lunes, 12 de marzo de 2012

Luz de mis Ojos //16º Episodio// {Mi último día} (FINAL)

Las campanas sonaban fuerte dentro de la cabeza de Hermione, cada campanada llegaba a su corazón como un disparo. Era el 31 de mayo, al amanecer. Hermione miraba desconsolada el escenario, el día estaba nublado y la última hoja de la temporada ya estaba floreciendo. Los dichos se estaban cumpliendo, la última lluvia de la temporada era ese mismísimo día, el día que Hermione sabría finalmente lo que pasaría de ahí en adelante.

Las cosas habían cambiado un poco en ese pequeño lapsus de tiempo. Draco ya no parecía estar a la siga de Hermione, es más, estaba de lo muy feliz siendo novio de Astoria. Era la primera vez que lo veía tan enamorado, claro que… después de verlo visto así por ella misma. Ron… había roto con Lavender, el mismo día que Ginny rompió con Harry, y casi por la misma razón. Celos.

Como Ron no quiso ir a bailar, Lavender se buscó a otro tipo como compañero de noche, y al ver que ésta bailaba de una forma tan provocativa, a Ron le vino el ataque de rabia y celos. En ese momento todo terminó, pero… sin el impacto con el que Hermione o Harry pudieron creer.

Harry y Ginny habían pasado todo un mes entre miradas rencorosas y de decepción, no se dirigieron la palabra hasta hace unos pocos días atrás y supuestamente se habían reconciliado, pero parecían extraños más que cualquier otra cosa. Hermione aún recordaba la expresión que Ron puso tras que Ginny le haya contado sobre su quiebre con Harry, y las razones por la cual fue.

Ron estuvo molesto muchos días con Hermione y Harry, ya que le creyó todo a Harry, pero en vez de enojarse más con Harry, se enojó más con Hermione. Él nunca creyó a Hermione capaz de separar una pareja, o peor, él no nunca creyó que Hermione estuviese precisamente enamorada de Harry. Obviamente Ron estaba muy equivocado.

Hermione agachó un poco la cabeza mientras pensaba en todas esas cosas, ese tremendo dolor que sentía en ese preciso momento era algo que nunca había sentido. Faltaban con exactitud 18 horas para que el plazo terminase, y Severus debía aparecer sino… Hermione se quedaría sin su amado, para siempre.

Pero Hermione no podía hacer nada si Severus no volvía… solo dependía de él, todo. Era todo o nada… pero hasta el momento nada había pasado. Dumbledore supo que las cosas con Voldemort seguían iguales, el paliducho seguía haciendo de las suyas por ahí. Pero a ella no le importaba en absoluto Voldemort, solo quería saber como estaba su amado.

Hermione se resignaba a creer que Severus no cumpliese su promesa, pero cada vez más su fe se iba desvaneciendo, al igual que antes. Decidió relajar su mente, y volver dentro del castillo. Se había levantado únicamente para ver el amanecer, y con la rota esperanza de encontrarse a Severus frente a ella, y que impregnase sus labios sobre los de ella. Si… sería un sueño… muy perfecto como para que se hiciese realidad… una simple utopía.

Hermione caminó hasta el salón de clases y se encontró con Harry y Ron. A pesar de que entre los tres ya se habían arreglado las cosas, aún se guardaban rencor en algunos aspectos. Hermione siguió como si nada, y saludó a sus amigos. Habían pasado más o menos 30 minutos desde que había empezado la clase cuando las puertas se abrieron de par en par, dejando al descubierto a Astoria y a Draco, corriendo y cogidos de la mano. Todos los miraban con indiferencia, excepto Hermione, que los observaba de una forma asombrada. Las ropas desordenadas en ambos, y sus cabellos despeinados, solo significaba algo, pero Hermione no lo quería reconocer.

Aunque los tres amigos estuviesen ansiosos por hablar con Draco, debían calmarse, ya que el profesor era muy estricto y no permitía que hablasen en su clase. La otra vez que sucedió eso, un niño se quedó con la lengua amarrada a su nariz, sostenida con un alambre. Entonces, ya terminadas las clases, los chicos esperaron hasta que Draco se despidiese de Astoria para poder conversar con él.

-Draco, ¿podemos hablar?- le preguntó Hermione, seriamente a su amigo rubio.

-Seguro… ¿qué quieres hablar?

-Eh…- en ese momento Hermione miró algo incomoda a sus dos amigos. –Privado.

-Ya entendimos que no nos quieren.- decía Ron, resentido. –Salgamos de aquí Harry.- y finalmente ambos se alejaron.

-Noté que por el desorden de tu ropa y tu cabello, Astoria y tú…

-¿Tuvimos sexo?

-Bueno… si lo quieres decir así…- contestaba Hermione algo ruborizada.

-No, no lo hicimos. Ella es muy apegada a la religión, y cree en eso de quedarse virgen hasta el matrimonio.

-Entonces por qué…

-Pues… tuvimos un pequeño problema…- respondió Draco, haciendo énfasis y mirando al techo por un momento.

Flashback

-Te dije que sería genial venir aquí al amanecer.- le dijo Astoria, muy sonriente, en los brazos de Malfoy.

-Si… tenías razón.- le asintió.

-Qué tal si… nos acercamos un poco más.- preguntó ella de una forma indiferente.

-¿Qué?- exclamó él sin poder creerlo.

-Al lago.- contestó ella, apunto de estallar en risa al ver la sorpresiva reacción de su novio.

-Oh si… seguro.- aceptó él, encaminándose más adentro del lago junto a Astoria.

Solo cinco pasos habían dado y una sirena atrapó de los pies a Astoria, sumergiéndola hacia el fondo del lago. Draco no dudó en salvarla, por lo que nadó y nadó hasta hallarla. Pero en el transbordo se tuvo que enfrentar con algunas criaturas marinas, no peligrosas, pero si difíciles de ganar. Al final, después de tanto esfuerzo logró salvarla. Ambos quedaron cansados y muy mojados, solo decidieron secarse y descansar un poco hasta entrar a clases, pero se les hizo tarde.

Fin Flashback
-Oh… eso también explicaría por qué tu ropa está húmeda… - prosiguió Hermione, entendiendo la situación.

-Si… no puedo creer que hallas pensado que ella y yo…

-Fue una torpe idea que se cruzó por mi mente, deja de molestar…- dijo ella entre risas.

-No importa… vamos.

Ese día fue muy especial, y raro. Los cuatro chicos no hicieron las típicas conversaciones de las que estaban acostumbrados a hacer, al contrario, hablaban de sus experiencias personales, sus más grandes tristezas y alegrías, y lo que harían si el mal se apoderase de Hogwarts. Nadie le daba crédito a la situación y aún así, de cierta forma, todos lo sabían, y era el momento de enfrentarlo.

-Al menos nos quedaremos con el saber que nosotros si intentamos hacer algo.- dijo Ron, muy desgastado.

-Si… pero de alguna u otra forma lograré detener esta situación.- aclaró Harry, decididamente.

-Hasta el momento… no tenemos de otra que ser fuertes.- dijo Draco, con mucha fe.

-Bueno… será mejor que vayamos a dormir, se hace tarde, y mañana tengo que salir.- dijo Ron apresurado.

-Bueno, te acompaño.- se ofreció Harry y nuevamente los dos mejores amigos se alejaron de Draco y Hermione, transformando la atmosfera incómoda, en un silencio aterrador.

Hermione se encontraba nuevamente en la escena de la puesta de sol, mirando anonadada su alrededor y recordando todas las cosas que vivió junto a Severus, cosas que ya no se volverían a repetir… El fin cada vez más se sentía y la angustia y el dolor seguían incrementando, cada vez más.

Draco sabía exactamente lo que Hermione sentía en ese momento, y no hizo más que suspirar agotado e ir hasta el rincón de la ventana donde Hermione yacía viendo la puesta de sol. Ambos se quedaron en silencio, atontados., contemplando los segundos juntos.

-¿Sabías que… antes de ser novio de Astoria, solo estaba fingiendo estar enamorado de ella para que te pusieras celosa?- preguntó él con una sonrisa arrepentida en el rostro, dejando pasmada a la chica de cabello rebelde que estaba a su lado izquierdo.

-Draco no puedo creer que tú…

-Me siento mal por haberle hecho eso, pero ahora… sé a quien quiero. Y la amo, amo a Astoria. Creo que… es la primera vez que tengo un amor correspondido.

-Me alegra mucho Draco, te amo mucho pero solo como amigos.

-Lo sé, y lo respeto, sobre todo ahora.

-Me parece bien.

-Pero… ahora que se acaba el tiempo, y ambos sabemos que necesitas a alguien que te ame y respete, pero que al mismo tiempo no te de más preocupaciones. Creo que es hora que aprendas a abrir los ojos.- le dijo Draco, mirándola de una forma misteriosa.

-¿De qué hablas?

-Solo sé que alguien te ama, y merece tu amor, alguien que nunca te falló.
Hermione volteó a ver nuevamente la pequeña ventana y vio como ya estaba apunto de ser completamente oscuro. Debían salir pronto de ahí antes de que el director se diese cuenta que estaban afuera del castillo.

-Debemos irnos.- dijo Hermione, apresurada,

-Bien… solo quiero que sepas que… en verdad te quise, y mucho.- habló Draco, de una forma sincera, nunca antes vista por Hermione.

-Lo sé, Draco.- dijo ella, poniendo una sonrisa rota sobre su rostro.

Habían pasado pocas horas desde que cenó con sus amigos, y parecía que la cena nunca acababa. Ron no dejaba de comer, y como siempre, Harry no tenía ánimos de comer. Hermione con suerte tomaba la cuchara, pero en un momento, donde vio que todos estaban distraídos con los fantasmas que aparecieron de la nada, salió del castillo.

Hermione Granger no sabía con exactitud por qué había salido afuera con la esperanza de encontrarse con Snape, si después de todo, faltaba muy poco para que el plazo terminase, y con ello, todos sus sueños y esperanzas. Sin embargo, ella seguía intacta con los pies puestos en la tierra, viendo los movimientos de las nubes pasando sobre la luna. Ya no había nada más que hacer, pero el mundo seguiría girando y ella debía seguir viviendo. Pero, ¿cómo? Si él era todo lo que Hermione anhelaba cuando pequeña.

Las campanas de la medianoche sonaron, y la respiración de Hermione se acortó de un momento a otro. Las doce de la noche, y Severus… él nunca apareció. Hermione esperó hasta el último campaneo para poder llorar, un silencio se apoderó del ambiente, y de repente, un estallido en lágrimas y gritos de dolor sonaron a la medianoche. ¿Habrá alguien escuchado eso? No importaba en absoluto, por primera vez Hermione se desquitó totalmente, y no le importó si alguien la veía o escuchaba. No había dolor más terrible que saber que el amor de toda una vida no volvería a aparecer en tu camino, pero contradictoriamente, no había pecado más terrible que no haber sentido amor.

Cuando Hermione creyó que estaba sola, pisadas sonaron sobre ramas. Inmediatamente Hermione se puso en guardia y sacó su varita para iluminar el lugar proveniente del ruido. La sorpresa fue enorme cuando se encontró a Dumbledore varado a orillas de la casa del Grito, lugar que estaba a metros de donde ella estaba. 
Hermione se encaminó sin temor y muy decidida hasta donde estaba ese anciano.

-Director…

-Lamento ver frustrados sus deseos de ver que Severus no ha llegado como lo prometió.- dijo Dumbledore francamente, sin arrugar su rostro. Sin embargo, algo en sus expresiones preocupaban a Hermione.

-Supongo que… por algo se dan las cosas.- dijo ella, resignada.

-Creo que se alegrará al saber que la razón por la cual la cena ha durado más de lo usual, ha sido porque se ha informado que hubo un estallido en el Ministerio de Magia. Se encontraron restos de algunos seguidores de Voldemort, y el cuerpo de él hecho cenizas.

-¿Qué? – preguntó ella anonadada.

-Pero…

-Pero qué- preguntó ella acelerada.

-No se ha sabido nada de Severus. Todos dicen que también ha muerto, aunque no hay pruebas concretas de ello. Hasta hace un momento…- decía Dumbledore, dejando intrigada a Hermione.

-¿Cómo qué hasta hace un momento? No entiendo nada.- decía ella frustrada.

-Sal de tu escondite Severus.- decía Dumbledore alegre.

Entonces, aquello, lo que nunca se creyó que fuese posible, finalmente fue posible. Severus salía de entre los arbustos, y caminaba lentamente hasta donde se encontraba su amada. Ella lo miraba pasmada, pero muy alegre, sin saber que decir primero, mientras que Severus la veía de una forma singular, más enamorado que nunca, y parece que… ¿sonriendo?

Él tenía todas sus ropas rotas, y estaba descalzo. Finalmente cuando Hermione pudo reaccionar y se dio cuenta que todo eso era real, volteó a ver a Dumbledore, que le asentía. Ella le sonrió a su amado y corrió hasta sus brazos. La atmosfera cambió totalmente de ser triste y nostálgica a ser feliz y llena de amor. Solo habían besos y cariños, lagrimas de felicidad, y susurros que ni ellos entendían.
Nunca nadie creyó en ese amor, ni en el reencuentro, pero al parecer todos habían quedado con las bocas cerradas al ver que ese amor finalmente dio frutos. Algunos sacrificios había que cumplir, pero la recompensa se veía mucho más que deseosa.

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