Hermione Granger sonreía plácidamente mientras se estiraba, recién despertando de su cama, más bien, de la cama de Severus Snape. Vio a su amado aún dormir, y decidió no hacer ni un ruido para no despertarlo. Se destapó y se dirigió hasta el pequeño comedor que Severus tenía en su despacho. Se sirvió una taza de café y se encaminó hasta la ventana, a ver el amanecer. Sonreía feliz, a pesar de la difícil situación que se vivía en Hogwarts, por lo menos ella volvía a tener a Severus, y esta vez sería mucho más difícil separarse de él.
Ella en verdad estaba perdida en sus pensamientos, pensamientos acerca de todo lo que había vivido con Severus los últimos meses. Cada vez que peleaban, se reconciliaban, se besaban, se abrazaban, y como el uno a pesar de todo, siempre terminaba buscando al otro. Parecía un amor de adolescentes, sobre todo para Severus, ya que sentía las hormonas revolucionadas en todo su cuerpo, y a pesar de que no diga tantas cosas dulces, si sabe demostrar su amor frente a Hermione.
Entonces Hermione por fin despertó, se dio cuenta de que pudo haber estado mucho rato sonriendo como boba viendo el amanecer. Ella caminaba hasta el cuarto que compartía con Severus, pero de repente, pensamientos cruzaron por su mente: Draco Malfoy.
Hermione veía claramente como Draco era torturado por Bellatrix, haciéndole cortes en todo el cuerpo con una espada, obligándolo a confesar una cosa, que no sabía Hermione con exactitud. Él en verdad estaba pésimo, lloraba, y estaba amarrado en una mazmorra. El señor Tenebroso no se encontraba, de hecho gran parte de los mortifagos no se hallaba, pero ver como los padres de Malfoy, estaban presentes y no hacían nada por él, llenaba de ira a Hermione.
Entonces Hermione despertó de la burbuja, y sin saber si aquello era real o no, fue de cualquier forma a despertar a Snape. Ella lo sacudía todos lados, muy desesperada para que Severus despertase. Éste despertó y vio a Hermione en un estado mezclado de cólera y consternación.
-¿Qué ha sucedido, Hermione?- preguntó Severus, confundido y preocupado al ver a su pequeña amada de esa forma. Se sentó sobre las sábanas y miró fijamente a Hermione, esperando por la respuesta.
-Es Draco, ésta en problemas.- dijo ella, muy preocupada. Le tomó la mano a Snape y la llevó a su corazón. –Severus él está en una mazmorra, ésta siendo torturado por Bellatrix. Hay que ayudarlo.
-¿Qué?- preguntó alterado. -¿Cómo sabes eso?
Hermione dudó en contestar aquella pregunta, ya que si lo hacía, Severus la regañaría al no haber estado atenta. Pero en casos así, la verdad debía ir adelante. –Alguien manipuló mi mente y pude ver aquellas escenas.- respondió ella.
Para sorpresa de Hermione, Severus actuó de una forma opuesta a la que ella pensó. El rostro de éste se puso rígido y volvió a ver a Hermione, quien no dejaba de verlo preocupada. –Quizá no era cierto y ellos quisieron que tú vieras eso para que aparecieses por ahí con Harry y los asesinasen.
-De cualquier forma, Severus. No quiero arriesgarme a nada, y tú mismo dijiste que Draco era como un hijo para ti.- Hermione le miraba suplicante mientras acariciaba la mano de Snape. –Por favor Severus, por último iré yo sola. Pero necesitamos buscar otro lugar, lejos de aquí para que nadie nos descubra.
-Hermione, te recuerdo que he estado mucho tiempo aquí sin que nadie lo supiese. No podemos arriesgarnos a eso. Si los alumnos se enteran de esto, llegará a los oídos de Voldemort y él no tardará en llegar aquí para asesinarme por haberme separado de su lado.
-Separarse…- dijo Hermione pensativa hasta que elevó su mano y gritó en un tono de victoria. -¡Eso es! Hay que separarlo.- decía entusiasta, corriendo por los pasillos de la casa.
-Ya se alocó…- dijo Severus, en un suspiro, levantándose de su cama e ir en busca de ella. Cuando Severus salió de su cuarto, se encontró con la sorpresa de ver a Hermione sacando todos los libros que tenía Snape dentro de sus muebles. Éste simplemente se quedó quieto y la vio confundido, hasta que Hermione se sentó en el suelo y leyó tranquila un libro. Severus se sentó a su lado, y preguntó curioso. -¿Qué ha pasado dentro de u mente, Granger?
-Si logramos el modo de destruir a Voldemort, ya no tendremos que preocuparnos por nadie más. Y qué más fácil si Voldemort muere en un momento y por persona menos esperada.- decía ella, sonriéndole a Snape de una forma provocativa.
-¿Estás proponiendo que yo asesine a Voldemort?- preguntó él, sorprendido. -¡¿Estás loca?!- preguntó él en un estado de cólera. –Nunca se me daría la oportunidad, y ¿acaso crees que yo soy el único que ha intentado asesinarlo?
-Todos los que intentaron asesinarlo, lo intentaron con armas y de una forma muy obvia. ¿Qué pasaría si tú lo haces de una forma más… sigilosa?- preguntó ella, haciendo énfasis.
Severus Snape se quedó pensativo a causa de lo que su novia le decía. ¿Cómo lo haría? Voldemort quizá ya sabe que está en el Castillo o que simplemente escapó de su campo de control. Él volvió a Hogwarts solo para ver a su amada, y ahora volvería a irse… sería alto el costo, pero… debía admitir que era una buena idea la que Hermione proponía.
-Ambos correríamos mucho peligro, Hermione. No quiero que te pase nada…
-Pero, Severus por favor… yo…
-Por eso no vendrás conmigo.- respondió él, finalmente, cerrándole la boca con un pequeño beso. Volvió a mirarla a los ojos, con un dejo de ternura. –Te quedarás aquí y vigilaras que todo esté en orden aquí, hasta que vuelva con Draco, y regrese de haber asesinado a Voldemort.
-Pero Severus…- susurraba Hermione, al borde del llanto.
-No digas nada, y solo hazme caso. Esto lo haré solo por nosotros, para que podamos estar juntos sin ni una interrupción, a cambio de que me prometas algo.- decía Severus, en un tono serio.
-¿Qué cosa?
-Que nunca me olvides.- dijo Severus, finalmente, mostrando un brillo de sus ojos, un brillo cristalino.
Ni Hermione ni Severus se hablaron por un largo rato, solo se veían fijamente. Severus esperaba la respuesta de Hermione mientras que ella pensaba en todas las consecuencias que habrían si dejaba ir a Severus, y en todas las consecuencias si habrían si no lo dejase ir.
-Lo prometo.- dijo ella, derramando una lagrima. –Prometo nunca olvidarte Severus.- hasta que finalmente estalló en llanto y buscó consuelo en los brazos de Severus.
Ambos estuvieron abrazados mucho tiempo. Severus acariciaba la espalda de Hermione, intentando consolarla solo con ello, ya que él no era muy bueno consolando con palabras. No podía mentirse a si mismo, él también temía por su vida, pero si se mostraba débil frente a Hermione, ella era perfectamente capaz de decirle algo para que no fuera. No, él debía ser fuerte y enfrentarse a su destino, aunque éste significase atentar contra su propia vida.
Hermione se apareció hacia la hora de cenar en el gran comedor, a reencontrarse con sus amigos de siempre. Intentaba no demostrar que estaba rota por dentro, no en público, por lo menos hablaría con Harry, su mejor amigo, después de cenar y cuando estuviesen solos. Observó como Ron y Harry estaban acompañados de sus respectivas amadas: Ron con Lavender y Harry con Ginny. Hermione era la única que no tenía a su amado cerca, y eso la hundía más dentro de la tristeza.
-Hermione.- repetía variadas veces Ron, sacudiéndola suavemente de un lugar a otro. -¿Qué sucede?- preguntó Ron, curioso al ver a su amiga tan distraída.
-Nada Ronald, ¿qué pasa?- preguntó Hermione, desviando la atención de sus amigos.
-Te decía que mañana hay partido de Quiditch y jugaremos contra Ravenclaw.- dijo finalmente Joe, emocionado.
-Oh…- mofó ella. –Qué bien Ron, sé que les ganaras.- sonrió ella, sin muchos animos.
-Obviamente mi Ro ro les ganará, es el mejor de todos.- contestó Lavender, incluyéndose en la conversación, mirando como una loca obsesionada a Ron. Algo que hasta a él le molestaba.
Mientras que para Ron y Hermione todo era fastidio, el panorama era distinto para Ginny y para Harry, que para ellos todo era ternura, y palabras dulces, y cariños debajo de la mesa. Sin que Ron notase eso, ya que si lo hubiese notado, hubiese regañado a ambos. Hermione se distrajo un poco del tema de Severus y pensó en lo divertido que se vería Harry al pedirle permiso para salir con su hermana. Esto hizo que Hermione se riese por un momento, bajando la mirada. Ron le miró curioso de nuevo.
-¿Y ahora que Hermione?- preguntó él con una sonrisa.
-Es que…- cuando Hermione se preparaba para inventarle una excusa a Ron para decirle por qué se reía, ve como la sombra de Severus estaba detrás de la esquina del comedor, quien rápidamente se aleja. Hermione sin pensarlo dos veces, decide ir en busca de su amado. Se levanto rápidamente de su asiento y miró a Ron. –Lo siento, luego conversamos.- fue lo último que le dijo antes de salir corriendo por los pasillos de Hogwarts en busca de su amado.
Hermione ya llevaba tiempo buscándolo por todo el castillo, hasta que se encontró en el bosque prohibido, buscándolo en el mismo refugio donde pelearon con sus varitas por primera vez. Ella miraba paranoicamente por todos los rincones, elevando la varita en caso de cualquier desgracia. Entonces, el ruido de una rama romperse se escuchó como si fuese una mandrágora llorando. El silencio era intenso, e inclusive con sus pisadas eran de desconfianza. Hermione dejó de lado la varita y se acercó a Severus, quien estaba con la misma ropa negra de siempre. La única diferencia de ahora, era que Severus estaba desecho y no le importaba si eso manchaba su reputación.
-Severus, ¿qué ocurre?- preguntó Hermione confundida, dando un paso delante de él, pero él rápidamente dio un paso hacia atrás.
-Dumbledore ya conoce nuestro plan, pero solo él, supongo que ya luego se enterará Potter, pero… nadie más puede saberlo.- dijo él, desviando el tema.
-Pero… se suponía que el plan iba a ser en silencio y dado para el próximo mes.- dijo ella, confusa.
Severus no fue capaz de decir ni una palabra, simplemente miró desamparado a Hermione, quien ya se había dado cuenta de lo que él planeaba. Ella rápidamente aprovechó el momento para acercarse a él y llorar nuevamente.
-No Severus, tú no te puedes ir ahora. No me puedes dejar ahora.- decía ella, apunto de desfallecer.
-Piensalo Hermione, se supone que eres inteligente. Si esperamos un mes, él ya habrá matado a muchos impuros. Esto debe ser ahora. Yo me iré ahora porque ni siquiera sabemos lo que podría estar sucediendo ahora en el castillo.- respondió él duramente, luego suspiró. –Es por el bien de todos.
-Por favor, déjame ir contigo.- le rogó ella, apunto de caer a sus pies.
-No Hermione, ya hablamos sobre esto.- al ver como Hermione caía rendida al suelo, él sintió algo a morir dentro de sí y se agachó para abrazar a su amada, quien estaba desecha, al igual que él, solo que él lo sabía guardar bien para dentro. –Debes ser fuerte, debes seguir adelante.- decía él.
-Pero Severus...- en ese momento su boca fue silenciada brutalmente al sentir los labios de su amado, sobre los suyos. Ella se dejó llevar por el beso que ambos compartían, a pesar de que fuese extraño. Ella lo amaba, y él a ella, y sin embargo el beso fue extraño. Quizá fue por el hecho de que ambos podrían saber internamente que ese podría ser el último beso que ellos compartirían.
Para cuando el beso terminó, Hermione seguía con los ojos cerrados, como si estuviese queriendo guardar aquel momento dentro de su memoria y atesorarlo como el mayor tesoro que alguna vez tuvo. Severus le miraba afligido, por dentro gritaba por no querer alejarse de su amada, pero no tenía opción, era por el bien de todos. Él se levantó de la tierra y miró a Hermione desconsolado, mientras ella lo miraba aún botando lagrimas.
-Te amo Hermione Granger, y así seguirá por el resto de mis días.- dijo Severus finalmente, transformándose en una sombra negra que volaba a gran velocidad por los cielos, mientras que una chica desamparada volvía a tener el corazón roto y miraba como aquella sombra que amaba más que a nada de su lado se alejaba por el bien de todos. Jamás se perdonaría si a Severus le llegase a pasar algo malo, pero lo único que podría hacer ahora, era esperarlo sin importar cuanto tiempo demorase, ella lo seguiría esperando.
Una hora después y Hermione Granger había aparecido desecha en la sala común de Gryffindor, procurando no llamar la atención de nadie. Ella aún tenía las marcas de sus lagrimas sobre su rostro, y muchos alumnos se dieron cuenta de eso, solo que sin llamarles la atención. Cuando Hermione subía las escaleras para ir a su cuarto e irse a dormir, Harry y Ginny aparecieron tomados de la mano, Hermione y Harry tuvieron un encuentro visual y Harry pudo comprender en algo a su amiga. Hermione no volvió a mirarlo y se dirigió rápido al cuarto.
-¿Qué le pasa Hermione?- preguntó Ginny, curiosa.
-Iré a verla, no te preocupes.- dijo él, sonriéndole. Cuando dio un paso, volvió a mirar a Ginny y le plantó un gran beso. Ella lo miró feliz al igual que él a ella, y finalmente Harry fue a ver a Hermione.
Harry se dirigió hasta el último escalón y vio como Hermione lloraba desconsoladamente mirando la noche nublada que se presentaba en el exterior. Éste caminó silenciosamente hasta donde se encontraba Hermione, y sin decir ni una palabra, abrazó fuertemente a Hermione, y ésta rápidamente lo acogió. Quedaron abrazados por un largo rato hasta que Harry tomó la mano de Hermione y se fueron a sentar al primer escalón de la escalera, aprovechando que todos estaban en sus cuartos, descansando para mañana apoyar con todos los ánimos a Gryffindor. Hermione le contó a Harry lo que sucedía sin que éste se lo hubiese pedido ya que sabía que Hermione se lo contaría por si sola. Éste miró triste a Hermione.
-Lo lamento mucho Hermione… pero ya sabes lo que dicen, si es tuyo volverá y si no vuelve, es porque jamás te perteneció.- dijo Harry con una sonrisa tímida en su rostro, intentando subirle los ánimos a Harry.
-Eso es lo que temo Harry. Quizá él nunca me perteneció y de cualquier forma, no quiero que nada malo le pase.- dijo Hermione, mirando profundamente los ojos verdes de Harry, de una forma abatida –Yo lo amo Harry, y lo seguiré haciendo a pesar de todo.- fue lo último que dijo Hermione Granger antes de volver a romper en llanto, abrazando a Harry.
-Tranquila Hermione, todo estará bien.- dijo Harry en todo de consuelo, abrazando a su amiga, dudando que todo saliera bien del todo. Solo esperaba que su mejor amiga mejorase.
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