domingo, 6 de noviembre de 2011

Luz de mis Ojos //2º Episodio// {La ira y la consecuencia}

Ya habían pasado algunas horas, y estaba totalmente oscuro. Hermione no dejaba de maldecir el nombre de Snape y no era de esperarse luego de lo que le hizo. Bueno... ella también se sentía responsable, pero fue porque él tuvo la culpa y... ¡Agh! ¿A quién podía engañar? Amaba con locura a ese frío profesor. Quién lo diría... el profesor al cual todos odian, era la persona que más amaba en ese mundo y en el mundo Muggle. Sonreía con fascinación al recordar cómo sus respiraciones estaban apunto de ser una por tan solo un error, el error más hermoso de toda su vida. En su distracción, ni siquiera se dio cuenta de cuando Ginny entró al cuarto. Hermione se levantó de inmediato, intentando borrar esa torpe sonrisa que estaba aún en su rostro, pero que inevitablemente, seguía creciendo. Ginny al verla de esa forma, ríe instantáneamente, sin evitar preguntar:

-Dios, Hermione. ¿Qué pasa?

-Nada, déjame estoy... algo loca- dijo algo avergonzada.

-Si, ya lo noté.- contesta en un tono de broma y se sienta a un lado de ella -¿De qué me perdí esta semana?

-De nada... sabes que no ha pasado nada interesante desde el año pasado.

-Cierto...- asiente con la cabeza -Que mal, oh y... gracias por ir a visitarme- dice en un tono de sarcasmo.

-Lo lamento, pero estoy castigada- dijo excusándose.

-¿Qué?- abre los ojos de par en par, volviendo a sentarse con ella -¡Hermione Jean Granger! ¡Tú nunca haz sido castigada, en tu vida! ¿Qué ha pasado?

-Llegué tarde a clases y se me olvidó que aún estabas en la enfermería

-Hermione... eso nunca lo habías hecho.

-Lo sé, pero simplemente pasó.- tapa su rostro con ambas manos, dejando a Ginny entender algo.

-Hermione, estás enamorada- dibuja lentamente una dulce sonrisa en su rostro.

-¿Qué? Pfff ¡Claro que no!- le grita enojada, pero con una sonrisa nerviosa.

-¿Entonces por qué sonríes?

-Porque... amo sonreír.- se defiende a sí misma, en un tono seguro de sí mismo.

-Hermione te conozco hace un poco más de 6 años, ¿en verdad crees que me puedas engañar?- pregunta incredulamente, congelando a Hermione con tan solo la mirada.

-Ya para Ginny, odio cuando me ves de esa forma- dijo intimidada, intentando sabullirse del cuarto.

En tanto, Ginny sacaba la varita debajo de su manga de chaqueta y la apunta contra Hermione -Si no me dices quien es el chico que te gusta, juro que te hechizaré con la maldición de "Imperio" y haré que me lo digas.

Hermione, cansada de tanto secreto y tormento, bajó lentamente la varita de Ginny y le miró implorante. Ginny entendió de inmediato la petición de Hermione y ambas se sentaron a un palmo de la ventana. Hermione miró hacia otro rincón de la sala y aprovechó el momento de que todas sus compañeras dormían. Dio un suspiro y abre lentamente sus rosados labios.

-Me gusta Snape.

Los ojos de Ginny se abrieron como plato y tardo varios segundos en volver a la realidad. ¿Habría escuchado bien? ¿A Hermione le gustaba ese amargado viejo que todo lo que había hecho en este tiempo era hacerles la vida imposible a los de Gryffindor? Pues... no le cabía esa idea en la cabeza.

-Espera, espera, espera...- toma un respiro y mira fijamente los ojos de Hermione -¿Severus Snape? ¿El viejo? ¿O acaso tiene un hijo escondido aquí en Hogwarts?- pregunta Ginny inocentemente sin poder que tal grotesca idea entrase en su mente.

-Si, claro... búrlate si quieres, yo no planee esto.- contestó enojada, mirando el resplandor de la luna iluminando la oscura noche de Invierno.

-Bueno... supongo que tendré que aceptarlo.

Los ojos de Hermione se llenaron de alegría, espontáneamente. -¿Enserio lo aceptarás?

-¡Pues... si! Hermione, eres mi mejor amiga y siempre te apoyaré, aunque no pensemos totalmente igual.

-¡Ow...! ¡Te adoro!- abraza fuertemente a Ginny pero de inmediato la suelta y penetra la mirada de Ginny en un estado de amenaza -Nadie se debe enterar, ¿está claro?

-Es una promesa- alza su dedo meñique y Hermione lo acepta con mucho gusto, cerrando así el pacto más grande de sus vidas.

La mañana siguiente fue normal. Hermione finalmente se levantó temprano, hablando cosas de la vida con Ginny e ignorando a sus demás compañeras que tan solo hablaban cosas torpes como arreglarse, muchachos y... bueno en resumen, cosas tontas. Por alguna razón, Hermione no tiene muchos amigos, no es que sea algo que le preocupe, no en realidad, pero lo raro es que es muy poca la gente que no la odia. Ni idea de qué hizo en su vida anterior como para que la odiaran.

Al fin cuando ya eran las 8:00 Am y todos los alumnos se encontraban en clases; Harry, Ron y Hermione se encontraban hablando felizmente de la vida, esperando por su profesor Slughorn, que les daba clases de pociones. Ese profesor era un viejo simpático, alguien con el que se podía tirar chistes y reirse de malas experiencias. Uno de los profesores más simpáticos de Hogwarts. Pero esta vez, el corazón de todos los alumnos se detuvo al ver cómo ese hombre rudo y frío entraba a la clase, Snape.

Hermione, confundida por la entrada del profesor equivocado, no se tardó en levantarse de su asiento y dirigirse hacia el profesor Snape.

-¿En dónde está el profesor Slughorn?- preguntó ingenuamente.

-Eso a usted no le incumbe Granger, así que siéntese y mantenga su fastidiosa boca cerrada.

Humillada y dolida por esas duras palabras se sienta de inmediato al lado de Ron. No entendía por qué eso le dolía, después de todo, Hermione siempre fue un juguete de burlas y humillaciones para Snape. Sin darse cuenta, los ojos marrón de Hermione se encontraban empapados de lagrimas.

-Pss... Hermione- susurra Ron, quien estaba sentado a un lado de ella -¿Todo en orden?- Hermione le mira con ternura y asiente con la cabeza. Provocandole una sonrisa instantánea a Ron -Si quieres, luego de esto le damos una poción para que se revuelque en todas las humillaciones que te ha hecho pasar.

-No te preocupes Ron, estoy bien... es solo que, tengo algo de sueño.- dice finalmente limpiando sus lagrimas.

Mientras que la cabeza de Snape estaba llena de ira, frustración y tristeza. "¿Por qué había tratado así?" Ella tan solo preguntaba algo común y este le responde de la forma más grotesca del mundo. Él sabe que siempre ha sido un profesor duro pero por alguna razón siempre lo era más con Hermione y no debería suceder ya que esta misma alumna lo había salvado más de dos veces y él ni siquiera hizo algo para recompensarla. Se sentía un idiota. Por lo menos, el castigo provocaba que estuviesen más tiempo juntos, y aún quedaban 6 días más, seis días que debía saber como aprovecharlos con ella.

Dio media vuelta y en cuanto vio que Hermione y Ron estaban muy a gusto hablando, este apretó sus puños tan fuertes que cuando se dio cuenta de lo que hacía, vio como las marcas de sus uñas se quedaron incrustadas en sus manos y que sus labios se quedaran heridos al haberlos mordido con una fuerza brutal que solamente los celos provocan.

-Bueno, el profesor Slughorn me pidió que la clase de hoy fuera al aire libre, así que creen una poción y luego las calificaré para ver si fueron o no efectivas. Este proyecto debe ser formado por dos personas, así que ya ahora, comiencen. Cuentan con una hora para terminarlo.- El profesor Snape da los nombres de cada pareja, y finalmente deja a Hermione con... -Granger y Malfoy.

-¡¿QUÉ?!- preguntan los dos, indignados.

-Sin reclamos y ya pónganse a trabajar.


Hermione se fue rápidamente hasta el puesto de Draco, maldiciendo cada segundo a ambos, a Snape y a él mismo. Hermione le dedica una mirada de hielo total y ella es la primera en hablar -Haremos una poción de rejuvenecimiento, ¿está bien?

-Tú no eres nadie para mandarme, Granger. No eres más que...- sin poder terminar la frase, los ojos de Malfoy se abrieron de par en par, atemorizados al ver como Hermione lo apuntaba con su varita.

-¿Qué ibas a decir, Draco?- pregunta en un tono de un aparentado cariño, obviamente fusionado con el sarcasmo.

-No me lastimes- le rogó por favor.

-Vuelves a insultarme y no contarás con la misma suerte que ahora- guarda nuevamente su varita en su túnica.

Mientras todos hacían sus pociones, Severus caminaba constantemente alrededor de los alumnos del salón, intentando toparse lo menos posible con Hermione. Veía como los alumnos tomaban esta tarea como chacota y él tan solo lo ignoraba, después de todo ya tenían 16 o 17 años como para saber lo que era bueno o no. Aparte de fijarse en Hermione, observaba a Harry quien hacía un gran trabajo, pero que de inmediato le enfurecía el pensamiento de que pudiese existir más allá de una buena amistad entre él y Granger. No quería que volviese pasar, como lo fue con James y Lilly.

Decidió dejar de pensar en eso y ponerle atención a los demás. Ya pasada la hora, el profesor Snape hizo sonar un ruido como una campana e hizo que los alumnos dejasen de trabajar.

-Dejen sus pociones dentro de los frascos que están frente a sus calderos.- los estudiantes de inmediato le hicieron caso y luego de esto se fueron. Severus, sin tomarle atención a nada, se dirigía hasta el salón de al lado para recoger unos libros que les prestó a los estudiantes del 5º año.

-Buen trabajo, Granger- sonríe con dulzura.

-No estuviste mal, Malfoy- le devuelve la sonrisa.

-Creo que si no estuviese saliendo con...

-Hay Draco... no es para tanto, tan solo hicimos un trabajo juntos y eso es todo- le contestó cortantemente.

-Ojala supieras lo que en verdad significó para mí.- dijo en susurro, Hermione sorprendida por lo que acaba de escuchar decidió no hacerle caso e ignorarlo. -¿Quieres que caminemos juntos?

-No gracias, tengo que cumplir con mi castigo.

-Ah... claro, la chica mala de Gryffindor.

-Si claro, lo que digas- le dijo sin mayor importancia.

Al ver que Snape entra nuevamente al salón y este sin darse cuenta de la presencia suya aún en el salón, toma a Hermione de la cintura y le planta un dulce beso en la frente. Esto provocó a Hermione intimidarse y sonrrojarse como tomate -Bueno, yo me voy-  le guiña el ojo y rápidamente se aleja de ella.

Snape ve desconcertantemente tal escena, dandole la espalda a Hermione para ocultar su dolor e intentar no soltar las lagrimas que se formaron en el segundo que vio a Draco con Hermione. Era tan hiriente como ser clavado con una espada, incluso más.

-Profesor Snape- escucha decirle la tierna voz de Hermione, voz que por un lado lo hacía renacer en el sueño más hermoso jamás soñado y morir de la forma más lenta y dolorosa jamás sentida antes. Severus voltea a verla, lentamente, mirándole con ojos de odio y frialdad.

-¿Qué ocurre, Granger?- pregunta sin sentimiento alguno, no más que miles de sentimientos ocultos bajo la gruesa capa de frialdad que era su piel.

-¿Cuál será el castigo de hoy?- preguntó sin darle más vuelta al asunto, intentando mostrarse tan fuerte como Snape lo estaba siendo en ese segundo.

-Me ayudará a descifrar las pócimas que acabamos de hacer.

-Me parece excelente- ayudó a Snape a tomar sus cosas y caminaron hasta la oficina de Snape, cercana a la casa de Slytherin.

Ambos caminaban en pleno silencio, tan solo escuchando las conversaciones de los demás alumnos y Hermione, cabizbaja como siempre, intentando no llamar la atención, le recordaba mucho a Snape cuando él era joven, hace... muchos años atrás.

Snape tomó su varita y la sacudió suavemente e hizo abrir la puerta, ayudando a Hermione con las cosas que llevaba. Esta misma se sentó frente a Snape, algo que lo intimidaba profundamente pero que no tenía de otra que aceptarlo. Snape le dirigió una mirada dura y comenzó a hablar.

-Bueno, ¿y qué espera? Vaya a revisar las pociones.

-Bien, pero no me las ha dado.

Snape se sintió como un completo idiota, claro que tenía razón, ¿en qué pensaba? Ah claro... en ella, se contestó irónicamente. Tiró bruscamente las pociones sobre el escritorio -Ahí tiene, comience para que terminemos pronto.

-Pff... si se trata de terminar pronto, con gusto lo hago- dijo duramente, Hermione encorvando su ceja en una postura de enojo. Aquel que dijo Hermione lo hirió, entonces una guerra de celos, ira y odio estalló.

-Creame, Granger, tampoco es muy placentero no dejar de escuchar una voz parlanchina que es una sabelotodo.

-Usted cree que los alumnos son unos buenos para nada y si pudiese ver su potencial ahora mismo estaría muy arrepentido por haberme humillado tantas veces, y no solo a mí, sino a todos. Es un... es un...- dijo Hermione, sin poder terminar la frase.

-Vamos, dígalo. Muero por escucharla Granger.

-¡Es un viejo vil y amargado!- le gritó en su cara.

-¡Al menos no soy una sangre sucia!- eso provocó el fin de la batalla. Ambos se quedaron mirando con desprecio, guardando en el fondo de sus corazones, tristeza. -Tráigame mi medicina, está en el escritorio.

Hermione le hizo caso sin decirle ni una palabra en absoluto. El primer frasco que vio parecía como el de un frasco medicinal, por lo que dedujo que se trataba de ese. Le echó algo de agua y creó la fusión. Se la dejó frente a los ojos de este profesor y le hizo una mueca mientras se lo servía.

-Gracias.

-No hay por qué.- contestó finalmente Hermione, dándole dedicación a la tarea que le había ordenado Snape para que realizase.

-Se debe sentir muy orgullosa de usted misma, Granger- comenzó a hablar, sin referirse en un tono de voz especial.

-¿A qué se refiere?

-Weasly, Potter y Malfoy... está jugando con 3 personas, al mismo tiempo.

-Harry y Ron son mis mejores amigos desde siempre y Malfoy tan solo es... un patán.

-Un patán que al parecer gusta de usted.

-Pues a mí no me gusta.

-Eso no lo demuestra.

-Bueno, ¿y a usted qué le importa? ¿Acaso está celoso de ellos o qué?- los ojos de Snape se turnaron inflexibles y llenos de ira. ¿Cómo se atrevía a hablarle de esa forma? Aunque la amase mucho, no iba a permitir que dañase su orgullo.

Rápidamente se levanta de su silla y se pone frente a frente con Hermione -¿Cómo se le ocurre decir eso?- pregunta en un tono furioso, dedicándole una mirada asesina.

-Yo tendré mis razones.- sonríe complaciente mente -Está celoso de 3 alumnos mucho menores que usted...

-¡Cállese la boca, Granger!

-Que quizá yo le guste y puede que algún día me encuentre besándome con alguno de ellos y que a lo mejor...

-¡Qué se calle!

-¡Usted jamás lo logrará!

-¡Qué se calle!- agarra fuertemente el brazo de Hermione y esta perdiendo el equilibrio por la brutalidad de aquel hombre, da un paso para atrás lo que provoca que estén a tan solo milímetros de distancia. Hermione no lo dudó más y enredó sus dedos detrás del cuello de Severus, aprisionándolo en un apasionado beso.

Severus ya no estaba dentro de sí. Sus impulsos eran más fuertes que él mismo y se sentía demasiado atontado en ese éxtasis que ambos sentían. Este ha sido su segundo beso, y no había sido por equivocación, no, este era directo para él. ¡Se sentía increíble! El roce entre sus labios era como alcanzar la felicidad en tan solo un segundo. Mientras que Hermione lo aprisionaba en sus brazos, Snape la tenía aprisionada de su cintura, apretando ambos cuerpos al máximo, sin querer nunca despegarse. Sin embargo, algo había cambiado. Hermione sentía a Severus extraño, más bajo, pero aún llevando él la delantera en la altura. Entonces se alejó espantada de él y sin poder decir nada, Snape la miró extrañado.

-¿Qué sucede, Granger? ¿Por qué me mira como si hubiese visto a un muerto?- pregunta algo frustrado.

-Es mejor que usted mismo lo vea- toma un espejo que estaba sobre el escritorio, y muestra el reflejo de Snape sobre este. Los negros ojos de Snape se abrieron como plato al ver lo que veía.

-No es posible...

-¿Cómo fue qué pasó?- preguntó Hermione sin entender nada lo que pasaba.

-Resulta, que se equivocó de poción, Granger. No me dio mi medicina, me dio la poción que usted hizo, ¡me rejuveneció 25 años!- le gritó espantado, haciendo sentir a Hermione como una verdadera tonta.

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