domingo, 6 de noviembre de 2011

Business of Misery “Episodio 2” {¿Espejismo del Corazón?}

Aún siendo de madrugada y Nicholas Alessandri conducía su Mercedes Benz f700 color beige, por las calles de Buenos Aires. Cegado por la ira, y su frustración, sin olvidar tampoco su humillación por esa "Amante de noche" conducía muy distraído, no tan solo poniendo en riesgo su vida, sino también, las vidas de los demás conductores. "¿Cómo se atrevía a hablar de Miley?" "¿Cómo era posible que a pesar de todos estos años, la gente aún lo recordaba?" Era de esperarse, en aquel tiempo, fue todo un espectáculo para la prensa.

Ella lo había dejado. Le prometió amor eterno y aún así, le rompió el corazón. No sabía con exactitud qué era lo que más le dolía, su orgullo hecho pedazos, o que la única persona que creía su par, tan solo era una cara bonita. A cada minuto la recordaba y eso lo llenaba de ira y frustración; ira, por no saber cómo olvidarle y seguir con su vida; y frustración, por estar poniéndose a pensar que ella fue y será la única mujer para él. ¿Cómo era posible? Le rompió el corazón y aún la amaba. No podía seguir así.

Decidió que por su salud mental, iría a buscar otro hotel para alojar en la noche e intentar dormir, ya que mañana necesitaría de mucha paciencia. En cuanto entró al Hotel, la gente del lugar lo observaba como si fuera un bicho raro entrando a una colmena. Odiaba eso de la gente, pero qué podía hacer, tan solo aguantar si tan solo estaría unas cuantas horas allí.

Al día siguiente, amaneció con un inmenso calor, había olvidado que como en Usa era Invierno, en Argentina debía ser otoño o primavera, y la verdad, el calor era insoportable. Ni siquiera se supo su corbata y partió de allí. Se dirigió hasta el estacionamiento y entró rápidamente a este, prendió el aire acondicionado y jugó con las llaves de su auto mientras planeaba las cosas que haría en el día. El dulce hombre, que disfrutaba cada minuto de su vida, que lo único que amaba hacer era dejar las cosas surgir y sonreír, se había convertido en un hombre calculador, y frío, siendo su pasión más grande organizarlo todo y los negocios. Fue un gran cambio que sufrió, algo que hasta Rosenda se había dado cuenta, ya que con ella, las cosas también habían cambiado.

Dios... ¡Tan solo tenía 28 años! ¡Tenía toda una vida por delante! Quizá no era un adolescente, pero aún así era joven, podía gozar sin culpa ya que era mayor. Pero no, esa desgraciada robaba sus pensamientos siempre, sin dejarlo pensar en todas las otras hermosas mujeres que estaban a su alrededor. Nicholas dio un silencioso gemido ahogado en pena e ira y sin darle más vueltas al asunto, decide poner en marcha su auto para poder llegar lo antes posible a su país natal. Pero recordaba algo, debía pasar primero a Ecuador para cerrar algunos tratos con algunos empresarios de ese país, para poder marchar tranquilo a Los Ángeles, Estados Unidos.

Mientras tanto, Demetria se encontraba durmiendo ya que su primer día de trabajo, sería en tan solo unas 7 horas más. Sin embargo, estaba llena de ansiedad y entusiasmo de entrar a un nuevo mundo laboral, algo que había soñado desde que tenía memoria. Faltaban pocos días para que fuera escoger su departamento y debía juntar todos sus ahorros más sacar un crédito en banco para poder comprar sus muebles. Quién diría que la vida adulta sería tan difícil. Por lo menos, ya pronto se liberaría del control de su madre, y no tendría que ver su espantoso rostro cada mañana.

Demetria cuando era niña, le guardaba un gran respeto a su madre, sin embargo, este bajó cuando ese cruel episodio que ella misma presenció hicieron cambiar el concepto hacia ella. Recordaba perfectamente ese día, era de noche y una fuerte discusión no la dejaba dormir. Apenas tenía 15 años y siempre debía presenciar cada pelea entre su madre y su hermana, Miley.

Recordaba que la discusión de esa vez, era por algo de que Miley era floja y no tenía ni un plan para su futuro, algo que a su mamá le molestaba ya que no quería tener a ni una hija buena para nada. Entonces, lo último que escuchó fue un portazo, se dio cuenta de que Miley se iba de su casa. Quizá nunca fueron muy unidas, pero Demetria amaba a su hermana y sabía que podía confiar en ella. Nunca más se volvieron a ver, y jamás se supo algo de Miley, y hasta el día de hoy la recordaba con los mejores recuerdos.

Ya amanecía y Demetria se despertaba y levantaba con toda tranquilidad, ya que ella siempre acostumbraba a levantarse bien temprano para después no estar haciendo las cosas apurada. Ella misma se definía como una persona ordenada y organizada, de hecho, su plan de vida era no tener hijos hasta tener una casa, un auto y todo lo necesario para ser una gran madre, encargada de que a sus bebes no les faltase nada. Se levantó finalmente de su cama y recorrió lentamente su habitación, sosteniendo su ropa de trabajo y sus tacos altos para que no se viese muy pequeña. Como el cuarto de su madre, estaba frente al suyo, abrió la puerta sin decir nada y se dio cuenta de que su madre se había ido temprano, algo favorable para Demetria.

Mientras mojaba su cuerpo desnudo con el agua caliente de la manguera con la cual se bañaba, sintió como alguien golpeaba la puerta, esto provocó miedo en Demetria. ¿Quién podría ser? ¿A quién se le ocurre visitar a alguien a las 7:00 de la mañana? La verdad, no tenía nada claro. Tomó rápidamente su toalla y su bata, tapándose su cabello con una gorra de baño para no empapar los suelos y baja a abrir la puerta. El cuerpo que vio frente a sus ojos marrón le hizo casi desfallecer. No podía creerlo.

-Hola- sonríe dulcemente -¿Cómo haz estado?- sin que Demetria se lo pidiese, ella ya estaba dentro de su casa.

-Miley...- dijo al fin, con algo de dificultad en completar la frase, sin salir de su estado de asombro.

En cambio, Nicholas vivía todo lo contrario. Salir a viajes de negocio, era algo que prácticamente hacía todo el día y todos los días, así que todo era normal. Ya estaba llegando y por el momento, unas cantas mujeres jóvenes y hermosas se colaban a la fila para poder conquistarlo. "Pobres ilusas" pensaba Nicholas, sería imposible que alguna mujer fuera importante para él. La única mujer que le importaba ahora, era Rosenda y aunque siempre lo negaba, también lo era Miley.

Volviendo a Demetria, esta no podía creerlo aún, se encontraba en un estado de shock. ¿Acaso en verdad era ella? ¿No sería un espejismo del corazón? Su corazón ya estaba apunto de arrancarse de su pecho, no sabía que sentir, no sabía si era emoción, felicidad, amargura, enojo o... ¿qué se supone que debía sentir?

-Miley... ¿cómo es que...?

-Me sé de memoria la dirección de esta casa, así que no te sorprendas hermanita- dice en un tono de amabilidad que hasta a su propia hermana le asombró ese cariño que le tenía.

-Entonces... ¿por qué no haz venido antes?

-No me sentía preparada, aparte... he vivido muchas cosas estos últimos años.

-Cinco...- dice en susurro, intentando ocultar ese dolor que cargaba cada día, pero que no pudo saber ocultar frente a su hermana.

-Lo sé, lo sé...- muestra una mirada de compasión a su hermana, mientras tomaba su mano -Sé que me necesitaste y que yo me fui, pero debes entender que no era un buen momento.

-Lo sé... pero es que... fue raro. No sé si ahora pueda seguir confiando en ti...- baja la mirada.

-No te culparía si lo hicieras, pero... quiero enseñarte algo.- suben las escaleras de la casa Steven y abre la puerta del cuarto de juegos, lugar que antiguamente, era el cuarto de Miley. Los ojos ya algo más calmados de Demetria, volvieron a turnarse llenos de asombro, fascinación, suspenso y paralización. ¡Era un bebé!

-Miley, no me digas que fuiste mamá y yo ni siquiera me enteré.

-Pues... intenté llegar aquí años atrás, pero temía que esa señora me volviera a echar de casa. Esperé hasta que tuvieras una casa y por eso vine.

-¿Necesitas alojamiento?

-Si...- dijo avergonzadamente.

-Bien... en unos días más, iré a ver mi departamento, lo único que me falta es comprar los muebles.

-Yo te ayudo, tengo mucho dinero- sonríe emocionada.

-¡Super! Entonces, está decidido.- le contestó a su hermana con la misma emoción de antes. Mientras que, Demetria se acercaba hasta el hermoso bebé rubio que dormía sobre el sofá. Se dio cuenta de que no era un recién nacido, más bien, ya tenía años de vivo. Eso le provocó nostalgia al corazón de Demetria.

-¿Cuántos años tiene?- pregunta triste, mientras lo tomaba en brazos.

-Dos años y 4 meses, lamento no haber venido antes, Demi.

-No te preocupes... estoy bien- lo aprisiona contra su pecho, abrazándolo con mucho fuerza, pero sin que dañase al bebé. Entonces, la incógnita volvió a entrar a su mente -¿Cuál es su nombre?

Miley sonreía al recordar por qué había nombrado a su bebé de esa forma, fue toda una historia de amor, pero que por su culpa, terminó dañando a ambos.

-Su nombre es Nicholas Alessandri Steven.- sonríe golosamente al recordar a ese hombre, que seguía siendo el único en su corazón, a pesar de que él creyese lo contrario.

-Lindo nombre, me recuerda a alguien que hasta ahora no recuerdo quien...- dijo con un nudo en la lengua y enojada con ella misma al no recordad donde había escuchado ese nombre.

-Será mejor así. ¿Tienes que salir ahora?

-Si de hecho, este es mi primer día de trabajo y estoy llegando tarde. ¿Te molestaría...?

-No te preocupes, tengo que salir con Nicky ahora, así que vete tranquila- se despide amigablemente de su hermana y se va.

Un día después y las cosas estaban de cabeza en la Empresa. Se suponía que Nicholas Alessandri llegaba ayer en la noche y ni siquiera su secretaria, que resultaba ser infelizmente su novia, sabía algo de él. Las cosas estaban tensas y el primer día de trabajo de Demetria fue inquietantemente bueno.

-¿Se ha sabido algo del jefe?- pregunta ingenuamente, la nueva empleada. Conocida como "La nueva próxima amante"

-No para nada- contesta rudamente, Delta -Y yo aún soy su novia bonita, así que yo que tú voy tranquila.

-¿Pero de qué rayos...?- pregunta confundida.

-Hablo de que, toda empleada nueva siempre quiere algo con el jefe, y yo no permitiré eso, ¿entendiste?

-Mira, a mí solo me interesa trabajar no tu tan apreciado noviecito.- al decir aquella frase, un hombre de esbelta figura se robaba varios suspiros femeninos de toda la cuadra. Demetria se le queda viendo de pies a cabeza, con la boca abierta. "¿Quién sería ese papasito?" se preguntaba dentro de su cabeza.

Todas sus empleadas admiraban la belleza de tal hombre, y siempre soñando con ser algo más que las empleadas para él. Nicholas Alessandri al fin había aparecido. Sus músculos se podían ver perfectamente fuera de la camisa, era como que... se traslucían. Era un modelo para cualquier mujer, y eso le enfadaba a los empleados hombres de allí, ya que se sentían como mugre al lado de este.

Nicholas caminó hasta el escritorio de Delta y esta de inmediato corre hacia él, y le planta un enorme beso en sus labios. Fue en ese momento que Demetria le daba razón a todos los comentarios de sus compañeros. ¡Ese hombre era guapísimo! Cualquier chica que no se fijase en él debe ser una torpe ciega.

-Amor, ella es tu nueva asistente, su nombre es Demetria Steven.

El corazón de Nicholas parecía que estaba apunto de salirse de su pecho. ¡Una Steven trabajando para él! Sabiendo que una Steven fue la que le robó el corazón para luego pisotearlo sin corazón. Intentó calmarse y se dijo a sí mismo "Tranquilo Nicholas, el apellido Steven es muy famoso en este país" Pero aún así, podía ver que... no era para nada parecida a su hermana, excepto en el cabello... pero no... no creía que fuera posible.

-Es un placer- ofrece dulcemente su mano en postura formal.

-Lo mismo digo.- se acerca sensualmente hasta el oído de Delta, alejándose un poco de Demetria y lo único que le dice es. -Despedida, ex amor mío.

Los ojos de Delta se abrieron de par en par con una ira contenida al fin desbordándose.

-Nicholas Alessandri eres el hombre más cruel que he conocido.- dijo soltando unas cuantas lagrimas.

-Lo sé- dibuja una placida sonrisa en su rostro.
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Ugh... lo siento, poco inspirada :$

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