-¿Qué tal si nos olvidamos un poco de la venganza?- pregunté con una sonrisa ingenua.
-¿Qué?- pregunta indignado mi mejor amigo –Osea, ¿dejaste que esa perra se burlase de ti e hiciera tu vida miserable y tú ahora me dices que no quieres planear una venganza en su contra? Lo lamento Lisa, pero ahora si que no te entiendo- dijo incomprendidamente.
-Digo que la venganza es un acto desesperado y tonto que no sacará nada a cabo- sonreí sin el sentimiento de estar equivocada.
Los ojos de Ethan se abrieron como plato, al fin dibujando una sonrisa maligna en su rostro. Ya había entendido mi punto –Sea lo que sea que estés pensando, yo te sigo.
-Excelente, gracias amigo- elevé mis pies y besé su mejilla. Tomé su mano y miré directamente sus ojos –Mejor vamos a cenar, tu padre nos debe estar esperando. Mañana te diré todo lo que tengo planeado, ¿bien?
-Me parece que es una buena idea- ambos intercambiamos sonrisas y miradas confesoras. Caminamos tranquilamente hasta la casa de Ethan, cambiando de tema rápidamente.
Llegamos hasta una hermosa casa vanguardista que a pesar de todas las cosas, era sencilla una clara muestra de trabajo producido para poder obtener una casa como esas. Miré de reojo cada detalle de la casa mientras Ethan buscaba las llaves en su morral. Entramos y la casa por dentro era hermosa, de tan solo un piso de nivel, que no era la inmensa casa. Caminamos más adentro de esta y vi a un señor canoso, delgado y con lindo bigote, acompañado de unos lindos ojos azules.
-¡Wow…! Hijo mío, me enorgulleces, qué hermosa señorita es la que tienes como novia.
-¿Qué?- preguntamos ambos algo incómodos.
-Papá, ella no es mi novio, yo no tengo. Ella es Lisa Aniston, mi mejor amiga.
-Oh… bueno quizá que pase más adelante- dijo dulcemente el señor, esbozando una sonrisa sincera en su rostro –Bueno, vengan a comer, de seguro deben estar hambrientos- todos caminamos hasta el comedor y nos sentamos alrededor de la mesa, disfrutando de un gran banquete que tal hombre nos ofrecía.
Conversábamos temas sencillos, tales como la escuela, la universidad, la familia y la religión. El padre de Ethan era un hombre de trabajo, dulce y buena persona. Me trataba como si fuera de la familia, algo que me fascinaba. No podía pedir algo mejor, me sentía excelente en esa casa. A las dos horas después, tomé mis cosas y me despedí del padre de mi amigo, para que luego él me fuera a dejar a casa.
-¡Tú padre es muy dulce!
-Si pero es algo… molesto.- contestó algo inquieto.
-Claro que no, no te preocupes.- tomé su mano y caminamos por las calles de la ciudad, conversando como siempre.
-¿En verdad no me dirás que planeas hacer con Mariah?- preguntó frustrado.
-¡Claro que te lo diré! Solo… que no hoy- sonreí malvada.
-¡Eres mala, y así te haces llamar mi mejor amiga!
-Pues… eso soy obvio- ambos reímos, y hasta que llegamos a mi casa, le regalé una de mis sonrisas más puras y lindas para que nunca la olvidase –Nos vemos mañana.
-Está bien- me devuelve la sonrisa.
-¿Puedes creer que tu padre haya creído que éramos novios?- reí en voz alta, alejándome de Ethan para poder entrar a mi casa.
-Hubiese sido lindo- le escuché decir en susurro a Ethan, haciéndome voltear curiosa.
-¿De qué hablas Ethan?
-Hubiese sido lindo que me hubieras dicho que planeabas hacer con Mariah- contestó nervioso –Yo mejor me voy- se va rápidamente de ahí.
Repasé la información del momento y reí en voz baja, dudando sobre mi inteligencia. Entré a casa y lo primero que vi fue a mi madre, sentada en el sofá leyendo un libro. Fui a saludarla y me senté a un lado de ella.
-No sabía que regresarías temprano.
-De hecho, llegué hace poco- sonrío –Tengo buenas noticias.
-¿Así? ¿Cuáles?- pregunté animada.
-Tienes una entrevista en Harvard el próximo mes. Y si todo sale bien, podrás quedarte allí.
-¡Eso es fantástico! ¡Gracias mamá!- la abracé con fuerza y corrí a mi habitación, con una inmensa sonrisa dibujada en mi rostro.
A la mañana siguiente desperté más feliz que nunca con muchas ganas de comenzar un nuevo día. Me bañé, vestí, cepillé y desayuné normalmente y fui a la Preparatoria. Me encontré con Ethan en el camino, y ahí le iba contando el plan que había pensando para la no venganza.
-Suena excelente, ¿cuándo pensaste en esto?
-Ayer, cuando dijiste la palabra “cerca”
-Wow… quién lo diría.
-¡Lo sé! ¡Soy una genio!- grité emocionada.
-Y sobre Harvard, ¿qué querías contarme?
-El próximo mes tengo una entrevista con ellos, y todo depende de eso para que pueda quedar. Estoy nerviosa- le dije algo neurasténica.
-Lo sé, pero todo saldrá bien- me invita a un reconfortable abrazo de oso, haciéndome sentir confortable.
-Eres el mejor, ¿lo sabías?
-La verdad… sí.- ambos nos miramos y reímos.
De la nada, vi a Max frente de nosotros, con una mirada perturbadora. Me apegué más a Ethan y le miré sin temor o rencor.
-Ah… hola Max, ¿qué se te ofrece?- le pregunté como si nada.
-Nada, solo quería hacerles una invitación.
-¿Así? ¿Dónde?- se incorporó Ethan a la conversación, apoderándose de mi hombro, deslumbrando su hermosa sonrisa a mi ex amor.
-Al cumpleaños de Mariah, sé que a ustedes no les simpatiza, pero en verdad sería un honor contar con su compañía. ¿Y? ¿Vendrán o no?
-Pues…- contestó dudando Ethan.
-¡Claro que iremos! Gracias, no se preocupen si llegamos de los últimos- tomé la mano de Ethan y lo encaminé lejos de Max.
-¿Por qué le dijiste que sí? ¿No que la odiabas?
-Y más que nunca, tenlo por seguro pero por eso mismo, debemos ir.
-Esto ya me está dando miedo.
-Tranquilo, nada malo pasará…- rodee los ojos –No para nosotros.- sonreí inocente y me fui de su lado.
La semana había pasado con altibajos pero ya por lo menos pudimos terminarla. Me sentía excelente, y Mariah se daba cuenta de eso, nada de lo que ella pudiera hacer o decir me podría herir porque tenía asuntos más importantes que ella. La no venganza estaba apunto de ser llevada a cabo por Ethan y yo, y estaba ansiosa por ver su fin. Le advertí que meterse conmigo era una entrada a un desastre, pero ella no me hizo caso, ahora debía pagar la lección.
Estaba en la preparatoria, limpiándola a causa de uno de mis castigos… el lugar estaba solo y hasta me daba miedo la soledad del lugar. Limpiaba los pisos y vi el reflejo de una zapatilla sobre esta, voltee a ver hacia arriba y vi como Max estaba frente de mí. Me levanté y le miré ruda.
-¿Qué haces aquí?
-Necesitaba hablar contigo.
-¿Así? ¿Sobre qué?
-Sobre nosotros.
-Escucha, lo de nosotros fue lindo pero ahora ya no siento nada que me pueda volver atraer a ti.
-Lo sé y lo lamento pero quiero hacer las pases como amigos, no te quiero perder en esta vida.
-Tendrás que hacer mucho más para llamar mi atención esta vez- di media vuelta y decidí alejarme.
-¿Quieres ir conmigo a cenar? Solos tú y yo…- dijo sensualmente acercándose hasta mí, algo que robó mi respiración.
-Tú pagarás todo.
-Bien, es justo.
-Pero no te garantizo que te perdonaré de inmediato o que algo interesante suceda, ¿bien?
-Está bien, solo quiero salir contigo.
-Bien, mañana a las 9.
Me había preparado toda una hora para mi “cita” con Max. Necesitaba verme como una Diosa para que se diera cuenta de qué se estaba perdiendo. Me puse un sexy vestido rojo con un escote amigable, amarré mi cabello dejando mi flequillo sobre mis ojos y la otra parte de mi cabello sobre mi cuello. Di unas cuantas poses en el espejo y esperé a escuchar el timbre para salir. Amé la expresión que dio Max al verme, casi se le caía la baba. Él condujo hasta el restorán fino y casi muero de la risa al ver quien estaba allí, Mariah con el mismo chico de la otra vez.
-Ahora si quieres puedes decirme que tenía razón- le dije normalmente.
-Esa… mujer- gruñó furioso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario