acaso no lo crees posible?
-La verdad, no. Aparte yo ya estoy enamorada, de mi novio.- contestó ella sin despegar la sonrisa de su rostro. –De hecho, justamente hoy me iba a juntar con él.
-¿Ibas? ¿Acaso no vino? ¿Acaso tu enamorado tenía algo más importante que la persona que supuestamente ama?- hay los papeles cambiaron. Era él quien ahora sonreía y no Hope, ella se quedó pensativa mientras que el joven disfrutaba de eso.
-Mira quizá tuvo un problema y no es de tu incumbencia. Solo ten algo claro.- dijo Hope seria, acercándose nariz con nariz hasta ese joven. Lo miró directamente a los ojos y dijo sin piedad. –Esta será la última vez que nos veremos, así que sería imposible pensar siquiera que podríamos terminar enamorados.
-Quizá sea un enamoramiento espontaneo, ¿no crees en eso?
Hope no le dijo nada más y se dirigió hasta la mesa donde se había dirigido Joseph con la feliz pareja. Hope sonrió tímida ante la pareja y se sentó a un lado de Joseph, mientras que el otro chico se sentaba al lado de su hermana, quedando frente a frente, en una postura muy incomoda.
-Me llamo Hope Jonas, ¿cómo se llaman ustedes?- preguntó Hope, amigablemente sonriendo todo el tiempo.
-Me llamo William Bekket.- contestó el tecladista, novio de la chica que su hermano estaba enamorado.
-Yo me llamo Devonne Lovato, y él es mi hermano Jerry. Discúlpenlo si dijo alguna pelotudez, es un chiquillo simplemente.- dijo aquella chica morena, con una sonrisa tímida. Hope se dio cuenta de cómo Joseph no dejaba de mirarla. Eso no le gustaba para nada a Hope.
-¿Y cómo se conocieron?- preguntó la hermana de Joseph.
-Nos conocimos en la secundaria, íbamos juntos en el mismo salón y sin embargo no recuerdo por qué no hablábamos.
-Yo si.- contestó Joseph, interrumpiendo a Devonne. –Tu grupo de amigos me molestaban y yo en vez de enfadarme y encarar a ellos, lo hice con Devonne…
-Oh… si me acuerdo.- dijo ella, algo incomoda. –Esa noche lloré toda la noche… fuiste algo duro conmigo, pero gracias a ello, pude cambiar aspectos de mí que no me gustaban.
“¡Así que Devonne no me había olvidado!” Gritaba Joseph felizmente dentro de su mente, solo que no le agradaba que haya sido de esa forma. Se sentía horrible al haber herido a su amada secreta…”
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