HOLA SEGUDOR@S! Les quiero desear una muy feliz navidad, espero qe la hayan pasado muy bien, los quiero mucho C:
FELIZ NAVIDAD! Ojala la hayan pasado muy bien con sus familias :D
domingo, 25 de diciembre de 2011
viernes, 23 de diciembre de 2011
A Crazy Love Story: Un Viaje a la Realidad Cap. 11
La mañana en LA estaba más fría como nunca antes, el sol parecía que no quería salir, a pesar de que ya fuese hora de. Taylor y Selena dormían cálidamente sin siquiera darse cuenta que Miley y Demi se habían despertado temprano por un simple motivo, su despedida de Estados Unidos. Todos lo sabían, pero nadie sabía a qué hora se irían. Nostálgicas miradas se intercambiaban entre el par de amigas, mientras que Miley dejaba un país que le había enseñado grandes cosas, Demi dejaba el país no sabiendo quien era su verdadero amor.
-¿Qué haremos en cuanto lleguemos a Chile?- preguntó Demi, curiosa –A pesar de todas las cosas, yo ya me siento parte de aquí.
-Lo sé… también me siento así.- suspiró por un largo rato –Pero yo hago esto, porque me están obligando y porque yo me quiero ir. Pero tú Demi… tú no tienes nada que ver en esto.
-Yo necesito un tiempo para mí sola, Miley. Así que con o sin ti, yo igual me iba a ir de aquí.- dijo Demi, seriamente, tomando un vaso de leche, sin dejar de mirar a Miley.
-Entonces, está decidido que nos vamos.- dijo algo afligida.
-Si…- voltea a ver el reloj que estaba detrás de ella y deja el vaso de leche en la mesa –Y ya es tiempo de irnos.
-Bien…- se dirige hasta el living y levanta algunas maletas –Hay que decirle adiós al lugar donde nos enseño tanto como cosas buenas, como cosas malas.- dijo en un tono de tristeza.
-Si… nos ayudó mucho a aprender como personas, y pudimos cantar que eso es lo mejor de este viaje.- sonríe de la misma forma que Miley – ¿Estás segura que será mejor irnos sin despedirnos de las chicas?
-Si…- sonríe maduramente –Estoy segura que sí. Ahora vamos antes de que perdamos el avión.
-Si, vamos.
Un par de horas habían pasado y Selena al fin se había despertado. Algo en su interior se derrumbaba y no sabía con exactitud de qué se trataba. Se levantó con mucha pereza de su cama y caminó descalza hasta la cocina, donde iría a tomar un vaso de leche. Entonces, en cuanto ya se dio cuenta que estaba despierta y que era otro día más, se dio cuenta que la casa estaba más vacía de lo usual. Dejó el vaso de leche a un lado y decidió ir a dar un paseo por toda la casa.
No había ni un solo desorden, y había un angustioso silencio, entonces lo que sus ojos miraron fijamente aquella cosa que estaba sobre la mesita de té. Literalmente, corrió hasta aquella mesita y vio una foto suya en que salía Demi, Miley y ella. Supo de inmediato el significado de esto, se habían ido.
Las lagrimas habían brotado de repente, y un desgarrador grito había estado apunto de desgarrarse de su garganta si no hubiese sido porque ella misma hubiese tapó su boca para silenciar el ruido. Sus dos mejores amigas, quienes consideraba de su familia, se habían ido, sin siquiera despedirse. No entendía el por qué, solo sabía que necesitaba respirar aire fresco. Caminó lentamente hasta la puerta, y antes de abrirla, miró afligidamente la casa y luego vio nuevamente la fotografía que estaba sobre la mesita. Mordió su labio inferior, intentando no llorar, cerró silenciosamente la puerta y finalmente salió de casa.
A Selena en realidad no le importaba estar caminando en bata, pijama y con pantuflas de cerditos, no, caminaba como una real sonámbula, llorando desesperadamente, y sin un rumbo fijo, ni siquiera la mirada elevaba. No, ella estaba destruida. No sabía en qué pensar, no sabía en quien podría sostenerse, sus pies volaban y necesitaba de algo que los mantuviera sobre tierra. Era la primera vez que se sentía tan mal en su vida. ¿Sería por que ahora se daba cuenta de quienes había perdido?
Selena ya había caminado varias calles, y sentía la brusca brisa de lluvia que se apoderaba de los cielos grises de Los Ángeles. Sus pies caminaban por voluntad propia, se arrastraba a lo largo de las calles, y sin darse cuenta, llegó hasta un parque, se mantuvo de pie, mirando intactamente los juegos de aquel parque, que se movían con el paso de la fuerza del atormentado viento. Frunció el seño y decidió correr de vuelta a la casa donde alojaban a cambiarse de ropa y hacer un largo viaje hasta Nueva York, destino: Casa Jonas.
Literalmente corrió hasta su casa y cambió rápidamente de ropa, tomó algo de dinero y se dirigió hasta el terminal. En cuanto llegó, compró de inmediato los boletos, y parecía que la vida por un segundo, estaba a su favor, por milagro, el próximo viaje saldría en unos cuantos minutos, lo que haría más corta la espera para poder hablar seriamente con Nick, Joe y Kevin.
No le importaba cuando tiempo tardaría en llegar hasta Nueva York, eran como seis horas y unos minutos, pero la verdad, tenía todo el tiempo del mundo. Cruzó la calle, y atravesó con cuidado a causa de los gigantescos buses que estaban cerca de ella. Subió al bus, y se sentó casi al final del pasillo, prendió su I-Pod y solo dejó que sus oídos oyeran el fuerte sonido de su música, y que sus ojos se preocuparan de la lectura del libro que tenía entre manos.
Poco tiempo antes de que partiese el bus, un chico bien alto se sentó a un lado de Selena, y ésta, tan metida dentro de sus pensamientos, no se dio cuenta de su presencia hasta que sintió varias veces el estremecedor dedo índice palpando su brazo izquierdo por un momento. Se quitó los audífonos algo molesta, y en cuanto se cruzó con esos ojos negros, pensó miles de cosas a la vez, que hizo que su mente se turnara en blanco, saliendo fuera de orbita.
-¿Selena?- preguntó esa voz grave masculina, bastante conocida para Selena.
-¿Jacob? ¿No que te habías ido a…?
-A España, si. Pero… me quise tomar un tiempo, las cosas no iban bien hace tiempo y necesito concentrarme en tener paz interna antes de pasar por más dramas.- dijo en un tono calmo, produciéndole paz a Selena.
-¿Sigues mal con lo de Taylor?- preguntó algo avergonzada.
-Lo he sabido superar, no digo que no me duela, pero la verdad… saber que terminamos por algo tan insignificante, me emputece.
-Por culpa de Logan…- dijo con algo de rencor, completando lo que Jacob intentaba terminar de decir –Tú no fuiste el único que salió perjudicado con esto…- le miró con mucha calma, sonriendo un poco.
-Logan a ti te gustaba, lo sé.
-Bueno… siempre lo encontré atractivo, me gustaba pero… supongo que Taylor se lo quedará para ella.
-¿Y no te enojas con ella?- pregunto Jacob, atento por oír la respuesta de Selena.
-No… porque ella sigue siendo mi hermana, quizá yo… encuentre algo mejor, solo espero que para la próxima, no volvamos a coincidir en el amor.- respondió Selena, con una sonrisa sobre su rostro, traspasando una tristeza interna en Jacob. Éste simplemente la abrazó durante el viaje, mientras cuidaba su sueño.
Para cuando el bus llegó a Nueva York, ya era de tarde. Selena agarró su bolso y tomó un taxi hasta la casa de los Jonas. Durante el viaje, Selena no dejaba de mirar el cielo, algo había cambiado, de un día a otro había madurado. Se sentía nostálgica, no triste pero si nostálgica. Tocaba un collar, que colgaba de su cuello, un collar que había comprado en Chile, el último día que estuvieron ahí. Se tomó un tiempo junto a Demi y a Miley fuera de los demás y se alejaron para poder comprar algo que demostrase el inmenso amor que tenían entre sí, como grandes amigas casi hermanas. Era un momento de risa, y mientras se molestaban entre sí, Demi se quedó contemplando algo que llamó la atención de Selena. Intercambiaron miradas y compraron 3 collares que eran de varios colores, con ligeros de talles de plumas y decoraciones pequeñas. Que el mensaje que transmitía era que su amistad podría tener múltiples facetas, pero que siempre iba a ser hermosa y fuerte, que era lo que demostraba la pluma. La pluma pertenecía a una hermosa ave, y a pesar de que estuviese debajo de una tormenta, y quedase maltratada, nunca se rompería.
Selena había bajado del taxi, y tomó un largo respiro antes de entrar a la casa de sus amigos. Golpeó débilmente la puerta, pero lo suficientemente fuerte para hacerse sonar. Ella se mantenía cabizbaja hasta que una presencia masculina abrió la puerta y se posó sobre el umbral.
-¿Selena?- preguntó sorprendida, la voz masculina.
-Kevin, ¿puedo pasar?
-¡Claro!- contestó aún sorprendido al encontrarse a su amiga ahí. Selena entró lentamente hasta llegar a un sillón y sentarse. Ella y Kevin intercambiaron miradas secretas, transmitiéndose claramente el mensaje de una forma subjetiva.
-Mejor iré a llamar a Joe y a Nick.
-Claro, ve- contestó Selena, cabizbaja si ni un sentido.
De un segundo a otro, Nick y Joe estaban bajando de la escalera. Ambos se encontraban en una postura sorprendida, por la presencia de Selena en su casa, imitando la postura de Kevin. Selena se levantó del sillón, sin arrugar su rostro, simplemente los miraba sin rencor y sin sentimiento alguno, aunque por dentro estuviese gritando del dolor. Los tres hermanos sin dirigirle la mirada a su amiga, se sentaron en silencio mientras esperaban expectantes lo que iba a decir Selena.
-¿Supieron las últimas?- preguntó Selena sin mayor rodeo, sin dejar de mirarlos fríamente.
-¿Qué Miley se fue?- preguntó Nick, cabizbajo –Si, lo sabíamos.- contestó finalmente con un dejo de tristeza.
-Pues si… pero no se ha ido sola.- le contestó Selena, dejando a todos con una gran incógnita.
-¿De qué hablas, Sel?- preguntó Kevin, elevando una de sus cejas en una postura confusa.
-Demi se fue con ella. Nadie lo supo, ambas están viajando a Chile.- contestó Selena, derramando una lagrima que inmediatamente borró de su rostro. –Me quedé aquí, sola…
-Sel, no puede ser verdad lo que nos estás diciendo.- contestó Joe, finalmente, sin poder creer ni media palabra de lo que Selena decía.
-De hecho…- dijo Kevin, incluyéndose al fin. –Yo si sabía, Demi me lo dijo ayer en la noche.- contestó desamparado, mirando a Selena –No creí que en verdad podría irse, pero… lo hizo, finalmente de liberó de nuestro control.
-Debemos ir allá.- dijo Nick, en un tono autoritario.
-¿Para qué?- preguntó Selena intolerante –Ellas se escaparon de aquí porque este lugar les traía mucha presión, ustedes influyeron mucho en eso. Nick, te encargaste de destruir el corazón de Miley. Y Joe, tú nunca supiste valorar a Demi. Pónganse en el lugar de ellas, siquiera un segundo, háganlo.
Nick y Joe se quedaron mirándose, muy abatidos. Selena tenía mucha razón, no tenía sentido ir a buscarlas y pedirles perdón cuando aún no habían aprendido la lección. Aunque doliese, lo mejor que se podía hacer, era quedarse. Nick se lanzó abatido sobre el sillón, suspiró y agarró unos mechones y los apretó hacia dentro. Finalmente perdió a Miley, todo por su gigantesco ego. Ya no había nada que hacer.
Y Joe, por simples problemas se dio por vencido y dejó ir a Demi, a pesar de quererla demasiado. Se fue al lado de Camilla, quien a pesar de ser muy bella y simpática, nunca llegó a querer como algo más allá de eso. Eso era lo que más lo enfurecía, se sentía el imbécil más imbécil de todos. Pero que podría hacer ahora, solo quedaba que el tiempo solucionase las cosas.
Ya era de noche, y en el aeropuerto varias personas bajaban de éste. Muchas recogían en sus cosas que estaban en custodia. Pero dos señoritas estaban sentadas en una banca, llenas de bultos. Miraban a la gente apresurada corriendo de un lado a otro, mientras que ellas solo los miraban como unos grandes idiotas. ¿Para qué el apuro? De cualquier forma, alguien iba a decepcionarlos.
-¿Entonces…?- preguntó Demi, mirando atenta a Miley.
-Entonces… es hora de comenzar nuevamente aquí. Comenzaremos desde cero.- le contestó con una sonrisa nostálgica sobre su rostro, algo que quiso pasar de ser percibido, pero que Demi, si pudo observar.
Etiquetas: Niley, Jemi, Disney, Música
A Crazy Love Story
lunes, 12 de diciembre de 2011
//Monster// Hermione ~ Ron {By Paramore}
Historia:
Ron y Hermione jamás fueron algo más que amigos, sin embargo, ambos gustaban de sí. Entonces, un incidente pasa, hubo un pequeño mal entendido y Ron piensa que a Hermione le gustaba otro muchacho, cuando él justo decide confesarse delante de ella. Una discusión se desata y ambos se confiesan su amor pero aún así, eso no impidió que Ron se fuera y dejara a Hermione. El tiempo pasó y Hermione seguía con el corazón roto, pero la última gota rebalsó el vaso cuando de la nada se lo encontró junto a otra chica, Lavender. A Hermione nada le parecía estar bien, y cada día más estaba triste. Entonces varios recuerdos pasan a través de la mente de Hermione, quedandose con los peores recuerdos. Un día, Ron vuelve y decide pedirle perdón, pero ahora es Hermione quien no quiere saber nada más de él, y finalizando su año en Hogwarts, decide alejarse de todas esas cosas que hagan recordarlo.
Ron y Hermione jamás fueron algo más que amigos, sin embargo, ambos gustaban de sí. Entonces, un incidente pasa, hubo un pequeño mal entendido y Ron piensa que a Hermione le gustaba otro muchacho, cuando él justo decide confesarse delante de ella. Una discusión se desata y ambos se confiesan su amor pero aún así, eso no impidió que Ron se fuera y dejara a Hermione. El tiempo pasó y Hermione seguía con el corazón roto, pero la última gota rebalsó el vaso cuando de la nada se lo encontró junto a otra chica, Lavender. A Hermione nada le parecía estar bien, y cada día más estaba triste. Entonces varios recuerdos pasan a través de la mente de Hermione, quedandose con los peores recuerdos. Un día, Ron vuelve y decide pedirle perdón, pero ahora es Hermione quien no quiere saber nada más de él, y finalizando su año en Hogwarts, decide alejarse de todas esas cosas que hagan recordarlo.
Etiquetas: Niley, Jemi, Disney, Música
Monster (Romione)
domingo, 4 de diciembre de 2011
Business of Misery “Episodio 4” {Cena de Negocios}
Entonces algunos días habían pasado. Miley por su parte, había estado alojándose en un hotel junto a su bebé, guardando junto a Demi el secreto de su llegada a Los Angeles. Ellas sin embargo, no habían hablado mucho como ambas deseaban. el trabajo de Demi era de tiempo completo, y eso le impedía encontrarse con Miley. Por lo menos a ella, le alegraba estar nuevamente en su territorio, junto a una persona muy especial, su hijo Nicholas.
Mientras que Nicholas gozaba de sacarle el jugo de información a Demi, cada vez más estaba más cerca de encontrar a su eterna enamorada, Miley, la persona que se había burlado de él, la única capaz de haberlo hecho. Esos ardientes deseos de poder acariciar la piel color amanecer de Miley, era todo un delito según él, pero no estaría satisfecho hasta llegar a ella.
Joseph y Demetria se veían todo el tiempo posible, ya sea en los tiempos libres, almuerzo, salida, etc; a pesar de que el trabajo de Demetria durase las 24 horas al día. Nicholas intentaba hasta lo imposible para poder estar todo el tiempo posible con ella. ¿Sería una obsesión? ¿Sería una maña? ¿O simplemente odiaba que ella estuviese con otro hombre? Todos esos días que había estado trabajando para él, había sido exclusivamente para obtener información sobre Miley, y lo único que estaba averiguando era sobre la vida de Demetria, y no se arrepentía en lo absoluto.
Pero el gran día había llegado, el plan de Nicholas estaba apunto de cumplirse, y honestamente, Nicholas estaba seguro de que no se iba a arrepentir. Estaba dentro de su mansión junto a Rosenda, enjuagandolo dentro de su lujosa bañera. Mientras ella se encargaba de bañarlo, Nicholas escuchaba de su música relajado, bastante relajado. Inmediatamente se dirigió hasta su cuarto y se vistió adecuadamente para ir al trabajo. Sonrió al amanecer, como si estuviese apunto de cumplir un sueño, y se fue hasta su Mercedes hasta su trabajo.
Mientras que Demetria ya había salido de su hogar, pero no directamente al trabajo, sino que a ver unos asuntos de su nuevo departamento. Ya estaba casi todo listo, simplemente debía mudarse y listo, la casa era suya, y viviría con su hermana y con su sobrina. Estaba en la cúspide de su felicidad: con una buena situación familiar y económica, independizándose al fin y teniendo una buena situación social. Nada más faltaba en su vida para su felicidad.
Ya eran las 12:00 Am y Nicholas estaba desesperado por no saber nada aún sobre Demetria, no le había avisado que tendría el día libre, de hecho, no le había avisado nada sobre llegar tarde. Estaba desesperado, ¿qué pasaría con su plan? ¡Todo a la borda! Bueno, estaría dispuesto a esperar unas cuantas horas más para esperar, sino, tendría una gran pelea con su asistente.
Entonces ya habían pasado unas horas, y Demetria al fin se había dignado a aparecerse. Todos los de la empresa, le miraba como bicho raro, simplemente por el hecho de ser la preferida del jefe. A ella le daba igual, es más, era un halago para ella. Entró hasta el último despacho a lo largo del pasillo, sin siquiera golpear la puerta, se encontró con Nicholas viendo a través de la ventana el hermoso paisaje que había frente a él.
Demetria tragó nerviosamente de su propia saliva y se dirigió hasta él. Decidió dirigirle ella primero la palabra.
-Nicholas...- habló Demetria en un tono bastante tímido. -Lamento la tardanza, tuve que pasar a hacer unos trámites primero.
-¿Acaso no tenía teléfono señorita Demetria?- preguntó fríamente, sin dejar de contemplar la vista detrás de la ventana.
-Lo lamento, es que simplemente me demoré más de lo pensado.
-No quiero que se vuelva a repetir. ¿Entendió?- pronunció intolerablemente.
-Si, Nicholas.- asintió cabizbaja.
-Bueno toma tu agenda, tu lápiz y sígueme. Tengo algo que anunciar.- dijo finalmente, antes de salir rápido del despacho.
Demetria ya se estaba enredando entre su agenda y su lápiz, intentando salir lo más pronto posible para seguir a su jefe. Mientras que su mente se llenaba de preguntas acerca de lo que Nicholas tendría que decir. Simplemente esperaba que fuera algo que no la perjudicara.
Todos los empleados se reunían en la sala común, como si todos hubiesen sabido que Nicholas diría algo, Demetria se sintió como tonta al sentir como ella fue la única al no saber los propósitos de su jefe. Su cabello con volumen luminoso, dejaba mucho que desear, buscaba con la mirada a Joe, pero éste no la tomaba en cuenta. Demetria pensó que quizá era por un asunto laboral, pero en cuanto ambos intercambiaron miradas, él simplemente la miró como si fuese cualquier cosa, haciendo sentir mal a Demetria.
-Bueno, supongo que todos saben por qué nos hemos reunido.- los empleados entre sí, se miraban y asentían. -Entonces esto será sencillo de decir...- suspiró -Veremos el potencial de todos ustedes, y a fines de diciembre, tendremos a nuestro primer gerente ejecutivo. Será una gran competencia, donde veremos cuanto valen. Cualquiera puede tener este trabajo, pero necesitarán de mucha fuerza, valor, ganas de poder llegar hasta el puesto de gerente.
Todos se miraban entre sí, nerviosos y algo culpables. Todos querían ese puesto, todos tenían amigos aquí y muy pronto dejarían eso de lado a causa de la codicia y la competencia. Nicholas se había retirado y con eso Demetria a la siga de él. Demetria también deseaba ese cargo, bueno, ¿quién no? No habían hablado por un largo rato, hasta que llegaron al despacho de Nicholas y él, quien fue el encargado de iniciar la charla.
-¿También ansias el cargo?- preguntó con una sonrisa ingenua sobre su rostro, posando su chaqueta encima de su silla. Sentándose en esta.
-La verdad sí, y mucho. Siempre querré ser parte de algo especial.
-¿Lucharás?
-Absolutamente.- contestó con una sonrisa maliciosa sobre su rostro.
-Espero que te vaya bien, esta competencia estará bien peleada.
-Si, ya lo vi.- contestó yendo hasta el final del despacho, donde tenía una clase de cocina. Puso café sobre ambos vasos y se dirigió hasta el mesón de Nicholas, sentándose frente a él.
-Tendrás que luchar con garras y colmillos.- contestó Nicholas, tomando un sorbo de su café.
-Y estoy dispuesta a hacerlo, haré cualquier cosa por tener ese cargo.
-Entonces, supongo que querrás ganar puntos para este cargo mediante cualquier modo.
-Pues ¡Si obvio!- gritó emocionada.
-Bien, dejaré que vayas a tu casa, cocines algo delicioso para que puedas convencerme.
-¿Enserio? ¿De verdad?- preguntó emocionada, casi gritando.
-Pues si, vete, te llamaré en cuanto esté cerca de tu hogar.
-¡Gracias, gracias, gracias!- corrió hasta él y besó su frente, no delicadamente, pero definitivamente le encantó a Nicholas. Observó placentero como su falda se movía de un lado a otro, y como su cabello se revoloteaba mientras corría hasta la salida. Inmediatamente suspiró y su mente aparecía una pregunta. "¿Se estaría enamorando de Demetria?" No era posible...
Entonces Demetria ya había llegado a casa, por quitarse los tacones casi tropieza y de inmediato sacó comida de su refrigerador, comenzando a cocinar una comida sencilla pero riquísima. El pollo estaba en su punto, y ya era tiempo de sacarlo, los champiñones también estaban listos en la sarten. El jugo natural estaba listo de hace bastante rato, era un jugo sabor naranja-plátano, esperaba que le gustase. Y así muchas otras cosas ricas estaban sobre la pequeña mesa que estaba dentro de la cocina.
El departamento de Demetria estaba vacío y era de esperarse, recién hoy le habían entregado el departamento. Miley vendría a la mañana siguiente para ir juntas a comprar las cosas del hogar, así que, tendría la libertad que ella quisiera para poder hacer esa noche. Estaba ansiosa por volver a Nicholas.
Entonces ya todo estaba listo, dejo la comida cubierta por caso de salubridad y se fue rápidamente hasta su cuarto, a arreglarse para su cena con su jefe. Sacó toda la ropa que había traído, que no era mucho, pero se podía ver claramente un hermoso vestido blanco entre todas esas cosas. Demetria se vistió con este, se puso los mismos tacones con los que fue a trabajar, decoró su cuello y manos con joyas. Luego fue hasta el baño, vio su reflejo en el espejo que traía dentro de su bolso y arregló su cabello. Media hora después, el teléfono de Demetria sonó y el corazón de ésta vomitaba en su interior.
-¿Diga?- preguntó tímida.
-Estoy aquí, afuera del edificio.- escuchó esa voz masculina de Nicholas, que le hizo tambalearse de repente.
-Bien, suba hasta la terraza, enseguida voy.- contestó Demetria de vuelta, cortándolo rápidamente.
Tomó toda la comida, con mucha precisión cuidando de que no se le cáigase nada y con mucha prudencia caminó hasta la terraza. Ordenó la comida en la mesa de la terraza, teniendo una lujosa vista de la ciudad y de la piscina que estaba a un lado. Esa noche debía ser perfecta. Mientras se encargaba de ordenar los cubiertos, siente unas fuertes manos aprisionando su cintura, acariciándola. Demetria con mucha dificultad tragó saliva, mientras que no pudo evitar desbordar una sonrisa siniestra. Volteó y le sonrió a Nicholas.
-¿Cómo está jefe?
-Excelente viendo a tal diosa frente de mí, pero... esta noche no quiero ser tu jefe.- dijo en un tono seductor, mientras acercaba su boca con la boca de Demetria.
-¿A no? ¿Entonces?- le contestó con otra sonrisa más seductora que la de él.
-Quiero ser tu...- hablaba, mientras sus labios carmesí acariciaban el cuello de Demetria, llenándola ésta de placer y de ganas de gritar y besarle desesperadamente. Nicholas no había terminado de completar la frase, al ver como una mujer, en tan solo biquini estaba frente a él. El corazón de Nicholas se había detenido mientras de su boca una palabra salía.
-Miley...- susurró, sin poder creerlo. Acto inmediato, Demetria volteó confundida a ver quién era, y se trataba de su hermana, quien estaba simplemente de un biquini. Le dedicó una mirada de furia y habló.
-Miley, ¿qué diablos haces aquí? ¿No que llegarías mañana?
-Lo lamento, hubo un cambio de planes.- contestó finalmente, sin poder despegar su mirada de la de Nicholas. -Perdón debo irme.- corrió espantada de tal lugar, dejando a Nicholas con las palabras en la boca.
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¡Hola! Espero que les haya gustado el cap, no es el mejor, ni el más largo, pero algo es algo, ¿no?
1.- ¿les gustó?
2.- ¿Cuál fue su parte favorita?
3.- ¿Qué crees que pase después? :O
Mientras que Nicholas gozaba de sacarle el jugo de información a Demi, cada vez más estaba más cerca de encontrar a su eterna enamorada, Miley, la persona que se había burlado de él, la única capaz de haberlo hecho. Esos ardientes deseos de poder acariciar la piel color amanecer de Miley, era todo un delito según él, pero no estaría satisfecho hasta llegar a ella.
Joseph y Demetria se veían todo el tiempo posible, ya sea en los tiempos libres, almuerzo, salida, etc; a pesar de que el trabajo de Demetria durase las 24 horas al día. Nicholas intentaba hasta lo imposible para poder estar todo el tiempo posible con ella. ¿Sería una obsesión? ¿Sería una maña? ¿O simplemente odiaba que ella estuviese con otro hombre? Todos esos días que había estado trabajando para él, había sido exclusivamente para obtener información sobre Miley, y lo único que estaba averiguando era sobre la vida de Demetria, y no se arrepentía en lo absoluto.
Pero el gran día había llegado, el plan de Nicholas estaba apunto de cumplirse, y honestamente, Nicholas estaba seguro de que no se iba a arrepentir. Estaba dentro de su mansión junto a Rosenda, enjuagandolo dentro de su lujosa bañera. Mientras ella se encargaba de bañarlo, Nicholas escuchaba de su música relajado, bastante relajado. Inmediatamente se dirigió hasta su cuarto y se vistió adecuadamente para ir al trabajo. Sonrió al amanecer, como si estuviese apunto de cumplir un sueño, y se fue hasta su Mercedes hasta su trabajo.
Mientras que Demetria ya había salido de su hogar, pero no directamente al trabajo, sino que a ver unos asuntos de su nuevo departamento. Ya estaba casi todo listo, simplemente debía mudarse y listo, la casa era suya, y viviría con su hermana y con su sobrina. Estaba en la cúspide de su felicidad: con una buena situación familiar y económica, independizándose al fin y teniendo una buena situación social. Nada más faltaba en su vida para su felicidad.
Ya eran las 12:00 Am y Nicholas estaba desesperado por no saber nada aún sobre Demetria, no le había avisado que tendría el día libre, de hecho, no le había avisado nada sobre llegar tarde. Estaba desesperado, ¿qué pasaría con su plan? ¡Todo a la borda! Bueno, estaría dispuesto a esperar unas cuantas horas más para esperar, sino, tendría una gran pelea con su asistente.
Entonces ya habían pasado unas horas, y Demetria al fin se había dignado a aparecerse. Todos los de la empresa, le miraba como bicho raro, simplemente por el hecho de ser la preferida del jefe. A ella le daba igual, es más, era un halago para ella. Entró hasta el último despacho a lo largo del pasillo, sin siquiera golpear la puerta, se encontró con Nicholas viendo a través de la ventana el hermoso paisaje que había frente a él.
Demetria tragó nerviosamente de su propia saliva y se dirigió hasta él. Decidió dirigirle ella primero la palabra.
-Nicholas...- habló Demetria en un tono bastante tímido. -Lamento la tardanza, tuve que pasar a hacer unos trámites primero.
-¿Acaso no tenía teléfono señorita Demetria?- preguntó fríamente, sin dejar de contemplar la vista detrás de la ventana.
-Lo lamento, es que simplemente me demoré más de lo pensado.
-No quiero que se vuelva a repetir. ¿Entendió?- pronunció intolerablemente.
-Si, Nicholas.- asintió cabizbaja.
-Bueno toma tu agenda, tu lápiz y sígueme. Tengo algo que anunciar.- dijo finalmente, antes de salir rápido del despacho.
Demetria ya se estaba enredando entre su agenda y su lápiz, intentando salir lo más pronto posible para seguir a su jefe. Mientras que su mente se llenaba de preguntas acerca de lo que Nicholas tendría que decir. Simplemente esperaba que fuera algo que no la perjudicara.
Todos los empleados se reunían en la sala común, como si todos hubiesen sabido que Nicholas diría algo, Demetria se sintió como tonta al sentir como ella fue la única al no saber los propósitos de su jefe. Su cabello con volumen luminoso, dejaba mucho que desear, buscaba con la mirada a Joe, pero éste no la tomaba en cuenta. Demetria pensó que quizá era por un asunto laboral, pero en cuanto ambos intercambiaron miradas, él simplemente la miró como si fuese cualquier cosa, haciendo sentir mal a Demetria.
-Bueno, supongo que todos saben por qué nos hemos reunido.- los empleados entre sí, se miraban y asentían. -Entonces esto será sencillo de decir...- suspiró -Veremos el potencial de todos ustedes, y a fines de diciembre, tendremos a nuestro primer gerente ejecutivo. Será una gran competencia, donde veremos cuanto valen. Cualquiera puede tener este trabajo, pero necesitarán de mucha fuerza, valor, ganas de poder llegar hasta el puesto de gerente.
Todos se miraban entre sí, nerviosos y algo culpables. Todos querían ese puesto, todos tenían amigos aquí y muy pronto dejarían eso de lado a causa de la codicia y la competencia. Nicholas se había retirado y con eso Demetria a la siga de él. Demetria también deseaba ese cargo, bueno, ¿quién no? No habían hablado por un largo rato, hasta que llegaron al despacho de Nicholas y él, quien fue el encargado de iniciar la charla.
-¿También ansias el cargo?- preguntó con una sonrisa ingenua sobre su rostro, posando su chaqueta encima de su silla. Sentándose en esta.
-La verdad sí, y mucho. Siempre querré ser parte de algo especial.
-¿Lucharás?
-Absolutamente.- contestó con una sonrisa maliciosa sobre su rostro.
-Espero que te vaya bien, esta competencia estará bien peleada.
-Si, ya lo vi.- contestó yendo hasta el final del despacho, donde tenía una clase de cocina. Puso café sobre ambos vasos y se dirigió hasta el mesón de Nicholas, sentándose frente a él.
-Tendrás que luchar con garras y colmillos.- contestó Nicholas, tomando un sorbo de su café.
-Y estoy dispuesta a hacerlo, haré cualquier cosa por tener ese cargo.
-Entonces, supongo que querrás ganar puntos para este cargo mediante cualquier modo.
-Pues ¡Si obvio!- gritó emocionada.
-Bien, dejaré que vayas a tu casa, cocines algo delicioso para que puedas convencerme.
-¿Enserio? ¿De verdad?- preguntó emocionada, casi gritando.
-Pues si, vete, te llamaré en cuanto esté cerca de tu hogar.
-¡Gracias, gracias, gracias!- corrió hasta él y besó su frente, no delicadamente, pero definitivamente le encantó a Nicholas. Observó placentero como su falda se movía de un lado a otro, y como su cabello se revoloteaba mientras corría hasta la salida. Inmediatamente suspiró y su mente aparecía una pregunta. "¿Se estaría enamorando de Demetria?" No era posible...
Entonces Demetria ya había llegado a casa, por quitarse los tacones casi tropieza y de inmediato sacó comida de su refrigerador, comenzando a cocinar una comida sencilla pero riquísima. El pollo estaba en su punto, y ya era tiempo de sacarlo, los champiñones también estaban listos en la sarten. El jugo natural estaba listo de hace bastante rato, era un jugo sabor naranja-plátano, esperaba que le gustase. Y así muchas otras cosas ricas estaban sobre la pequeña mesa que estaba dentro de la cocina.
El departamento de Demetria estaba vacío y era de esperarse, recién hoy le habían entregado el departamento. Miley vendría a la mañana siguiente para ir juntas a comprar las cosas del hogar, así que, tendría la libertad que ella quisiera para poder hacer esa noche. Estaba ansiosa por volver a Nicholas.
Entonces ya todo estaba listo, dejo la comida cubierta por caso de salubridad y se fue rápidamente hasta su cuarto, a arreglarse para su cena con su jefe. Sacó toda la ropa que había traído, que no era mucho, pero se podía ver claramente un hermoso vestido blanco entre todas esas cosas. Demetria se vistió con este, se puso los mismos tacones con los que fue a trabajar, decoró su cuello y manos con joyas. Luego fue hasta el baño, vio su reflejo en el espejo que traía dentro de su bolso y arregló su cabello. Media hora después, el teléfono de Demetria sonó y el corazón de ésta vomitaba en su interior.
-¿Diga?- preguntó tímida.
-Estoy aquí, afuera del edificio.- escuchó esa voz masculina de Nicholas, que le hizo tambalearse de repente.
-Bien, suba hasta la terraza, enseguida voy.- contestó Demetria de vuelta, cortándolo rápidamente.
Tomó toda la comida, con mucha precisión cuidando de que no se le cáigase nada y con mucha prudencia caminó hasta la terraza. Ordenó la comida en la mesa de la terraza, teniendo una lujosa vista de la ciudad y de la piscina que estaba a un lado. Esa noche debía ser perfecta. Mientras se encargaba de ordenar los cubiertos, siente unas fuertes manos aprisionando su cintura, acariciándola. Demetria con mucha dificultad tragó saliva, mientras que no pudo evitar desbordar una sonrisa siniestra. Volteó y le sonrió a Nicholas.
-¿Cómo está jefe?
-Excelente viendo a tal diosa frente de mí, pero... esta noche no quiero ser tu jefe.- dijo en un tono seductor, mientras acercaba su boca con la boca de Demetria.
-¿A no? ¿Entonces?- le contestó con otra sonrisa más seductora que la de él.
-Quiero ser tu...- hablaba, mientras sus labios carmesí acariciaban el cuello de Demetria, llenándola ésta de placer y de ganas de gritar y besarle desesperadamente. Nicholas no había terminado de completar la frase, al ver como una mujer, en tan solo biquini estaba frente a él. El corazón de Nicholas se había detenido mientras de su boca una palabra salía.
-Miley...- susurró, sin poder creerlo. Acto inmediato, Demetria volteó confundida a ver quién era, y se trataba de su hermana, quien estaba simplemente de un biquini. Le dedicó una mirada de furia y habló.
-Miley, ¿qué diablos haces aquí? ¿No que llegarías mañana?
-Lo lamento, hubo un cambio de planes.- contestó finalmente, sin poder despegar su mirada de la de Nicholas. -Perdón debo irme.- corrió espantada de tal lugar, dejando a Nicholas con las palabras en la boca.
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¡Hola! Espero que les haya gustado el cap, no es el mejor, ni el más largo, pero algo es algo, ¿no?
1.- ¿les gustó?
2.- ¿Cuál fue su parte favorita?
3.- ¿Qué crees que pase después? :O
Etiquetas: Niley, Jemi, Disney, Música
Business of Misery
miércoles, 30 de noviembre de 2011
Luz de mis Ojos //7º Episodio// {Prófugos de la Noche}
Su esplendida sonrisa juguetona había sobresalido de su rostro sin querer, y era de esperarse, Hermione se sentía la mujer más feliz del mundo. Hacía una semana se veía a secreto con Severus, yendo a su oficina todo el tiempo que le era posible. Ella había salido de los estribos, parecía que su fantasía más perversa se estaba cumpliendo, y le fascinaba. Hermione no se reconocía así misma, estaba haciendo todas aquellas cosas que nunca creyó que ella pudiese hacer, pero que en el fondo, siempre deseó cumplirlas.
Severus por su parte, se había sentido lleno de vida, como nunca antes se sintió en la vida. Se sentía como un chiquillo de 14 años; distraído, con mariposas en el estomago, queriendo gritar todo el tiempo. Todo lo que exasperaba con ansias, era decirle a todo el mundo que amaba con locura a tal chiquilla de cabello ondulado y rebelde, ojos marrones que podían llevarlo a la luna, sus rosados labios que cada vez que veía era un manicomio sabiendo que estaban tan cerca de él, pero que él no podía tomarlos cada vez que se les plazca, debía controlar sus impulsos, y dejar a esos labios respirar; aunque le costase un mundo, no poder besarlos todo el tiempo que estaban vivos.
Nadie sospechaba sobre lo que sucedía, excepto los que contaban. A pesar de que Harry y Hermione hayan prometido contarle a Ron que Hermione amaba a Severus, se les hacía difícil, ya que Ron siempre fue algo sobre protector con ella. Era algo difícil de ocultárselo, sobre todo cuando Ron era como un hermano para ella. Dumbledore, estaba más raro de lo usual, estaba más inquieto, y eso no era bueno. Draco había desaparecido, nadie sabía nada de él y a Hermione le hacía sentir mal.
Hermione necesitaba saber siquiera que Draco estaba bien, se sentiría demasiado culpable si se enteraba que Draco estaba mal. Vivía con ese ligero temor, sin querer demostrárselo a su novio, aunque éste si se daba cuenta de su preocupación.
Mientras que Hermione se encontraba sonriendo, ordenando el despacho de Severus Snape, sintió como un vidrio se rompía. Esto causó un inmediato temor en Hermione, ya que se encontraba sola, y el sonido fue lejos de donde estaba ella. Decidió sacar la varita que estaba dentro de uno de sus bolsillos y caminar hasta donde había sentido el vidrio romperse.
Sus pasos eran poco confiados, y muy asustadizos, sabía que algo estaba mal. Su rostro se puso rígido al ver como una nota estaba dentro de una botella de vidrio, sorprendentemente no rota. Miró desconfiada a su alrededor para asegurarse de que estaba sola y luego se arrodilló frente a la botella, examinándola pacientemente. Decidió no darle más vueltas al asunto y sacar la nota que estaba dentro. Abrió la nota rápidamente, y se espantó al ver el mensaje de la carta. “Ven al bosque prohibido, ahora” Era lo único que decía, escrito en pergamino ordinario, pero con una fina escritura que solo ella reconocería a simple vista.
Ni siquiera lo había pensado dos veces y se había dado cuenta que estaba fuera del castillo de Hogwarts, debía darse prisa antes de que supiesen que estaba fuera del castillo a las 9:30 de la noche. Caminó lentamente, pronunciando el hechizo de Lumos para poder ver por donde caminaba, ya que no se veía ni un solo rastro de luminosidad al interior del bosque.
Todo lo que se oían, era el sonido de las ramas romperse a medida que Hermione caminaba inseguramente alrededor de la Alameda de árboles. Ya había caminado por un largo rato y Hermione, frustrada al no haber encontrado nada, decide detenerse y mirar alrededor para asegurarse que no había nada ni nadie. Entonces decidió caminar de regreso al castillo.
Pero fue entonces que una luz comenzaba a iluminarse no muy lejos de donde estaba, entonces, Hermione decidió correr hasta tan preeminente luz. Sus pasos eran largos y seguros, no como antes, ella sabía en el fondo que hacía lo correcto al dirigirse hasta esa luz, sabía que era algo bueno. Lo sabía desde el fondo de su corazón.
Para cuando ella había llegado, la luz ya se había apagado, y Hermione estaba mucho más frustrada y triste que antes. Pensó que quizá tan solo era una alucinación, un sueño, por lo que decidió irse al Castillo, con su amado Severus. En cuanto había dado un paso delante de un árbol, sintió una respiración, conocida para ella, chocando con su rostro.
Hermione, atemorizada, volta inmediatamente a ver de quien se trataba, alzando su varita en postura de defensa. Parecía que su corazón estallaría de felicidad, ya que viendo a Draco Malfoy, allí, frente a ella, era todo un milagro.
-¡Draco!- exclamó Hermione, muy emocionada, abrazando fuertemente entre sus brazos, apunto de llorar a causa de la emoción.
-Ouch, Hermione cuidado.- dijo entre carcajadas, separándose un poco de ella, mostrando perfectamente su cuerpo plagado de heridas resecas. Esto alteró a Hermione.
-¡Pero Draco, qué te ha pasado!- gritó horrorizada, siendo callada inmediatamente por Draco, poniendo este su mano en la boca de Hermione, impidiendo dejarla hablar más.
-¡Shh… cállate! No quiero que descubran que estoy aquí.- dijo algo inquieto, viendo a su alrededor.
-Lo lamento…- le contestó mostrando una sonrisa ingenua. – ¡Dios es tan lindo volver a verte!..- contestó finalmente Hermione, volviendo a abrazarlo.
-Lo mismo digo.- dijo Draco, aceptando felizmente el abrazo que Hermione le ofrecía.
Una sonrisa juguetona se había escapado de los labios de Draco, sin que Hermione se hubiese dado cuenta ya que estaba de espaldas. A Draco no le importaba sus heridas ardían ese momento que abrazaba a Hermione, simplemente la quería sentir cerca de él, quería estar cerca de tal mujer que eternamente amaría, pero que jamás en la vida tendría.
Su enamoramiento había sido un error, y lo sabía con exactitud, pero ahora tan solo seguía seguir con el error, porque él no estaba dispuesto a dejar de amarla. Antes, prefería estar muerto, diez metros bajo tierra, pero no imaginaba la vida sin Hermione de su lado.
Ambos se sentaron debajo del árbol, y Draco, sin permiso alguno, decide acomodar su cabeza sobre las piernas de Hermione. Las manos de Hermione actuaban por voluntad propia, acariciando su cabello, dejándose llevar por la magnitud del momento. Estaba feliz de tener de vuelta a Draco que ya no le importaba lo que sucediera ahora.
-Draco, necesito saber en dónde te habías ido y por qué.- Preguntó Hermione, en un tono triste y preocupado, sin dejar de acariciarle el cabello.
-Necesitaba aire, debía salir de aquí. ¨Sé que me entiendes.
Y tenía razón, Hermione entendía perfectamente el punto donde Draco quería llegar. Algunas veces el ambiente era asfixiante y se necesitaba respirar nuevamente, para poder volver a seguir adelante con la vida que les había tocado.
-¿Volverás a irte?- preguntó Hermione.
-Lamento tener que decir que sí, pero debo irme, no por mí, es mi deber marcharme de aquí.
-Pero… ¿volveré a verte?
-Ven un rato a mi hogar, luego te vendré a dejar yo mismo en mi escoba, para que Severus sepa que soy un buen amigo.- dijo en un tono de broma, guiñándole el ojo, provocando una ligera risa en Hermione.
-No sé si debería, pero bueno…- ambos se levantaron del frío suelo, y se miraron fijamente a los ojos, sin que Hermione dejarse de sonreír.
-Bien, toma mi mano. Daremos un paseo.- dijo Draco, en un tono sumamente amigable, ofreciéndole su mano.
A la vez que los delicados dedos de Hermiones habían rozado la mano de Draco, ambos habían desaparecido del bosque. Draco poseía un transportador de su parte, algo que lo dejaría inmediatamente en el lugar donde deseaban ir. Pero Hermione nunca imaginó lo que estaría apunto de ver en ese momento.
Mientras que en Hogwarts, alguien estaba muerto de curiosidad por saber donde estaba su amada, Severus. Se suponía que se iban a ver en su despacho hace ya bastante tiempo. Caminaba en círculos, sus gotas de sudor caían al suelo provocando gran magnitud en los oídos de Snape. “¿Dónde se habría metido?” No lo sabía, siquiera necesitaba saber si estaba bien, pero ni siquiera eso sabía. Se le había cruzado la idea que quizá se había quedado dormida, o quizá estaba con sus amigos, pero la verdad ya daba pena buscar ideas de donde estaba su amada. Tan solo bastaba que ella supiera que él jamás le fallaría.
Hermione y Draco habían llegado a una choza bien alejada de donde estaban antes, bien alejada de la civilización. Estaba apenas manteniéndose, y Draco había estado viviendo allí desde que su padre fue encarcelado en Azkaban, hace ya unos meses atrás. Hermione miraba con compasión la casa de su amigo, sin dirigirse la palabra en ni un momento. Draco había comenzado a caminar y a Hermione no le quedaba de otra que seguirlo.
Entraron a la choza, y prácticamente ésta estaba vacía. Simplemente había un colchón en el suelo, con unas cuantas frazadas desordenadas sobre ésta. Hermione seguía hasta en lo más mínimo a Draco, entonces se sentaron sobre el colchón, que justamente daba la vista de una ventana, que reflejaba la oscuridad de la noche con algunos espacios luminosos, que solo las estrellas brindaban.
Draco miraba la noche como si fuera lo más importante en ese momento, como si nunca jamás la volviese a ver. Hermione se daba cuenta de esto, y con el paso de los segundos, se impacientaba más por la actitud extraña de Draco.
-Draco.- Escuchó Draco, su propio nombre en voz de aquel mujer que consideraba ángel guardián. – ¿Sucede algo?- preguntó Hermione, preocupada.
-¿Qué?- miró atemorizado los ojos de Hermione, rápidamente cambió su actitud, y poso una sonrisa rota sobre su rostro, ocultándola de Hermione. –No pasa nada, chiquita.- contestó en un tono de consuelo, acariciando el mentón de Hermione.
-Estás actuando muy raro Draco, ¿estás seguro que no pasa nada?- preguntó desconfiada de la respuesta de Draco.
-Si… es solo…- en el momento que Draco quiso terminar la frase, y miraba el suelo, se dio cuenta como la suave mano de Hermione se posaba sobre la de él. Inmediatamente la vista de Draco se elevó y se encontró con la mirada piadosa de Hermione, que tan solo quería saber por qué Draco actuaba así. De la nada, lagrimas brotaron de los ojos de Draco, esto preocupó mucho más a Hermione.
-Draco, por favor dime qué ocurre.- le rogó Hermione a Draco, para que le confesara su problema.
-Me odiarás después de hoy, lo peor de todo, es que si tendrás razón para hacerlo.- dijo temeroso, incapaz de levantar la mirada.
-¿Qué? Claro que no, dime qué ocurre.
De inmediato, Draco se levantó del colchón, sacando de la nada su varita, apuntándola contra Hermione. Hermione abrió la boca estupefacta, sin poder creer lo que Draco estaba haciendo. Draco le miró sollozado, con una gran pena interna que se podía notar a través de su mirada.
-Draco, no…- le rogó Hermione, asustada.
-Petrificus… totallus.- un segundo después, y Hermione estaba congelada, acostada sobre el colchón. Draco tomó rápidamente el cuerpo de Hermione, susurró el nombre de un hechizo y desapareció de la choza, junto a Hermione.
En una pesadilla, había despertado Severus. Todo su cuerpo sudaba y su corazón latía cuan loco. Estaba preocupado y atemorizado, y la primera persona que se le apareció en la cabeza fue Hermione, aún no aparecía, y ya comenzaba a desesperarse. Se vistió rápidamente con su bata y se dirigió hasta el despacho de Dumbledore.
Dumbledore había elevado su mirada, con una mirada curiosa, preguntándose que hacía Severus ahí, entonces ya sospechaba de algo, Hermione Granger.
-¿Qué sucede Severus?- pregunta el anciano, con una expresión impaciente.
-Granger, no está en el castillo.
-¿Cómo que no está? ¿Buscó por todas partes?
-Pues si, incluso revisé los mapas del merodeador y nada. Dumbledore, debemos encontrarla.
-Está bien hijo, cálmate. La buscaremos.
Una hora había pasado y aún no lograban nada. Severus estaba completamente fuera de sí, estaba hecho una bola de nervios. Hermione no aparecía en ni un lado, pero Dumbledore le mandó a sus colegas presentes en los cuadros, para que avisaran que una alumna había desaparecido en el castillo.
Dumbledore le aseguraba a Snape que Hermione estaría bien, pero éste no creía mucho en su palabra. Entonces, una vaga idea había pasado por la mente de Dumbledore, algo que quizá funcionaría.
-Malfoy.- comenzó a hablar Dumbledore, después de vario rato sin hablar. Severus inmediatamente miró a Dumbledore, curioso.
-Pero… Malfoy había desaparecido hace unos días atrás, nadie ha sabido algo de él.- contestó Severus, intentando negarle tal idea a Dumbledore, aunque si podía tener sentido.
-Es por eso mismo que lo creo, Severus. La señorita Granger es amiga de Draco, la única amiga que le queda, aunque Draco tenga otras intenciones con Hermione.
-No, es imposible. Draco ya no quiere a Hermione, ella solo fue un pasatiempo para él.- contestó fuertemente Severus, apoyándose de su idea.
-¿Es eso lo que en verdad cree, Severus?.- preguntó Dumbledore, con una sonrisa ingenua.
Severus no tardó en pensarlo bien. Él sabía perfectamente que el amor de Hermione estaba en disputa entre él y Draco Malfoy. ¿Cómo no lo había pensado antes? Aún recordaba la noche cuando se dio cuenta que Draco amaba a Hermione, hace unos dos años atrás, en la noche del baile.
Flashback
Era la noche del baile, y todos los de Hogwarts disfrutaban de la ceremonia que se llevaba acabo, excepto dos personas. Draco había sido castigado al haber embrujado a una alumna de Ravenclaw. Severus decidió hacerse cargo de él, total, todas sus noches eran iguales, sin nada que hacer.
Severus decidió darle una tarea sencilla, algo rápido para que pudiese disfrutar algo de la Fiesta. Habían estado en el despacho de Severus, y Draco con suerte sostenía la pluma, se notaba deprimido, sin ganas de nada. En el fondo, Severus sabía que se arrepentiría de preguntarle, pero al fin y al cabo, él era responsabilidad de él mientras no estaban sus padres.
-¿Sucede algo, Malfoy?- pregunta sin mayor asomo, sin despegar sus ojos del libro que leía.
-Nada que le importe, Snape.
-Bien…- contestó finalmente Snape, sin mayor sentimiento. Entonces sintió el sonido del suspiro de Malfoy.
-Es sobre una chica… me tiene loco.
-Que nauseas me das.- contestó haciendo una mueca. -¿Cómo es? ¿Y de qué casa?
-Es de Gryffindor…- baja la mirada –Es inteligente, sensata, seria, rebelde, seguida de sus ideas…
-No puedo creer que decepciones a tu familia enamorándote de la Sangre Sucia de Granger.- contestó con el mismo sentimiento de antes.
-¿Cómo supo…?
-Tan solo tengo una alumna inteligente en mi clase. Pero créeme, Granger jamás se fijaría en ti después de todas las cosas que le hiciste sufrir.
Fin Flashback
Realmente nunca supo porque no les dio las chances a Draco para que luchase por Hermione, al fin y al cabo hubiesen hecho linda pareja, pero no soportaba la idea de ver a la mujer que amaba con otro hombre. Nunca negó que fue egoísta en ese aspecto, pero en la guerra y en el amor todo valía.
-Debemos hayar a Malfoy.- contestó Severus, decidido totalmente de sí. –Si encontramos a Malfoy, encontramos a Hermione.
-Bien, pero necesitaremos la ayuda de Potter en este caso.
Severus hubiese dicho que no en cualquier forma, pero sabía que Harry era el mejor amigo de Hermione y podría ayudar mucho en la búsqueda de ella. No tenía de otra que tragarse su orgullo y pedirle ayuda a Harry –Bien, lo llamaré.- gruño enojado, y se marchó pesadamente del despacho de Dumbledore.
Hermione miraba perdida su alrededor, todo le daba vueltas y en cuanto quiso mover un músculo, se dio cuenta que no podía al verse encadenada en un calabozo. Se sentó inmediatamente, asustada, comenzando a gritar ayuda, pero nadie aparecía. La angustia se apoderaba de su cuerpo y comenzaba a perder la esperanza.
Estaba totalmente sola, asustada y con el gran sentimiento de culpa al haber ido con Draco, sabiendo que no era completamente de fiar. ¡Dios, había sido tan ingenua! Solo ella confiaría en quien la odiaba hace poco y que al parecer por acto de magia, la amaba de un día para otro. Tenía ganas de llorar y gritar, golpear a Draco y luego no volver a verlo jamás en la vida.
Ya había pasado un rato totalmente sola, naufraga en sus pensamientos sin hallar salida alguna del dolor del que sentía. Necesitaba a Severus más que a nada en esos momentos, por último si estaba cerca de morir, decirle cuanto lo amaba, pero cada vez más se sentía más sola. Entonces, sintió voces masculinas en la parte superior del calabozo, levantó la mirada curiosa y temerosa al mismo tiempo.
-¡Vaya, vaya! Miren a quien tenemos por aquí. No es nada más ni nada menos que la mejor amiga Sangre sucia de Potter, Hermione Granger- mofó el nombre de Hermione, haciéndola sentir humillada.
-Pronto vendrá Harry, Lucius, y cuando lo haga, te arrepentirás de haberme hecho esto.
-¿Qué?- sonríe maliciosamente, soltando unas carcajadas en tono de burla. –¡Pero si yo no te he metido en este calabozo! Fue él.- de la nada, sacó a Draco de las sombras, agarrándolo del pollerón que llevaba puesto.
Hermione lo vio decepcionada mientras que Draco le miraba avergonzado de si mismo. Se sentía demasiado culpable como para decirle algo.
-Además.- prosiguió Lucius –En cuanto Harry ponga un pie aquí, ambos estarán muertos. No en mis manos, no, sino que en las manos del señor tenebroso.- contestó finalmente Lucius, riendo implacablemente, dejando a Hermione completamente atemorizada.
Severus por su parte, se había sentido lleno de vida, como nunca antes se sintió en la vida. Se sentía como un chiquillo de 14 años; distraído, con mariposas en el estomago, queriendo gritar todo el tiempo. Todo lo que exasperaba con ansias, era decirle a todo el mundo que amaba con locura a tal chiquilla de cabello ondulado y rebelde, ojos marrones que podían llevarlo a la luna, sus rosados labios que cada vez que veía era un manicomio sabiendo que estaban tan cerca de él, pero que él no podía tomarlos cada vez que se les plazca, debía controlar sus impulsos, y dejar a esos labios respirar; aunque le costase un mundo, no poder besarlos todo el tiempo que estaban vivos.
Nadie sospechaba sobre lo que sucedía, excepto los que contaban. A pesar de que Harry y Hermione hayan prometido contarle a Ron que Hermione amaba a Severus, se les hacía difícil, ya que Ron siempre fue algo sobre protector con ella. Era algo difícil de ocultárselo, sobre todo cuando Ron era como un hermano para ella. Dumbledore, estaba más raro de lo usual, estaba más inquieto, y eso no era bueno. Draco había desaparecido, nadie sabía nada de él y a Hermione le hacía sentir mal.
Hermione necesitaba saber siquiera que Draco estaba bien, se sentiría demasiado culpable si se enteraba que Draco estaba mal. Vivía con ese ligero temor, sin querer demostrárselo a su novio, aunque éste si se daba cuenta de su preocupación.
Mientras que Hermione se encontraba sonriendo, ordenando el despacho de Severus Snape, sintió como un vidrio se rompía. Esto causó un inmediato temor en Hermione, ya que se encontraba sola, y el sonido fue lejos de donde estaba ella. Decidió sacar la varita que estaba dentro de uno de sus bolsillos y caminar hasta donde había sentido el vidrio romperse.
Sus pasos eran poco confiados, y muy asustadizos, sabía que algo estaba mal. Su rostro se puso rígido al ver como una nota estaba dentro de una botella de vidrio, sorprendentemente no rota. Miró desconfiada a su alrededor para asegurarse de que estaba sola y luego se arrodilló frente a la botella, examinándola pacientemente. Decidió no darle más vueltas al asunto y sacar la nota que estaba dentro. Abrió la nota rápidamente, y se espantó al ver el mensaje de la carta. “Ven al bosque prohibido, ahora” Era lo único que decía, escrito en pergamino ordinario, pero con una fina escritura que solo ella reconocería a simple vista.
Ni siquiera lo había pensado dos veces y se había dado cuenta que estaba fuera del castillo de Hogwarts, debía darse prisa antes de que supiesen que estaba fuera del castillo a las 9:30 de la noche. Caminó lentamente, pronunciando el hechizo de Lumos para poder ver por donde caminaba, ya que no se veía ni un solo rastro de luminosidad al interior del bosque.
Todo lo que se oían, era el sonido de las ramas romperse a medida que Hermione caminaba inseguramente alrededor de la Alameda de árboles. Ya había caminado por un largo rato y Hermione, frustrada al no haber encontrado nada, decide detenerse y mirar alrededor para asegurarse que no había nada ni nadie. Entonces decidió caminar de regreso al castillo.
Pero fue entonces que una luz comenzaba a iluminarse no muy lejos de donde estaba, entonces, Hermione decidió correr hasta tan preeminente luz. Sus pasos eran largos y seguros, no como antes, ella sabía en el fondo que hacía lo correcto al dirigirse hasta esa luz, sabía que era algo bueno. Lo sabía desde el fondo de su corazón.
Para cuando ella había llegado, la luz ya se había apagado, y Hermione estaba mucho más frustrada y triste que antes. Pensó que quizá tan solo era una alucinación, un sueño, por lo que decidió irse al Castillo, con su amado Severus. En cuanto había dado un paso delante de un árbol, sintió una respiración, conocida para ella, chocando con su rostro.
Hermione, atemorizada, volta inmediatamente a ver de quien se trataba, alzando su varita en postura de defensa. Parecía que su corazón estallaría de felicidad, ya que viendo a Draco Malfoy, allí, frente a ella, era todo un milagro.
-¡Draco!- exclamó Hermione, muy emocionada, abrazando fuertemente entre sus brazos, apunto de llorar a causa de la emoción.
-Ouch, Hermione cuidado.- dijo entre carcajadas, separándose un poco de ella, mostrando perfectamente su cuerpo plagado de heridas resecas. Esto alteró a Hermione.
-¡Pero Draco, qué te ha pasado!- gritó horrorizada, siendo callada inmediatamente por Draco, poniendo este su mano en la boca de Hermione, impidiendo dejarla hablar más.
-¡Shh… cállate! No quiero que descubran que estoy aquí.- dijo algo inquieto, viendo a su alrededor.
-Lo lamento…- le contestó mostrando una sonrisa ingenua. – ¡Dios es tan lindo volver a verte!..- contestó finalmente Hermione, volviendo a abrazarlo.
-Lo mismo digo.- dijo Draco, aceptando felizmente el abrazo que Hermione le ofrecía.
Una sonrisa juguetona se había escapado de los labios de Draco, sin que Hermione se hubiese dado cuenta ya que estaba de espaldas. A Draco no le importaba sus heridas ardían ese momento que abrazaba a Hermione, simplemente la quería sentir cerca de él, quería estar cerca de tal mujer que eternamente amaría, pero que jamás en la vida tendría.
Su enamoramiento había sido un error, y lo sabía con exactitud, pero ahora tan solo seguía seguir con el error, porque él no estaba dispuesto a dejar de amarla. Antes, prefería estar muerto, diez metros bajo tierra, pero no imaginaba la vida sin Hermione de su lado.
Ambos se sentaron debajo del árbol, y Draco, sin permiso alguno, decide acomodar su cabeza sobre las piernas de Hermione. Las manos de Hermione actuaban por voluntad propia, acariciando su cabello, dejándose llevar por la magnitud del momento. Estaba feliz de tener de vuelta a Draco que ya no le importaba lo que sucediera ahora.
-Draco, necesito saber en dónde te habías ido y por qué.- Preguntó Hermione, en un tono triste y preocupado, sin dejar de acariciarle el cabello.
-Necesitaba aire, debía salir de aquí. ¨Sé que me entiendes.
Y tenía razón, Hermione entendía perfectamente el punto donde Draco quería llegar. Algunas veces el ambiente era asfixiante y se necesitaba respirar nuevamente, para poder volver a seguir adelante con la vida que les había tocado.
-¿Volverás a irte?- preguntó Hermione.
-Lamento tener que decir que sí, pero debo irme, no por mí, es mi deber marcharme de aquí.
-Pero… ¿volveré a verte?
-Ven un rato a mi hogar, luego te vendré a dejar yo mismo en mi escoba, para que Severus sepa que soy un buen amigo.- dijo en un tono de broma, guiñándole el ojo, provocando una ligera risa en Hermione.
-No sé si debería, pero bueno…- ambos se levantaron del frío suelo, y se miraron fijamente a los ojos, sin que Hermione dejarse de sonreír.
-Bien, toma mi mano. Daremos un paseo.- dijo Draco, en un tono sumamente amigable, ofreciéndole su mano.
A la vez que los delicados dedos de Hermiones habían rozado la mano de Draco, ambos habían desaparecido del bosque. Draco poseía un transportador de su parte, algo que lo dejaría inmediatamente en el lugar donde deseaban ir. Pero Hermione nunca imaginó lo que estaría apunto de ver en ese momento.
Mientras que en Hogwarts, alguien estaba muerto de curiosidad por saber donde estaba su amada, Severus. Se suponía que se iban a ver en su despacho hace ya bastante tiempo. Caminaba en círculos, sus gotas de sudor caían al suelo provocando gran magnitud en los oídos de Snape. “¿Dónde se habría metido?” No lo sabía, siquiera necesitaba saber si estaba bien, pero ni siquiera eso sabía. Se le había cruzado la idea que quizá se había quedado dormida, o quizá estaba con sus amigos, pero la verdad ya daba pena buscar ideas de donde estaba su amada. Tan solo bastaba que ella supiera que él jamás le fallaría.
Hermione y Draco habían llegado a una choza bien alejada de donde estaban antes, bien alejada de la civilización. Estaba apenas manteniéndose, y Draco había estado viviendo allí desde que su padre fue encarcelado en Azkaban, hace ya unos meses atrás. Hermione miraba con compasión la casa de su amigo, sin dirigirse la palabra en ni un momento. Draco había comenzado a caminar y a Hermione no le quedaba de otra que seguirlo.
Entraron a la choza, y prácticamente ésta estaba vacía. Simplemente había un colchón en el suelo, con unas cuantas frazadas desordenadas sobre ésta. Hermione seguía hasta en lo más mínimo a Draco, entonces se sentaron sobre el colchón, que justamente daba la vista de una ventana, que reflejaba la oscuridad de la noche con algunos espacios luminosos, que solo las estrellas brindaban.
Draco miraba la noche como si fuera lo más importante en ese momento, como si nunca jamás la volviese a ver. Hermione se daba cuenta de esto, y con el paso de los segundos, se impacientaba más por la actitud extraña de Draco.
-Draco.- Escuchó Draco, su propio nombre en voz de aquel mujer que consideraba ángel guardián. – ¿Sucede algo?- preguntó Hermione, preocupada.
-¿Qué?- miró atemorizado los ojos de Hermione, rápidamente cambió su actitud, y poso una sonrisa rota sobre su rostro, ocultándola de Hermione. –No pasa nada, chiquita.- contestó en un tono de consuelo, acariciando el mentón de Hermione.
-Estás actuando muy raro Draco, ¿estás seguro que no pasa nada?- preguntó desconfiada de la respuesta de Draco.
-Si… es solo…- en el momento que Draco quiso terminar la frase, y miraba el suelo, se dio cuenta como la suave mano de Hermione se posaba sobre la de él. Inmediatamente la vista de Draco se elevó y se encontró con la mirada piadosa de Hermione, que tan solo quería saber por qué Draco actuaba así. De la nada, lagrimas brotaron de los ojos de Draco, esto preocupó mucho más a Hermione.
-Draco, por favor dime qué ocurre.- le rogó Hermione a Draco, para que le confesara su problema.
-Me odiarás después de hoy, lo peor de todo, es que si tendrás razón para hacerlo.- dijo temeroso, incapaz de levantar la mirada.
-¿Qué? Claro que no, dime qué ocurre.
De inmediato, Draco se levantó del colchón, sacando de la nada su varita, apuntándola contra Hermione. Hermione abrió la boca estupefacta, sin poder creer lo que Draco estaba haciendo. Draco le miró sollozado, con una gran pena interna que se podía notar a través de su mirada.
-Draco, no…- le rogó Hermione, asustada.
-Petrificus… totallus.- un segundo después, y Hermione estaba congelada, acostada sobre el colchón. Draco tomó rápidamente el cuerpo de Hermione, susurró el nombre de un hechizo y desapareció de la choza, junto a Hermione.
En una pesadilla, había despertado Severus. Todo su cuerpo sudaba y su corazón latía cuan loco. Estaba preocupado y atemorizado, y la primera persona que se le apareció en la cabeza fue Hermione, aún no aparecía, y ya comenzaba a desesperarse. Se vistió rápidamente con su bata y se dirigió hasta el despacho de Dumbledore.
Dumbledore había elevado su mirada, con una mirada curiosa, preguntándose que hacía Severus ahí, entonces ya sospechaba de algo, Hermione Granger.
-¿Qué sucede Severus?- pregunta el anciano, con una expresión impaciente.
-Granger, no está en el castillo.
-¿Cómo que no está? ¿Buscó por todas partes?
-Pues si, incluso revisé los mapas del merodeador y nada. Dumbledore, debemos encontrarla.
-Está bien hijo, cálmate. La buscaremos.
Una hora había pasado y aún no lograban nada. Severus estaba completamente fuera de sí, estaba hecho una bola de nervios. Hermione no aparecía en ni un lado, pero Dumbledore le mandó a sus colegas presentes en los cuadros, para que avisaran que una alumna había desaparecido en el castillo.
Dumbledore le aseguraba a Snape que Hermione estaría bien, pero éste no creía mucho en su palabra. Entonces, una vaga idea había pasado por la mente de Dumbledore, algo que quizá funcionaría.
-Malfoy.- comenzó a hablar Dumbledore, después de vario rato sin hablar. Severus inmediatamente miró a Dumbledore, curioso.
-Pero… Malfoy había desaparecido hace unos días atrás, nadie ha sabido algo de él.- contestó Severus, intentando negarle tal idea a Dumbledore, aunque si podía tener sentido.
-Es por eso mismo que lo creo, Severus. La señorita Granger es amiga de Draco, la única amiga que le queda, aunque Draco tenga otras intenciones con Hermione.
-No, es imposible. Draco ya no quiere a Hermione, ella solo fue un pasatiempo para él.- contestó fuertemente Severus, apoyándose de su idea.
-¿Es eso lo que en verdad cree, Severus?.- preguntó Dumbledore, con una sonrisa ingenua.
Severus no tardó en pensarlo bien. Él sabía perfectamente que el amor de Hermione estaba en disputa entre él y Draco Malfoy. ¿Cómo no lo había pensado antes? Aún recordaba la noche cuando se dio cuenta que Draco amaba a Hermione, hace unos dos años atrás, en la noche del baile.
Flashback
Era la noche del baile, y todos los de Hogwarts disfrutaban de la ceremonia que se llevaba acabo, excepto dos personas. Draco había sido castigado al haber embrujado a una alumna de Ravenclaw. Severus decidió hacerse cargo de él, total, todas sus noches eran iguales, sin nada que hacer.
Severus decidió darle una tarea sencilla, algo rápido para que pudiese disfrutar algo de la Fiesta. Habían estado en el despacho de Severus, y Draco con suerte sostenía la pluma, se notaba deprimido, sin ganas de nada. En el fondo, Severus sabía que se arrepentiría de preguntarle, pero al fin y al cabo, él era responsabilidad de él mientras no estaban sus padres.
-¿Sucede algo, Malfoy?- pregunta sin mayor asomo, sin despegar sus ojos del libro que leía.
-Nada que le importe, Snape.
-Bien…- contestó finalmente Snape, sin mayor sentimiento. Entonces sintió el sonido del suspiro de Malfoy.
-Es sobre una chica… me tiene loco.
-Que nauseas me das.- contestó haciendo una mueca. -¿Cómo es? ¿Y de qué casa?
-Es de Gryffindor…- baja la mirada –Es inteligente, sensata, seria, rebelde, seguida de sus ideas…
-No puedo creer que decepciones a tu familia enamorándote de la Sangre Sucia de Granger.- contestó con el mismo sentimiento de antes.
-¿Cómo supo…?
-Tan solo tengo una alumna inteligente en mi clase. Pero créeme, Granger jamás se fijaría en ti después de todas las cosas que le hiciste sufrir.
Fin Flashback
Realmente nunca supo porque no les dio las chances a Draco para que luchase por Hermione, al fin y al cabo hubiesen hecho linda pareja, pero no soportaba la idea de ver a la mujer que amaba con otro hombre. Nunca negó que fue egoísta en ese aspecto, pero en la guerra y en el amor todo valía.
-Debemos hayar a Malfoy.- contestó Severus, decidido totalmente de sí. –Si encontramos a Malfoy, encontramos a Hermione.
-Bien, pero necesitaremos la ayuda de Potter en este caso.
Severus hubiese dicho que no en cualquier forma, pero sabía que Harry era el mejor amigo de Hermione y podría ayudar mucho en la búsqueda de ella. No tenía de otra que tragarse su orgullo y pedirle ayuda a Harry –Bien, lo llamaré.- gruño enojado, y se marchó pesadamente del despacho de Dumbledore.
Hermione miraba perdida su alrededor, todo le daba vueltas y en cuanto quiso mover un músculo, se dio cuenta que no podía al verse encadenada en un calabozo. Se sentó inmediatamente, asustada, comenzando a gritar ayuda, pero nadie aparecía. La angustia se apoderaba de su cuerpo y comenzaba a perder la esperanza.
Estaba totalmente sola, asustada y con el gran sentimiento de culpa al haber ido con Draco, sabiendo que no era completamente de fiar. ¡Dios, había sido tan ingenua! Solo ella confiaría en quien la odiaba hace poco y que al parecer por acto de magia, la amaba de un día para otro. Tenía ganas de llorar y gritar, golpear a Draco y luego no volver a verlo jamás en la vida.
Ya había pasado un rato totalmente sola, naufraga en sus pensamientos sin hallar salida alguna del dolor del que sentía. Necesitaba a Severus más que a nada en esos momentos, por último si estaba cerca de morir, decirle cuanto lo amaba, pero cada vez más se sentía más sola. Entonces, sintió voces masculinas en la parte superior del calabozo, levantó la mirada curiosa y temerosa al mismo tiempo.
-¡Vaya, vaya! Miren a quien tenemos por aquí. No es nada más ni nada menos que la mejor amiga Sangre sucia de Potter, Hermione Granger- mofó el nombre de Hermione, haciéndola sentir humillada.
-Pronto vendrá Harry, Lucius, y cuando lo haga, te arrepentirás de haberme hecho esto.
-¿Qué?- sonríe maliciosamente, soltando unas carcajadas en tono de burla. –¡Pero si yo no te he metido en este calabozo! Fue él.- de la nada, sacó a Draco de las sombras, agarrándolo del pollerón que llevaba puesto.
Hermione lo vio decepcionada mientras que Draco le miraba avergonzado de si mismo. Se sentía demasiado culpable como para decirle algo.
-Además.- prosiguió Lucius –En cuanto Harry ponga un pie aquí, ambos estarán muertos. No en mis manos, no, sino que en las manos del señor tenebroso.- contestó finalmente Lucius, riendo implacablemente, dejando a Hermione completamente atemorizada.
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Luz de mis ojos
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