miércoles, 18 de enero de 2012

Luz de mis Ojos //8º Episodio// {Cacería de Impuros}

Ya no cabía mas culpa en el interior de Hermione, se sentía tan humillada, culpable y resentida que ya no quería saber nunca más de nadie. En el momento que Harry entraría en el calabozo, lo matarían, Hermione deseaba que nunca llegara, no soportaría ver la muerte de su mejor amigo. Antes prefería estar muerta ella misma por algo que ella misma cometió, que ser cómplice de la muerte de alguien que no hizo nada.


Bastantes horas habían pasado, y Hermione seguía nadando en el mar de la culpa y la delicadez. Unos pequeños rayos de sol sobresalían a través de la pequeña ventana enjaulada, rayos de sol que Hermione no deseaba. Intentaba tapar sus ojos de cualquier forma, pero estaba encadenada de pies a cabeza. No había nada de interesante en el calabozo y sin embargo, Hermione miraba los ladrillos sobresalientes como algo único en el mundo. Simplemente para matar el aburrimiento.


Entonces, de un segundo a otro, los pequeños rayos de sol, iluminaron hacia otro lado del calabozo. Las pupilas de Hermione se habían dilatado al encontrarse con un esqueleto que estaba en la esquina diagonal de donde estaba ella. Se asustó como nunca antes en el mundo, y comenzó a gritar y a gritar, para que siquiera los murciélagos le hicieran caso. Entonces fuertes pisadas se habían escuchado desde arriba, Hermione elevó la mirada y se dio cuenta que se trataba de Draco, quien había corrido hasta ahí, muy preocupado por el bienestar de Hermione.


–Hermione, ¿ocurre algo?– preguntó alarmado.


–¿Para qué quieres saber? ¿Acaso se lo dirás a tu papi? – preguntó llena de odio, mirándolo despiadada.


–Hermione, yo…


–Déjame sola, ¿quieres?- dijo en un tono bajo, pero lo suficientemente fuerte como para hacer que Draco la escuchase, y se le rompiera el débil corazón que tenía. Decidió salir del calabozo y hacerle caso a Hermione.


El ser interior de Draco se sentía vomitado, había entregado a la chica de sus sueños a quienes la matarían simplemente por el hecho de ser amiga de tal Potter. Maldecía a todo el mundo: a su padre, por haberlo obligado; a Potter, por haber nacido; y a él mismo, por haberle hecho caso a Lucius. Se había detenido en pleno pasillo oscuro, camino que lo llevaba hasta donde estaban todos los mortifagos. Necesitaba aire, pero eso era lo que menos encontraba.


¿Qué había hecho? Había entregado a Hermione, y ella jamás lo perdonaría, si es que salía viva. No sabía qué hacer, el tiempo que corría era clave para que Potter llegase, y si él llegaba, Hermione moriría, pero sino, la torturarían, que es casi peor que la misma muerte. Ya no había solución, estaba apunto de perderla para siempre.


Entonces se dijo a sí mismo que perdía tiempo estando ahí, solo, sabiendo lo peligroso que eran los mortífagos. Dio unos pequeños pasos, dirigiéndose a la reunión de éstos mismos, hasta que siente unas fuertes manos sobre el debilucho brazo de Malfoy. Él estaba apunto de gritar si no hubiese sido que le taparon la boca, pero entonces, reconoció la silueta de quienes lo habían atrapado, Severus Snape y Harry Potter.


– ¿En dónde está Hermione?– preguntó Severus, sin piedad por Draco, quien lo estaba ahorcando.


–Ella, yo… no lo sé, no puedo…– contestó Draco, nervioso, intentando evitar el contacto visual.


–Vamos, Draco. Dinos en dónde está, por alguna vez en tu vida, haz el bien y reconfortes el mal.- le pidió Harry, sorprendentemente no enojado, más bien, una mezcla de ruego y consuelo.


Draco miró culpable los ojos verdes de Harry, y luego miró de la misma forma a Severus, quien lo miraba impaciente. Suspiró con lentitud, con los ojos cerrados y luego se soltó con facilidad al haber aprovechando la distracción de Severus. Se aleja hasta la pared, mirándolos serios y comienza a hablar.


–Se suponía que en cuanto Harry pusiera un pie aquí, Hermione moriría. No entiendo cómo pudieron persuadir a todos.- dijo inconcluso.


–Eso es lo que menos importa, dinos en dónde está Hermione.


Draco no se dignaba a hablar, no por cobardía, sino por culpa, culpa de haberle hecho eso a Hermione quien después de todo, no había hecho nada. Draco dirigió la mirada hasta el pasillo por donde había pasado anteriormente y Harry y Severus se dieron cuenta de inmediato de donde estaba Hermione. Ambos lo tomaron de ambas manos y sigilosamente caminaron hasta donde se encontraría Hermione.


Draco miraba al piso a cada momento, no se sentía preparado para mirar como si nada a Severus o a Harry, puede que sea una parte que nadie hubiese conocido de él, pero él siempre fue inseguro de sí, y siempre ha tenido que cargar con los errores de sus padres, como si fuera un perro faldero. Llegaron hasta el calabozo, y de inmediato, Severus corrió hasta la orilla del calabozo. Miró con furia a Draco y de inmediato volvió a ver a Hermione.


–¡GRANGER!– gritó Severus, haciendo voltear de inmediato a Hermione.


–¡Severus! ¿Qué haces aquí?– gritó emocionada, apunto de estallar en lagrimas.


–Vine a salvarte, amor.- sonrió con ternura y sacó de inmediato la varita, pronunciando el hechizo de Lumos.


En cuanto Severus había volteado para ver a ambos muchachos, se dio cuenta que ya no estaban con él, al contrario, se encontraba el “insufrible” Matrimonio Malfoy, Lucius y Nacissa. Ambos le sonreían y en cuanto a Severus se le caía la cara de la intriga y el suspenso del momento, sombras negras habían salido de la nada, iluminando todo el lugar. Severus no podía ver a causa de todas aquellas sombras, que lo atormentaban con su simple presencia. Era su fin.


Se suponía que todos lo conocían como Mortifago y acababa de terminar esa reputación por haber estado allí, salvando a su amada. Era tiempo de enfrentarse a ellos. Entonces cuando las cosas se habían tranquilizado, se dio cuenta que habían sido llevados hasta el salón principal de ese refugio. Severus miró a su alrededor, y se dio cuenta como Hermione era acorralada por Narcissa; Malfoy, acorralado por Bellatrix, y finalmente Harry y él eran los únicos no acorralados, quienes se encontraban de espaldas, esperando por quien faltaba en esa “amigable reunión de familiares” El refugio estaba algo vacío, no estaban todos los mortifagos, eso tranquilizó en algo a Severus, ya que no era una gran batalla como él creía. Sin embargo, a pesar de no estar todos los mortifagos, de hecho, gran parte de ellos no habían asistido, si habían ido los más atemorizantes, una de ellas: Bellatrix Lestrange.


–¿En donde está Voldemort?- preguntó Harry, sin mayor rodeo, elevando su varita en una postura de defensa.


Nadie contestó a tal pregunta, y sin embargo, Bellatrix había estallado de una risa burlona, típica de ella, mientras que Narcissa, sonreía y sostenía una cuchilla sobre la piel del cuello de Hermione, si que este le atravesara, pero si le apretaba un poco. Hermione derramaba cuantas lagrimas, y a Severus y a Draco esa situación les dolía demasiado. 


Entonces la pesadilla se había cumplido, Voldemort había aparecido, detrás de Bellatrix, quien lo alababa con gran emoción. Voldemort caminaba lentamente, con una sonrisa esbozándose sobre su pálido rostro blanco. Éste caminaba hacia Harry, quien no temblaba ni nada por el estilo, en comparación a Draco, quien estaba muy asustado.


–¡Harry Potter! ¡El niño que sobrevivió!- mofó Voldemort, con una falsa alegría. –Wow, si que ha pasado bastante tiempo.


–Deja tranquila a Hermione, Voldemort, ella no tiene nada que ver en esto.- le rogó Harry, 


–Hay… Harry, si que eres ingenuo.- rió un poco, mirando a Bellatrix quien reía con ganas. –Obviamente esta Sangre Sucia tiene que ver en esto.- caminó hasta donde estaba Severus y le miró fijamente, con una sonrisa en el rostro, una sonrisa cruel –Amigo Severus, Dios, hace tanto tiempo que no nos veíamos.


En ese preciso momento, Narcissa se descuidó y Hermione pudo zafarse de sus brazos. Miró a Severus confundida, con una tristeza enorme. No entendía lo que ocurría. Ella sabía que cuando Severus era joven había pertenecido a los Mortifagos, pero esto, ya estaba saliendo de los cabales, su interior se derrumbaba y realmente ya no sabía que pensar.


–¿Qué ocurre?- pregunta Hermione, finalmente, sin temor aunque estuviese a un solo metro de distancia de Voldemort. 


–¡SANGRE SUCIA!- gritó Bellatrix, furiosa. –¿Cómo te atreves a interrumpir a nuestro señor?- preguntó Bellatrix, apuntándole la varita.


–Tranquila Lestrange. Yo me encargo.- dijo sonriendo todo el tiempo, acercándose a Hermione. Éste se inclinó un poco hacia Hermione, ya que había una gran diferencia de estaturas. –¿No me dirás que tu noviecito no te lo dijo o si?- volvió a ver a Snape, quien por primera vez, estaba mirando el suelo, avergonzado. –Vaya Severus, yo siempre te dije que con las mujeres siempre hay que ir con la verdad- volvió a reír, con más ganas que nunca. –¡Tu noviecito es mi espía en Hogwarts! Solamente estuvo cerca de ti para entregarme información de Potter.


–¿Qué?- preguntó Hermione, sin poder creerlo. –No puede ser cierto.


–Hermione, deja que te lo explique todo.


–¡NO!- le gritó furiosa y se dirigió hasta él –Todo fue una mentira, nunca me quisiste.


–No eso no es cierto.


–Tú eres lo único falso que veo en este momento.- contestó finalmente Hermione, con un nudo en la garganta, y con una mirada de hielo.


–Que sentimental…- susurró Lucius.


–¿Cómo es posible que hayas estado con una Sangre Sucia?- preguntó Bellatrix, gritándole descontrolada.


–¡Déjame en paz, Lestrange!


En ese momento, cuando todos los mortifagos peleaban entre sí, y Voldemort estaba preocupado de intentar calmar los ánimos ahí. Hermione corrió hacia Harry y ambos se tele transportaron nuevamente a Hogwarts. En cuanto Voldemort se dio cuenta de esto, caminó hasta donde estaba hace un rato y soltó un grito delirante, asustando a todos los demás. Severus se había quedado ahí, sin nada que hacer, sin nada que intentar. Hermione ya había descubierto parte de la verdad, solo le hubiese gustado decirle que aunque hubiese sido verdad eso sobre lo de ser espía, también era verdad que se había enamorado de ella. Era increíble pensar en los cambios que ocurrían de un momento a otro. En un segundo ella lo amaba, y ahora, lo odiaba con todo su corazón. Draco por su parte, respiraba con gran dificultad a causa del nudo de la garganta que tenía. El amor que tenía en disputa con Snape, se había roto, y a contar de ese momento, tendría que acostumbrarse a vivir con el saber que Hermione los odiaba a ambos, imposible pensar que volviese a amar. Todo se había vuelto cenizas.


Diez Am de la mañana y Hermione y Harry habían vuelto al bosque prohibido, a unos cuantos metros de la cabaña de Hagrid. Harry soltó la mano de Hermione y de inmediato caminó hasta la casa de su amigo Hagrid, mientras que Hermione, estallaba en llanto, desolada y desamparada al encontrarse en esa situación. En cuanto Hagrid abrió la inmensa puerta, Harry le miró con piedad y éste de inmediato los dejó pasar, sin decir ni usa sola palabra. Hagrid no entendía nada de lo que sucedía: “¿Por qué Hermione lloraba de esa forma?” “¿Por qué Harry estaba tan callado?” Y al parecer, ambos estaban molestos entre sí.


–¿Qué ocurrió?- preguntó finalmente Hagrid.


–Que te lo explique Hermione.- contestó Harry, en un tono de decepción.


–¿Hermione?- habló Hagrid, mirando a Hermione


–¡No fue mi culpa!- gritó Hermione, desesperada, mirando a Harry. Desbordó en lagrimas, provocando que Harry y Hagrid la miraran con pena –Yo no sabía que Snape era un espía, o más bien, que me usaba.


–No entiendo nada.- habló Hagrid finalmente –¿Qué sucede con Snape?


–Lo que sucede, Hagrid.- prosiguió Harry –Que Hermione ha estado teniendo una relación amorosa con Severus, y resulta que Severus Snape era un espía de Voldemort, resguardado aquí en Hogwarts.


Las pupilas de Hagrid se habían dilatado, mirando sorprendido a Harry, voltea a mirar de inmediato a Hermione, eufórico. –Dios, Hermione…


–No fue mi intención, si hubiese sabido, juro que nunca me hubiese involucrado con él.- contestó finalmente Hermione, en un tono de tristeza, pero muy realista.


–¿Acaso le diste información personal?- preguntó Hagrid, esperanzado.


–No, claro que no. A pesar de que yo lo amara, y mucho, jamás le di información de Harry o de Hogwarts.


–Bien, eso nos mantendrá a salvo por un pequeño tiempo.- contestó Harry, levantándose de la silla –Iré al Castillo. Nos vemos.- salió de la puerta, sin siquiera dirigirle la mirada a Hermione.


–¿Estarán bien?- preguntó Hagrid, tomándole la mano a su pequeña amiga Hermione.


-No lo sé, espero que si. Pero si no me llegase a perdonar, lo entendería. Esta vez fui muy ingenua, y no descansaré hasta remediar esta situación.- finalmente besó en la mejilla a Hagrid y salió de la cabaña de este, a la seguidilla de Harry.


A pesar de que Harry se diese cuenta que Hermione lo perseguía, él no le hacía caso, no quería saber de su amiga, simplemente por el hecho de no poder asimilar lo que había sucedido. Harry caminó apresurado hasta la torre donde se encontraba Dumbledore, susurró la contraseña “Pastel de Limón” y se elevó hasta donde estaría. Dos minutos después, y Hermione había repetido el mismo acto que éste. En cuanto Hermione llegó hasta el despacho de Dumbledore, los encontró a ambos, hablando seriamente, pero sin salirse de quicio. Hermione miró sollozada a Dumbledore, y éste simplemente asintió y la dejó sentarse al lado de Harry.


–Señorita Granger.- dijo Dumbledore, dirigiéndole la mirada a Hermione, una mirada calmada.


-Director Dumbledore, yo lo lamento tanto… Juro que jamás fue mi intención.


-No se preocupe, aunque no lo crea, Severus no ha hecho ni un mal, simplemente cuidaba a Malfoy.


-Pero me usó a mí, y eso no creo que podré perdonárselo.


-Pues, ahí la entiendo a la perfección.- suspiró y se levantó de su asiento de madera. Se dirigió hasta la pequeña terraza de su despacho, y miró somnoliento el día nublado que había en ese lugar. Los tiempos no eran buenos, y al parecer, el clima lo entendía a la perfección.


-¿Qué ocurre?- preguntó Harry, ingenuamente.


-Ocurre que, deberemos juntar nuevamente a los miembros de la Orden del Fénix. Esta vez, no es algo que solo influya en usted, Potter. Sino más bien, influye en quienes son impuros.


-¿De qué habla director?- preguntó Hermione, muy confundida.


-Los impuros, corren un gran peligro aquí. Los mortifagos se unieron para asesinar todo aquel que sea impuro. Y lamento informarle, señorita Granger, que usted también está en peligro.


Ambos corazones, el de Harry y Hermione, se detuvieron en el mismo segundo. Las vidas de muchas personas, sobre todo la de niños, estaban puestas en peligro simplemente por el hecho de ser impuro. A Harry le dolía mucho esta situación, la vida de su mejor amiga estaba en graves problemas y ya no había tiempo para lamentarse de los errores de ella. Cada segundo que pasaba, jugaban en contra. Era cosa de minutos para que comenzara la masacre, y en primer lugar, irían tras Hermione. Eso lo sabían con exactitud Dumbledore y Harry, excepto ésta misma.

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